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El día que perdimos a Zohra y Abdelkhaleq

Donde había "hogares y familias" solo quedó "fuego, miedo, cascotes, incertidumbre y vidas rotas" recuerdan los vecinos de Paramos en el aniversario de la explosión que arrasó el pueblo

Inmuebles reventados por la explosión del almacén clandestino de Paramos el día de la explosión.
Inmuebles reventados por la explosión del almacén clandestino de Paramos el día de la explosión.ÓSCAR CORRAL

"En aquella tarde calurosa acababa de pasar el autobús de la escuela por aquí, lleno de niños. Muchos vecinos dormían la siesta; algunos ya estaban en sus trabajos; otros apuraban el café". El 23 de mayo de hace un año, a las cuatro y 23 minutos, "el reloj paró con aquel estruendo y nada volvería a ser lo mismo nunca más". Hoy, en el desaparecido barrio de A Torre, en Paramos (Guillarei, Tui), hay un profundo silencio que rompe la lectura del texto con el que todos los vecinos supervivientes quieren homenajear a Zohra y Abdelkhaleq, el matrimonio que habitaba junto a sus dos niños la casa de piedra más próxima al almacén ilegal de la Pirotecnia La Gallega. La explosión devastó el pueblo, mató a la pareja de origen marroquí, causó heridas y traumas en una enorme población y dejó dos pequeños huérfanos que ahora viven con otra familia.

A la espera de juicio, Francisco González Lameiro, el hombre que jugaba con fuego y acumulaba allí, entre casas habitadas, un polvorín de una tonelada de explosivo (además de otro par de zulos cercanos), permanece en libertad provisional después de unos meses de prisión. Y la gente no ha podido volver a sus casas. La zona cero ha sido desescombrada y, al fin, desprecintada, pero las nuevas viviendas que puedan llegar a resurgir de sus cenizas son todavía proyectos. La explosión causó graves destrozos al menos en 25.000 metros cuadrados de Paramos y Guillarei. Además de las dos muertes, 37 personas resultaron heridas y centenares de casas, vías y fincas sufrieron daños.

"Era un día de semana normal, como otro cualquiera". Pero en un instante donde había "hogares y familias" solo quedó "fuego, miedo, cascotes, incertidumbre y vidas rotas". Después de las 16.23, "los primeros momentos fueron de horror, de no saber lo que pasaba, y con el paso de los minutos iba llegando el alivio de saber que aquel vecino y el otro estaban bien, aunque su casa les hubiese caído encima, estuviese ardiendo o directamente ya no existiese", recuerda el manifiesto que se ha leído esta tarde ante cientos de asistentes. Pero luego "se confirmó la tragedia más grande: nuestros vecinos Abdelkhaleq y Zohra habían perdido la vida". Tras un año de "dura lucha", los vecinos de Paramos y Guillarei sienten "impotencia por no poder luchar también por devolverles a los huérfanos lo que la explosión les robó".

En el acto, al que asistieron los vecinos de la zona y la comunidad marroquí de Tui, a la que pertenecían las víctimas mortales, se depositó una corona de flores y se leyó el texto en gallego, pronunciado por Salvador García, y otro en árabe, a cargo de Noureddine Eljabraoui. También se plantó un carballo en A Torre, como símbolo "de lo que empieza a resurgir" y de la "unidad" que en estos 12 meses han demostrado los todos los perjudicados, frente a un Gobierno central que tardó mucho en ir cumpliendo sus promesas y unas Administraciones que no acababan de coordinarse para dar respuesta a la desgracia.

La Asociación de Afectados de Paramos-Guillarei ha convocado manifestaciones y ha celebrado desde entonces "docenas de asambleas", reuniones con el Gobierno local, con la Diputación de Pontevedra, con la Xunta y con la Delegación del Gobierno. "Los obstáculos que fuimos encontrando no fueron pocos", recuerdan, "mucha burocracia, falta de ayudas y la inexistencia de un precedente por el que guiarse". Cada paso fue una odisea, sobre todo el conseguir la declaración de zona catastrófica y exenciones fiscales para las ayudas otorgadas por la Xunta. También lograr que el Ejecutivo de Pedro Sánchez llevase a cabo el desescombro comprometido. Aunque algunos vecinos de A Torre optaron por marchar definitivamente, los que quedaron todavía tardarán mucho tiempo en tener de nuevo un hogar.

El árbol plantado esta tarde, además de simbolizar la unidad y el renacer de un lugar arrasado por la pólvora, es para los vecinos un recordatorio de "la nobleza" y "la solidaridad" de las personas y entidades que les echaron una mano en este recorrido. "Crecerá como recuerdo para las generaciones futuras de la tragedia que aquí sucedió, pero también de los buenos sentimientos que de ella nacieron", ha deseado el portavoz del colectivo, Salvador García, al final del acto.

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