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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La delirante latinidad de Hidrogenesse

El dúo presenta en Luz de Gas 'Joterías bobas' con un espectáculo simpar

Los componentes de Hidrogenesse, durante su actuación.
Los componentes de Hidrogenesse, durante su actuación.Carles Rodriguez

Decir que no hay muchos como ellos es una inexactitud: en realidad no hay nadie como ellos. Y son tan así, tan como ellos, tan fieles a su mundo, a sus visiones y a su mirada, que no es tan importante que gusten o no como que deba existir un espacio para que la inteligencia de este dúo exista, permitiendo alumbrar espectáculos tan singulares como el que estrenaron en el ciclo del Curtcircuit, iniciativa cuyo sentido se explica con actuaciones como la que ofrecieron Hidrogenesse la noche del viernes en el barcelonés Luz de Gas. Lo que en unos recientes viajes a México fue un menosprecio a ellos, joterías bobas, algo así como mariconadas, se ha convertido en motor de un show de café teatro con notas de cabaret con el que Genís Segarra y Carlos Ballesteros enseñaron sus platos, en los que comen aparte.

Nada más artístico que mirar el mundo sin pedir gafas prestadas a nadie, y eso es lo que Hidrogenesse viene haciendo desde que tienen ojos. Ahora los han puesto sobre México, y el imaginario de su edad de oro cinematográfica, con nombres como los del Indio Fernández o Dolores del Río y sus historias de pasión, odio y desdén, acentuadas por el blanco y negro de los años cuarenta y cincuenta. Ese es uno de los guiones de su nuevo disco, que lejos de presentarlo tal y como se ha grabado, con teclados, cajas de ritmo y cachivaches digitales, fue vestido en su debut con solo piano y algún ritmo programado. Doble pirueta: un disco nuevo que casi nadie ha oído se estrena en un formato que lo reinterpreta. Más atrevimiento, imposible.

Y enfundados en un vestuario delirante, Genís Segarra envuelto en una capa etérea, la cara con una suerte de redecilla brillante, medias con borlas y zapatos rojos de tacón, Carlos Segarra con americana a rayas y pantalones también rojos; más tarde ambos de Pierrot y Arlequín evocando la commedia dell’arte, abordaron canciones sobre instrumentos que no funcionan, citas a las que se puede llegar demasiado pronto o tarde, llamamientos de atención que realizamos cuando al sentirnos orillados queremos ser considerados, cantos a Jorge Pedro De La Flor, uno de los muchos personajes del mundo de Hidrogenesse, invención de neologismos como llorreir, versiones como la de Maracas de Paolo Conte o recuperación de clásicos como No hay nada más triste que lo tuyo en un contexto de reivindicación latina por medio de mambos y cha-cha-chas.

Y todo ello con ese aire de maravillosa imperfección propio del dúo en un espectáculo visualmente redondo que sin claves de interpretación podría parecer un disparate primorosamente manufacturado. Y todo ello bañado por ese humor irónico y mordaz de quien, como Genís dijo, piensa que para entender algo que no se comprende, nada mejor que hacer una canción sobre el asunto. La música para explicar el mundo y el atrevimiento y un manual propio de instrucciones para vivirlo. Y la brillantez necesaria para acabar un espectáculo coreografiando una frase como "que el hula hop nunca deje de girar alrededor del cuerpo de Grace Jones" con ellos ante un telón que ya había caído.

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