Niebla sobre Cibeles
El líder del PSOE en el Ayuntamiento de Madrid señala que "las medidas efectivas contra la contaminación que permiten mejorar la salud de las personas no son patrimonio de un partido"
A principios de diciembre de 1952, una espesa niebla cayó sobre Londres. Lo que parecía iba a ser un episodio meteorológico normal, pronto se convirtió en una de las peores tragedias ambientales de los últimos tiempos al combinarse con un denso humo negro procedente de la quema de combustibles fósiles en el transporte, la industria y las calefacciones. Se calcula que la gran niebla causó la muerte de 12.000 personas. A raíz de este episodio, comenzó a crecer la concienciación en Europa sobre los riesgos para la salud humana de la contaminación en las zonas urbanas.
Sin embargo, todavía hoy mueren de manera prematura en Europa más de 500.000 personas -38.000 en España- por la exposición prolongada a la contaminación atmosférica, según datos de la Agencia Europea del Medio Ambiente. Existe además una sólida evidencia científica que vincula dicha exposición no solo con la aparición de diversas patologías, sino también con otros efectos adversos, como la reducción de la fertilidad de las mujeres, el incremento de los partos prematuros o el retraso en el neurodesarrollo de los niños.
El establecimiento de una zona de bajas emisiones en Madrid Central, en la que se limitaba el acceso de vehículos privados para reducir las emisiones contaminantes, era una medida adecuada porque, además de permitir cumplir con el mandato europeo, permitía mejorar de manera muy importante la calidad del aire y reducir de este modo los riesgos para la salud de las personas.
Sin embargo, el nuevo gobierno de la ciudad de Madrid acaba de decidir suspender las sanciones en Madrid Central a partir del próximo 1 de julio, desdeñando la opinión de organismos internacionales y de reconocidos expertos, e ignorando la avalancha de datos e indicadores que muestran la eficacia de la medida para reducir los niveles de contaminación por dióxido de nitrógeno, no solo en la almendra central , sino en el conjunto de la ciudad. Suspender las sanciones cuando precisamente la contaminación comenzó a reducirse de manera significativa en el momento en el que estas entraron en vigor, equivale a dejar sin efecto Madrid Central y volver a un escenario insostenible ambientalmente.
La decisión de las derechas que gobiernan Madrid solo puede explicarse desde la ceguera provocada por su afán desmedido de venganza contra lo que ellos consideran una afrenta ideológica del anterior gobierno.
Olvidan así que las medidas efectivas contra la contaminación que permiten mejorar la salud de las personas no son patrimonio de un partido o de una ideología, sino un logro colectivo que merece la pena conservar y perfeccionar. Del mismo modo que medidas aprobadas por anteriores gobiernos del PP en la capital, como las Áreas de Prioridad Residencial, fueron importantes -aunque insuficientes- para alcanzar esta finalidad, iniciativas como Madrid Central merecen perdurar sin que unos y otros se la apropien o la destruyan por motivos ideológicos o partidistas.
Por primera vez desde la gran niebla de Londres de 1952, una capital europea ha decidido suprimir una medida que se ha demostrado efectiva para luchar contra la contaminación. Por el bien de nuestra ciudad y por la salud de nuestros ciudadanos, confiemos en que la niebla que ha caído sobre el buen juicio de quienes acaban de sentarse en Cibeles pueda disiparse pronto, ya sea por iniciativa propia o por la de quienes consigan obligarles a cambiar de opinión.
Pepu Hernández es portavoz del Grupo Municipal Socialista en el Ayuntamiento de Madrid
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