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Convertir en éxito la incertidumbre

La Real Filharmonía, Rubén Gimeno y Birgit Kolar interpretan una gran versión del ‘Concierto a la memoria de un ángel’, de Alban Berg

Un concierto, como cualquier otro acto cultural o espectáculo, está sometido al albur de una serie de circunstancias que rara vez trascienden al público que a él asiste. La Real Filharmonía de Galicia ha celebrado este miércoles con gran éxito un concierto que cuatro días antes parecía condenado a la inexistencia. Estaba prevista la dirección de Paul Daniel. Pero el titular de la Real Filharmonía canceló por problemas de salud, mediante un correo electrónico enviado el miércoles 10 a las 23 horas.

Así las cosas, hubo que buscar un director que sustituyera y Rubén Gimeno fue contratado el jueves a las 15 horas. El anterior titular de la Orquesta Simfònica del Vallés asumió el programa completo pese al número de obras y a que nunca las había dirigido con anterioridad. Un fin de semana de estudio fue suficiente para iniciar los ensayos el lunes 15 “con toda normalidad”, entre la que se cuenta “la baja como de cuatro músicos de la orquesta” antes del concierto –incluida alguna solista-, como declara Belén Hernández, gerente del Consorcio de Santiago.

Como los problemas rara vez vienen solos, la violinista coreana Ye-Un Choi, comunicó el sábado 13 a las 17 horas que había sufrido un accidente que le impedía tocar en el concierto previsto para este miércoles la obra que cerraba el programa. Y esta no era una cualquiera sino el Concierto para violín “A la memoria de un ángel”, de Alban Berg, poco habitual en el repertorio de la mayoría de los solistas de violín. A las 20 horas de esa misma tarde, la directora técnica de la RFG, Sabela García Fonte, ya había contratado a quien finalmente actuó, la violinista húngara Birgit Kolar.

La primera parte del programa estuvo dedicada al compositor gallego-argentino Andrés Gaos (1874-1959). Abrió el concierto su Impresión nocturna, obra para cuerdas escrita para representar a Argentina en la Exposición Internacional de Artes y Técnica de la Vida Moderna, celebrada en París en 1937. La lectura de Gimeno con la RFG partió de un sonido bien empastado y controlado sonido, con una expresión que realzó el clima sereno de la composición. La interpretación de Temporal justo antes del descanso marcó el contraste por el carácter más descriptivo de esta obra, en la que trompas y maderas, especialmente el piccolo de Luis Soto, hicieron sentir la presencia sonora de los meteoros que la inspiran.

Entre ambas, una muestra de los dos estilos de canción de concierto del compositor –la canción gallega y la chanson francesa-, con cinco obras orquestadas por Joám Trillo. La intérprete vocal, la mezzosoprano Marta Infante, mostró una afinación prácticamente perfecta, con una buena potencia y proyección de su voz, que está dotada de un buen brillo. Su interpretación tuvo musicalidad y la ductilidad necesaria para adaptarse a ambos estilos.

La segunda parte se inició con la Fantasía sobre un tema de Thomas Tallis, de Ralph Vaugham Williams (1872 - 1958), obra caracterizada por su fácil audición y su curiosa estructura. Escrita para cuarteto solista y dos orquestas de cuerdas –situadas en paralelo una detrás de otra para este concierto- requiere ser dirigida no solo con una gran precisión sino con una matizadísima gama de potencia y timbre. Ambos aspectos fueron especialmente cuidados en la versión de Rubén Gimeno, llena de musicalidad, y así fue reconocido por el público del Auditorio de Galicia.

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El plato fuerte del concierto era el Concierto a la memoria de un ángel, de Alban Berg.(1885 - 1935), una obra erizada de dificultades. Lo fue ya en su gestación para su autor por motivos personales y lo es para el solista y la orquesta. Para aquel, por el arduo compromiso entre su escritura serial y algunos de sus pasajes, llenos de un virtuosismo alejado de la pirotecnia musical de tantos conciertos. Algo que requiere un gran equilibrio expresivo, que Kolar mostró en todo momento de su actuación, desde aquellos de mayor integración con la orquesta a los que su exposición como solista es mayor.

Para orquesta y director es especialmente difícil tanto en el equilibrio de su completísima orquestación como por el encaje con el instrumento solista. La Real Filharmonía de Galicia sonó a lo grande dirigida por Gimeno. No tanto en cuanto a poderío sonoro –que también, con unos refuerzos perfectamente integrados en el orgánico orquestal- sino por la calidad de sus secciones y solistas. Fue en su conjunto una versión de gran altura que el público agradeció con una fuerte ovación.

Pero a más de uno nos hubiera gustado comprobar cómo habrían sonado las palmas si todos los asistentes al concierto conocieran las dificultades superadas, esas que estuvieron a punto de dar al traste con su celebración. Porque, conociéndolas, al final de un concierto como este uno acaba creyendo que los milagros existen.

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