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“Los ricos se marcharán a Marte”

Agustín Bodega (Madrid, 64 años) dirigió junto a tres amigos una revista ecológica en la capital a finales de los años 70

Manuel Viejo
Agustín Bodega sostiene la revista GEVA en su casa de Madrid.
Agustín Bodega sostiene la revista GEVA en su casa de Madrid. Víctor Saínz

Agustín Bodega (Madrid, 64 años) escribió una carta a la directora de este periódico hace dos semanas. “La lucha ecologista sigue”, se titulaba. Este aparejador y montañero madrileño dirigió durante unos meses una revista ecológica a finales de los años 70 en la capital.

Se llamaba GEVA.

Sí, Grupo Ecológico de Vista Alegre. Vivíamos allí, éramos cuatro amigos. Yo tendría unos 23 años. Nos juntábamos en la asociación de vecinos y, una vez hecha la revista, la vendíamos por la voluntad. Tuvimos poco éxito. Había voluntad de cogerla, eso sí, pero nadie pagaba.

La naturaleza humana.

No sé si llegamos a seis números. Era una revista mensual. Lográbamos algo de financiación gracias a los puestecitos que montábamos en los conciertos, en los mítines y en la salida del Metro de Carabanchel. Un amigo, que era el más dinero aportaba, siempre llevaba una botella de absenta y vendía chupitos.

Un buen plan.

Menudo era. ¡Sacábamos pasta gracias a la absenta!

¿Para ser ecologista hay que ser un poco borracho?

(Ríe) Sí, la verdad que nos lo pasábamos muy bien. ¡Qué tiempos!

Y luego a manifestarse.

Hacíamos actos y manifestaciones para impedir que se urbanizaran cotos. Casi todos los días estábamos liados. La gente no se acuerda, pero la Casa de Campo estaba en peligro. No sabíamos si la iban a urbanizar. Y con los parques igual. Nosotros reivindicamos uno en cada barrio. Nuestro eslogan eran las tres erres. Reutilizar, reciclar y reducir. Lo llevábamos a rajatabla.

Os perseguirían...

Como a todos los que se manifestaban. Alguna vez nos pegaron. Nosotros nunca pedíamos permisos. Ahora hay que pedirlo para todo.

¿Os habéis vuelto a juntar?

Sí, pero al de la absenta ya lo vemos menos. Se hizo empresario.

Ser ecologista era una excepción.

El origen de todo era la montaña. En la revista también contábamos con algunos colaboradores. Uno escribía poesía, otros canciones, viñetas... Todo tenía que estar relacionada la naturaleza.

¿Había muchas bicis en el Madrid de los 70?

A finales de los 70 se hizo la primera fiesta de la bicicleta en la capital y... nosotros no fuimos. Cuando se iba en bici todo el mundo te pitaba, parecías poco menos que un delincuente.

En un artículo de la revista lo explican.

Un compañero decía que llegará un día en que los coches tendrán que pedir un carril coche. Y ahora, 40 años después, seguimos pidiendo un carril bici

¿Qué le parece los que hay ahora?

Pues que son un paseo dominical. Con eso te tapan la boca y parece que ya hay un carril bici. Pero esto no va de eso. Se trata de tener carriles bici para ir a trabajar, a estudiar y, sobre todo, que sea seguro.

¿Iba en bici a estudiar?

Sí, claro. Duré cinco o seis meses. No pude más. Era un peligro. Me compré una bici que era un auténtico hierro, le puse yo mismo los cambios y aquello pesaba… ¡ay lo que pesaba!

¿Usa BiciMad?

No, siempre uso el Metro. No cojo el coche nunca.

¿Hay tanto rechazo a la bici en Madrid?

La gente que va en coche es muy maleducada. En Valencia o Sevilla ocurre todo lo contrario, están mucho más adelantados. En Madrid tratan muy mal al ciclista.

¿Qué le parece la gestión de Carmena en todo esto?

Estoy un poco decepcionado, pero claro, no voy a votar al PSOE.

¿Y eso?

Les voté cuando el no a la OTAN porque mis amigos me decían que teníamos que hacerlo. Y yo les decía: ‘Ya verás cómo nos la lían’. Y en efecto, nos la colaron. Nunca más en mi vida les voy a votar. Se la tengo jurada.

¿Recicla?

Desde siempre. Pero más que reciclar reutilizo, que es más importante. Por ejemplo, un bote garbanzos me lo llevo a la montaña y ahí tiro las cáscaras de pistacho o de naranjas. Hay mucha costumbre en dejar las cáscaras por aquello de que desaparecen..., pero claro, mientras tanto, están ahí. 

Y los plásticos.

Ya lo advertíamos en los años 80. No se enseña a la gente a reciclar. Las tiendas estas que hay ahora de coger tus judías y tal en una bolsita se ven como una cosa rara, como de frikis.

¿Lo hace?

Yo compro en Carrefour. Y  las frutas y verduras en el mercadillo. Voy siempre con bolsas de plástico, las reutilizo. Y trato de no comprar cosas de plástico.

¿Cómo ve el movimiento contra el cambio climático de las nuevas generaciones?

Les deseo más suerte de la que tuvimos nosotros. Yo tengo un nieto de siete meses que se llama Pablo. Tal y como vamos, llegará un día en que la Tierra estalle. No podemos saquear todos sus recursos. La explotación a la que la estamos sometiendo es tremenda. Y al final los ricos se marcharán a Marte… 

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Sobre la firma

Manuel Viejo
Es de la hermosa ciudad de Plasencia (Cáceres). Cubre la información política de Madrid para la sección de Local del periódico. En EL PAÍS firma reportajes y crónicas desde 2014.

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