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“Ser superdotado puede hacerte muy infeliz”

La psicóloga Carmen Sanz está al frente de El Mundo del Superdotado. A través de su fundación, pretende dar voz y mejorar la calidad de vida de los estudiantes con altas capacidades en la región

Daniel Muela
La psicóloga Carmen Sanz, directora de la fundación El Mundo del Superdotado, en su oficina de Madrid.
La psicóloga Carmen Sanz, directora de la fundación El Mundo del Superdotado, en su oficina de Madrid.JAIME VILLANUEVA

Una preocupación sobrevuela la cabeza de Carmen Sanz (Fabero, 51 años) desde hace años: mejorar el diagnóstico para hacer la vida más fácil a los casi 20.000 alumnos de la región que desconocen ser superdotados, 150.000 estudiantes en todo el país. Para la directora del centro clínico madrileño El Mundo del Superdotado la receta básica para limitar el sufrimiento de estos niños y adolescentes, algunos son víctimas del fracaso o el acoso escolar, es sencilla: eliminar burocracia y otorgar mayor autonomía a los directores de los centros escolares. Sanz conoce este universo olvidado, ella también es superdotada. "La de sufrimiento que ahorraríamos a miles de familias si sus hijos subieran de golpe dos cursos en la etapa escolar", asegura.

¿Por qué decidió dedicarse a esta rama del conocimiento?

Toqué techo en el ecuador de mi vida laboral porque en la multinacional en la que trabajaba me dijeron que buscaban gente directiva más joven. Lo que no querían, en realidad, era que ascendiera de puesto por ser mujer. Así que cambié la ingeniería física por la psicología, que siempre me había llamado la atención convirtiéndome en psicóloga clínica experta en superdotación y altas capacidades.

Una pasión que le llevó a fundar El Mundo del Superdotado.

Fue en 2003. Empecé a investigar y trabajar con chicos problemáticos que aún no habían sido diagnosticados como superdotados. También profundicé en la difícil integración de los jóvenes en el entorno empresarial y ahí es cuando creamos la fundación El Mundo del Superdotado. Con una ambición: divulgar el mundo de las altas capacidades y la superdotación y formar al profesorado con las herramientas adecuadas.

¿Qué son las altas capacidades intelectuales?

La ley de Educación habla de ellas, pero no las define. Además, en cada autonomía el baremo para identificarlas es diferente. Aquí hay que reunir tres requisitos: ser superdotado, creativo y sacar muy buenas notas. En Andalucía, en cambio, se debe quedar por encima del 75% en varias áreas. El problema reside en analizar la superdotación como una minusvalía. Los políticos deben entenderlo: no queremos una ayuda económica a estas personas, sino acelerar su etapa escolar para que no tengan problemas en el futuro.

Acelerar curso suele ser un proceso largo.

Por desgracia. Lo que hace falta es voluntad para acortarlo. No puede ser que un niño que nosotros evaluamos con un Cociente Intelectual de más de 130 espere hasta un año a ser cambiado de curso por culpa de una excesiva burocracia. Mientras, el mayor damnificado sigue siendo ese alumno que cuenta con una edad mental dos o tres años mayor que la de sus compañeros.

Lo que propone es...

Pasar de curso en dos pasos. En cuanto se le hayan hecho las pruebas oportunas, el director de cada centro debe tener la potestad de dar la orden, sin perder tiempo. Por eso, necesitan recuperar la autonomía que tenían hace décadas, como cuando yo era pequeña.

Cuando una profesora confió en usted.

Sí. A los ocho años de edad decidió subirme dos cursos, sin esperas. Y eso que llegué a odiar el colegio nada más entrar, cosa lógica, porque les ocurre a muchos niños superdotados al sentirse desmotivados y frustrados. Y gracias a eso llegué a los 16 años a la Universidad. Hay que pensar que acelerar curso es bueno para todos, incluido para el sistema, porque ahorra años de escolarización.

Y los padres, ¿qué papel juegan?

En muchas ocasiones, son ellos los que se dan cuenta antes que nadie de que pasa algo. ¿Pero qué hacen? Acuden al centro educativo y dicen: "creo que mi niño es muy inteligente". Y, a veces, los tutores tiran por tierra esta afirmación. Si no se les diagnostica acabarán fracasando en los estudios y también en su vida personal.

¿El pensamiento divergente sigue arrinconado?

En España no hay oportunidades para demostrar la creatividad en la escuela. Seguimos penalizando el pensamiento sobresaliente porque estamos en contra de lo que sobresale. El talento hay que dejarlo fluir o corre el riesgo de quedarse estancado por mucho tiempo.

¿La inteligencia es sinónimo de felicidad?

Hace años publiqué el libro La maldición de la inteligencia y en él explicaba que, según el apoyo que uno tenga, este don puede hacerte muy infeliz. Los superdotados somos personas inquietas que nos encanta explorar nuevos mundos, pero si no somos capaces de relacionarnos bien con el grupo, se acaba frustrado y marginado.

¿Quiénes presentan menos problemas de integración: hombres o mujeres?

Las mujeres. De cada diez adolescentes que llegan a nuestro centro, siete son chicos y tres chicas. ¿Por qué? Ellas disimulan mejor, dan menos problemas y, por eso, están más escondidas en el entorno familiar y académico.

Formar a los profesores, la clave

Sanz está acostumbrada a ver adultos superdotados con problemas para encontrar pareja, desarrollar sus capacidades en el trabajo o relegados a empleos poco cualificados. Una consecuencia de no haber sido tratados en la niñez. Para evitar estos casos, en EMS organizan cursos online dirigidos a docentes en la formación de las altas capacidades. "Tenemos gente de todas partes. Hace poco, hemos formado a 30 profesores de Chile", dice. Un éxito que también les lleva a convocar un simposio presencial a escala nacional cada año con un aforo de hasta 300 personas.

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Sobre la firma

Daniel Muela
Redactor en Escaparate. También selecciona para Descuentos EL PAÍS cupones exclusivos en la categoría de Tecnología. Antes trabajó en otros medios de comunicación. Ha desarrollado su trayectoria en secciones de EL PAÍS como Local o Última Hora. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense y cursó el Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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