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El día que Alberto Fernández Díaz se llevó a Gerardo Pisarello al fútbol

El concejal del PP del Ayuntamiento de Barcelona se despide reivindicando "la vieja política"

Clara Blanchar
Alberto Fernández, en el pleno de Barcelona en 2017.
Alberto Fernández, en el pleno de Barcelona en 2017.Joan Sánchez
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Reivindicó la "vieja política". "La de los grandes consenso con mirada de ciudad". Y reveló suculentas anécdotas. Como que para quitarse de encima el mal cuerpo que le quedó después de la guerra de banderas (la española y la estelada) en el balcón del Ayuntamiento, con la plaza de Sant Jaume abarrotada de gente durante la Mercè, optó por llevarse a su adversario al futbol. Lo contó este miércoles el veterano concejal Alberto Fernández Díaz, que a quien invitó a la grada de Cornellà para ver un Espanyol-Atlético de Madrid fue a Gerardo Pisarello, mano derecha de la alcaldesa Ada Colau. "Yo soy vieja escuela, soy lo que soy, y pienso lo que pienso. Pero lo que es importante es la relación personal y nos fuimos a la grada. Porque de la misma forma que algunas imágenes valen más que mil palabras, es importante tender la mano, las relaciones personales no permiten subsanar diferencias ideológicas, pero sí normalizar una relación".

Fernández Díaz se llevó el mayor aplauso durante el desayuno de despedida de los 30 concejales que, tras las elecciones, no repetirán en el consistorio. Un encuentro al que acudieron una veintena de ediles de todos los partidos, salvo la CUP, y que organizaron dos de las fuerzas vivas de la ciudad: el Gremio de Restauradores y los botiguers del centro agrupados en Barcelona Oberta. Una tregua de buen rollo en medio del frenesí de titulares y acalorados debates en tertulias que genera el escenario postelectoral.

El popular, que se marcha de la Casa Gran tras haber pasado casi media vida (27 de sus 58 años) en el Ayuntamiento, explicó que volverá "al ejercicio de la abogacía" y habló sin complejos, como hace siempre. "Es importante hacer una apelación a la vieja política, tan denostada y criticada. Esa vieja política en la que había perspectiva de ciudad, de consenso para ponerla delante de las siglas, y ponen en valor la relación personal entre los concejales", señaló. Y también recordó cuando en los años 80 viajó a Chile con el concejal de Unió Eduard Cardona. "Nos vimos en un fregao tremendo", una carga policial. Fernández Díaz echó a correr. Cardona, no, contó. "Un regidor del Ayuntamiento no puede correr, por sentido institucional", explicó que le dijo.

Tras un surtido de bocadillos, tostadas, zumos y pasteles que valdría para tres comidas, desfilaron ante los micros representantes de todos los partidos. En la misma línea que Fernández Díaz, el ex alcalde Xavier Trias (PDeCAT), también reivindicó "el buen ambiente en política que últimamente se ha enrarecido", y echó en falta las cenas de representantes de todos los partidos.

Daniel Mòdol, arquitecto que ha sido concejal independiente con el PSC, aseguró que "todavía" no se "siente político". Y reivindicó el papel de las asociaciones empresariales y vecinales "para el funcionamiento de la ciudad". Desde ERC, la concejal Trini Capdevila rechazó los agradecimientos: "Agradecimientos los justos, sois todos vosotros quienes nos pagáis el sueldo cada mes, nosotros hacemos nuestro trabajo". Y Carina Mejías, que además de ser concejal con Ciutadans lo fue con el PP, aseguró que restauradores y comerciantes "son el mejor termómetro de la ciudad para un político, porque hablan con cientos de personas cada día" y reveló que a menudo durante el mandato ha compartido taxi con la socialista Montse Ballarín y con Agustí Colom, de los comunes. Sònia Recasens, del grupo demócrata, también reivindicó "la relación personal entre concejales que se establece tras muchas horas de negociaciones". "Espero que la sepamos conservar", pidió tras celebrar "la vocación de servicio público". Y Agustí Colom, que ha sido concejal de Comercio, también señaló la "buena sintonía entre concejales".

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Por parte de los organizadores del encuentro, desde Barcelona Oberta, su directora general, Núria Aparicio, agradeció el trabajo de los ediles que se marchan: "Sin vuestro trabajo esta ciudad no existiría", dijo, al tiempo que advirtió de que políticos y empresarios "segurán peleándose, porque quieren la ciudad". El gerente del Gremio, Roger Pallarols, puso en valor "un trabajo no siempre reconocido". Y como no podía ser de otra manera, tuvo unas palabras para la concejal saliente de Ciutat Vella, Gala Pin. Explicó que su relación comenzó entre bromas durante un acto en la Rambla: "Gala, ¿qué nos ha pasado?", preguntó y la edil respondió: "¿Cuántas horas tenemos para contarlo?".

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Sobre la firma

Clara Blanchar
Centrada en la información sobre Barcelona, la política municipal, la ciudad y sus conflictos son su materia prima. Especializada en temas de urbanismo, movilidad, movimientos sociales y vivienda, ha trabajado en las secciones de economía, política y deportes. Es licenciada por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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