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Escenas de matrimonio

ERC y JxCat son una pareja de conveniencia que ha aguantado crisis tras crisis tratando que los hijos no supieran, y por no dilapidar el patrimonio

Manel Lucas Giralt
Imatge del ple del Parlament, aquest dimecres.
Imatge del ple del Parlament, aquest dimecres.Joan Valls (GTRES)

Hay un tiempo en la vida de una pareja con problemas en que aún conserva la frialdad para ventilar sus diferencias en privado, y fingir la felicidad en público. Pero si persisten las desavenencias, un día, alguno de los miembros estalla. Y una vez abierta la veda, ya no importa que todo se sepa, porque ya pesa más la necesidad de liberarse psicológicamente de tanto tiempo de retención.

Oh, sorpresa, estoy hablando de ERC y Junts per Catalunya. Una pareja de conveniencia que ha aguantado crisis tras crisis tratando que los hijos no supieran, y por no dilapidar el patrimonio. Hoy están como los participantes de Supervivientes tras cinco semanas comiendo raíces: sudorosos y con la susceptibilidad a flor de piel.

Hasta ayer, las crisis entre los dos socios de gobierno se habían ventilado fuera del hemiciclo. El presidente del grupo de ERC, Sergi Sabrià, ha demostrado gran habilidad para pasar de Jekyll a Hyde con sólo cruzar el salón de pasos perdidos: por ejemplo, en los pasillos podía arremeter contra el vicepresidente del Parlament Jordi Costa —Junts per Catalunya cocido con Masa Madre—, pero sus intervenciones desde el escaño eran exquisitas piezas de defensa de la unidad independentista y retórica del más puro Memorial de Greuges 2.0.

El pacto de los ex post neo convergentes con el PSC en la Diputación de Barcelona ha puesto a prueba la capacidad de resistencia de Sergi Jekyll Sabrià Hyde. Ayer por la mañana estalló en RAC1 acusando a JxCat de mentir. Luego le saltó un poco a la yugular el portavoz de JxCat, Eduard Pujol, con un mensaje a medio camino entre “quien siembra vientos recoge tempestades” y chincha rabiña.

Sabrià tenía un par de horas para obrar el milagro de la transmutación una vez más. Pero son demasiadas semanas de Supervivientes. Empezó su pregunta al president Quim Torra con la lista canónica de reproches al Tribunal Supremo y a la actuación del Estado, pero se le notaba inquieto, mirando cada poco el cronómetro que marca el tiempo de intervención. Y al final lo soltó: “Tenemos una oportunidad de demostrar que estamos a la altura y fortalecer todas las instituciones del país: todas, todas”. Añadiendo un inquietante “¿verdad, president?” 

En su réplica, Torra admitió problemas, pero contraatacó con un doble giro: primero preguntando “¿dónde empezaron las contradicciones?”, o sea, quién fue el primer adúltero. Y segundo, citando con pillería al científico Jorge Wagensberg, fallecido el año pasado; con pillería, digo, porque, qué casualidad, el sobrino de Wagensberg es hoy un diputado… de ERC. A continuación, empezó a entonar un mea culpa, y justo entonces se consumieron sus dos minutos y medio reglamentarios y el presidente del Parlament le retiró la palabra: Torra volvió a demostrar una gran capacidad de gestionar la falta de tiempo.

Me muero por ver el siguiente episodio, a ver cómo resisten los concursantes: sólo los puede salvar el Estado pasándose otra vez de frenada.

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