Vecinos de Vallvidrera luchan para evitar que un edificio emblemático se convierta en un hotel de lujo
Una sentencia obliga a desalojar la Casa Buenos Aires, ocupada hace unos meses
Ocupas y vecinos del barrio barcelonés de Vallvidrera mantienen la lucha por conservar la Casa Buenos Aires, desde que hicieron pública su ocupación el pasado 2 de marzo. Este majestuoso edificio de 1886 es propiedad de la congregación religiosa Padres Paüls, que interpuso una denuncia el mismo día que se conoció la ocupación. La sentencia, del pasado 22 de julio, condena a los dos identificados como ocupantes, que aseguran que no residen allí, a una multa de 1.400 euros y obliga al desalojo del inmueble. El grupo de apoyo a la casa Buenos Aires cuenta que la propiedad tiene un preacuerdo de venta a la sociedad London Private Company, que pretende derribar el edificio y construir un hotel de lujo de 150 plazas.
La Casa Buenos Aires se construyó en el siglo XIX como un hotel cuando Vallvidrera era un pueblo rural, aislado de Barcelona y lugar de veraneo de la burguesía de ciudad, y el conflicto viene de lejos. La portavoz del grupo de apoyo a la Casa Buenos Aires, Eulàlia Castelló, que es una de las identificadas como ocupantes, cuenta que un grupo de vecinos intentó negociar con los propietarios la compra del edificio para construir coviviendas para mayores de 65 años. Hicieron una oferta de 2,5 millones de euros, pero aseguran que la congregación la rechazó. EL PAÍS se ha puesto en contacto con la congregación Padres Paüls, pero han declinado posicionarse.
Castelló apunta que el edificio estaba vacío desde hace ocho años, cuando cerró Llar Betània, una residencia de ancianos que fue el último uso que tuvo. Tras años de abandono y después de que la propiedad rechazara el proyecto cooperativo, creció el deseo de que se convirtiera en un edificio para los vecinos. Cuando supieron que la congregación estaba negociando la venta con esta sociedad extranjera, se pusieron en marcha para proteger la casa. Una veintena de personas viven allí desde su ocupación, “porque es imposible que los jóvenes se emancipen”, dice Castelló, “cuando el alquiler medio en Vallvidrera es de 3.000 euros al mes”.
Además de la dificultad de acceso a la vivienda, la casa Buenos Aires da visibilidad a otra problemática de Vallvidrera: la falta de espacios colectivos. “Vamos a seguir en la casa y a defenderla para los vecinos”, dice la portavoz, que además celebra que gracias a esta ocupación se haya visibilizado lo que está pasando en la parte alta de la ciudad de Barcelona. Asimismo, defiende que en este espacio se celebran actividades abiertas a todo el público, de carácter político y cultural, como conciertos, charlas, presentaciones de libros, proyección de documentales, comidas populares o talleres.
Por ahora, el colectivo ha presentado en la Audiencia Provincial de Barcelona un recurso en el que alegan que, precisamente, las dos personas que fueron identificadas como ocupantes de la casa no residen en ella. Hasta que no se dicte sentencia, el desalojo no podrá ser firme. No obstante, los Padres Päuls pueden solicitar una desocupación provisional. Además, varios colectivos del distrito, como el casal de Joves de Vallvidrera, la Cooperativa Can Pujades, el Ateneu Popular de Sarrià o la Associació Cultural Casa Orlandai han firmado el manifiesto La Iglesia contra la casa Buenos Aires de Vallvidrera, en el que piden a la congregación que retire la denuncia para iniciar un diálogo que permita que el edificio sea para los vecinos y denuncian los “planes especulativos” de la congregación religiosa.Paralelamente, un grupo de vecinos puso en marcha la solicitud de catalogación del inmueble como patrimonio arquitectónico con el fin de protegerlo. Este es un proceso que ya se ha iniciado en la sede del distrito Sarrià-Sant Gervasi, de cuya administración depende, cuenta Castelló.
Un edificio con peso histórico en Vallvidrera
El edificio, que fue construido en 1886 en la montaña del Tibidabo, en Vallvidrera, se inauguró como el Hotel Buenos Aires. Fue en 1910 cuando sufrió una importante reforma a manos del arquitecto Jeroni Granell, que dio a toda la infraestructura del inmueble un importante valor arquitectónico. Durante todo este tiempo, el lugar ha tenido varios usos, siendo desde residencia de estudiantes de la Universidad de Barcelona a refugio en la Guerra Civil. Desde los años sesenta, tuvo el nombre de Llar Betània, una residencia para personas de la tercera edad. En 2012 esta residencia fue trasladada a otro lugar y desde ese año el edificio ha estado vacío y en desuso.
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