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El enfado lleva al voto, pero también a la abstención

El pueblo con más participación de Cataluña, Malla, y el que más se abstiene, Bausen, coinciden en que están decepcionados

Marc Rovira
Municipio de Malla, en la comarca de Osona, el pueblo donde más se votó.
Municipio de Malla, en la comarca de Osona, el pueblo donde más se votó.Albert Alemany

Si no votas, no te quejes, dice un viejo mantra de la movilización electoral. Analizando los índices de participación en Cataluña de las últimas elecciones generales, se observa que hay quien lo cree a pies juntillas. Pero también existe quien lo desdeña y usa la incomparecencia como herramienta de queja. El pueblo con mayor participación y el que registró más abstención usan idénticos argumentos para explicar resultados opuestos. En Bausen, un pueblo del Valle de Arán de 38 habitantes, solo votó un 57,4% del censo, la localidad más abstencionista de Cataluña. En Malla, un pueblo de Osona de 300 habitantes, la participación fue del 93%. Los habitantes de ambas poblaciones creen que la razón de que hayan ido a votar o no es, en los dos casos, que están decepcionados con la política. 

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Bausen es un pequeño pueblo del Valle de Arán, casi al borde de la frontera con Francia, donde sus pocos habitantes demuestran, con su alta abstención en las elecciones generales del domingo, que tienen tanta memoria como sus antepasados. Hace más de cien años, los vecinos se organizaron para dar sepultura civil a Teresa, una mujer a la que el párroco no quería enterrar en el cementerio por haberse enamorado y formado una familia de su primo. Los habitantes de Bausen mantienen el recuerdo de esta pareja y también apelan a la memoria para evaluar su pasado más reciente y el enfado por las malas políticas públicas les ha llevado a abstenerse por mayoría

Lo afirma Veronique M. Noelle Fontan, la alcaldesa, cuando trata de explicar el por qué de la baja participación. Apenas votó un 57,4% del censo. “Nos sentimos muy abandonados y estamos quemados”, asegura. Recupera los datos de las penúltimas elecciones generales, en 2016, para sustentar su argumento: entonces la participación se elevó hasta el 70,18%. “Fue de las más altas de Cataluña, porque me impliqué e hice campaña pero, desde entonces, nos han dejado desatendidos”.

Aquella vez arrasó el PSC, con un 42% de los votos. El pasado domingo ganó el PP, empatado con ERC. Fontan denuncia que el Ayuntamiento arrastra una deuda de 400.000 euros y sufre el desinterés de las administraciones superiores. Señala el alto porcentaje de votos en blanco, un 16%, para ilustrar el sentimiento de protesta. Manu Gálvez, guía de montaña y vecino del pueblo, avala la teoría del “boicot” a las urnas pero añade que el descontento vecinal también incumbe a la gestión realizada por la alcaldesa: “Tiene a la gente mayor desatendida”. El 80% son jubilados.

El caso de Bausen no es insólito. Talarn, en el Pallars Jussà, tampoco alcanzó el 60% del censo. Entre las grandes ciudades, destaca la poca afluencia de votantes registrada en Figueres, 67,2%.

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Al otro lado de la balanza se sitúa Malla, un pueblo de Osona que no llega a los 300 habitantes y que registró una participación del 93%. No parece sorprendida por el dato Paqui Blasco, la responsable del bar Els Estudis, que está situado al lado del Ayuntamiento. “La participación siempre es altísima”, resalta. Desde su local fue testigo de primera línea del trajín de la jornada electoral. En Malla no hay colegio y se vota en el edificio consistorial. Los miembros de la mesa acudieron a Els Estudis a comer y a avituallarse.

El alcalde Eudald Sentmartí presume de que el pueblo “tiene un alto nivel de madurez democrática” e indica que es costumbre que en cualquier contienda electoral la participación sea muy alta. Opina que, esta vez, más: “Es una manera democrática de manifestar el disgusto de los ciudadanos por el desprecio que les dedican algunos partidos de ámbito estatal”, tercia. En Malla, JuntsxCat conquistó más de la mitad de los votos y el apoyo a fuerzas independentistas superó el 80%.

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