Olga Picasso: amor, desamor y melancolía desde un baúl
Una exposición de CaixaForum explora la vida más íntima de la esposa del pintor a partir de documentos personales y diferentes obras
La vida y la obra de Pablo Picasso (1881-1973) no se explica sin un aspecto tan recurrente en el ámbito artístico como es el del amor. Quizás su lado más tenebroso, cuestionado por la manera en la que llevó y resolvió sus numerosas relaciones, al pintor malagueño le acompañó siempre la fama de mujeriego. Se casó dos veces, mantuvo al menos otros cinco noviazgos y tuvo cuatro hijos, el primero, Paulo, fruto de su matrimonio con Olga Khokhlova, una bailarina rusa con la que compartió 17 años de su vida y a la que engañó y posteriormente abandonó. La de Pablo y Olga fue una historia de amor y desamor que acompañó a la rusa hasta su muerte en 1955 y que resultó determinante en el trabajo y estilo de Picasso en el que fue su periodo más cercano al neoclasicismo.
Esta etapa de sus vidas, reflejada de manera directa en su obra, se desgrana en la exposición Olga Picasso, organizada por el Musée National Picasso-París junto a la Fundación Almine y Bernard Ruiz-Picasso para el Arte, y que desde hoy hasta el 22 de septiembre aterriza en CaixaForum Madrid tras su paso por París, Moscú y Málaga. La muestra, que se propone redescubrir el conocido como "periodo Olga" en la obra del pintor, reúne 355 obras compuestas por 41 pinturas, 74 dibujos, una escultura, 12 cuadernos, 12 piezas de obra gráfica, 167 fotografías, 13 cartas, 3 muebles y 12 películas, que permiten narrar no solo el recorrido puramente artístico, sino también el periplo vital de la pareja, con aspectos desconocidos hasta ahora como la dramática historia familiar de Olga.
La exposición nace de un baúl viaje de Olga rescatado por el nieto de la bailarina y el pintor, Bernard Ruiz-Picasso, que se encontraba en una habitación vacía de la mansión de Boisgeloup, heredada por el hijo de la pareja, Paulo. Marcado con las iniciales O.P., en su interior se conservaban diferentes cartas y fotografías, además de objetos como zapatillas de danza, tutús y algún elemento religioso.
"Es el único objeto que se llevó mi padre tras la muerte de Olga. Nunca había pensado hacer una exposición sobre ella, pero mi madre me dijo que sería importante estudiar su contenido y en los años noventa empezamos a tratar los documentos", explica Bernard. "Descubrimos cómo todo se integraba en una historia que se desconocía. Las cartas nos permitieron descubrir la vida más íntima de Olga y la interacción directa de su vida cotidiana con Pablo, así como el modo en que lo integra en su obra", amplía.
El baúl esconde el lado más íntimo de Olga, no solo en lo referido a la historia de amor con Picasso, que comenzó en 1917, año en el que se conocieron en Roma cuando el pintor trabajaba en los decorados de la compañía de ballets de Diaguilev, sino también la angustia que vivía de manera paralela a causa de la delicada situación que sufría su familia en Rusia. Hija de un coronel de la armada su relación con Picasso coincide con el inicio de la Revolución Rusa.
Un estado de melancolía que reflejó a la perfección Picasso y que es uno de los puntos centrales de la muestra, en la que se la puede ver leyendo e inmersa en su misma, con gesto a menudo pensativo. De la Olga melancólica a la llegada de su hijo Paul y al posterior desamor y ruptura que desencadena la infidelidad del pintor con Marie Thérèse Walter y que da paso al estilo cubista y surrealista. "Se pasa de la alegría del amor al dolor y la ansiedad de la separación", explica Bernard.
La historia entre ambos, aunque no se cerró nunca, terminó en 1935. Fue el principio del fin de Olga, que murió en Cannes a los 63 años condenada a una profunda soledad, pero dejando una huella perenne en la vida y obra de aquel gran amor que la traicionó, Pablo Picasso.
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