La deuda ya no es un problema
En el último informe sobre Sostenibilidad Fiscal de la Comisión Europea se advertía acerca del riesgo que a medio plazo entraña el alto volumen de endeudamiento público de España. Se trata de un problema real cuya solución necesita del compromiso de todas las Administraciones Públicas. En efecto, hay evidencia empírica que apunta a que un endeudamiento excesivo lastra las posibilidades de crecimiento. Igualmente, un pasivo abultado reduce la capacidad de maniobra de una Administración ante un eventual cambio de ciclo económico.
Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid, se encontró en 2015 que el ejercicio anterior se había cerrado con una deuda que ascendía a 5.936 millones de euros, lo que suponía el 128% de los ingresos corrientes. Hace unos días el Banco de España certificaba que, al finalizar 2018, la deuda del Ayuntamiento ascendía a 2.762 millones (una reducción de casi el 54%). La deuda representa el 55% de los ingresos corrientes, muy por debajo de los límites legales. Desde la oposición, que practica esa dañina costumbre de no reconocer acierto alguno al Gobierno, se dice que esta impresionante reducción no es sino la necesaria consecuencia de la aplicación de la Ley Orgánica de Estabilidad Presupuestaria. Propongo un experimento: si esa ley, en particular la regla de gasto de su artículo 12, es la única explicación a la reducción de la deuda, todas las Administraciones a las que se le aplique el mencionado precepto habrán reducido su deuda en este período. En la Comunidad de Madrid (gobernada por PP y Ciudadanos): 2014 se cerró con una deuda de 25.414 millones; 2018 ha finalizado con 33.270 millones (casi 8.000 millones más), que supone un crecimiento del 31%, situando la deuda en el 188% de los ingresos corrientes. A la Comunidad se le aplica exactamente el mismo artículo 12 que al Ayuntamiento, sin embargo, este ha reducido su deuda prácticamente el 54%, mientras que aquella la ha acrecentado en un 31%. ¿De verdad no influye la gestión realizada? Que los ciudadanos respondan.
Reducir la deuda a la mitad es algo bueno en sí mismo pero es aún mejor si va acompañado de multiplicar por dos la inversión en la ciudad, de aumentar un 58% el gasto social ejecutado, de construir 13 nuevas escuelas infantiles, de renovar la flota de la EMT, de disparar el gasto en vivienda, en mayores, en los distritos que más lo necesitan y todo ello sin subir los impuestos, de hecho, hemos bajado el tipo del IBI. Cuando alguien diga que la derecha puede que sea corrupta pero, al menos, gestiona bien la Hacienda, respondamos que se olvide de mitos, compare la gestión del Ayuntamiento con la de la Comunidad y después extraiga sus propias conclusiones. Ya lo dijo Cervantes: “Cada uno es hijo de sus obras”.
Jorge García Castaño, concejal de Economía y Hacienda
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