La Agencia Catalana de Patrimonio se desinfla
El organismo, creado en 2014, no cumple las expectativas de generar más recursos y públicos y prepara su reforma
Nació en 2014 de forma imprevista, sin proyecto, ni estudio económico y con mucha opacidad, en el momento álgido de los recortes. La Agencia Catalana de Patrimonio Cultural (ACPC) que impulsaron el consejero Ferran Mascarell y su director general de patrimonio, Joan Pluma, ha cumplido cinco años sin conseguir los objetivos para los que se creó: explotar con lógica mercantil, incrementando los ingresos, y turística, aumentando el número de visitantes, los cinco museos de la Generalitat: Arqueologia de Catalunya, Ciència i Tècnica de Catalunya, Història de Catalunya, Arqueològic de Tarragona y Art de Girona y en 38 monumentos y yacimientos, así como el Centre de Restauració.
Los museólogos Xavier Menéndez y Daniel Solé presentaron recientemente en un congreso en Donosti un artículo en el que repasan la trayectoria de este organismo, creado a imitación del English Heritage entre 2014 y 2018. “Los éxitos han sido indudables; las inversiones en la restauración de yacimientos como Ullastret y Empúries, recintos como Escaladei y Sant Pere de Rodes y ciudades como Tarragona y sus restos romanos. También ha mejorado la oferta de servicios: tiendas, cafeterías, restaurantes y audioguías; se ha ganado en agilidad en la contratación y en el cobro de los proveedores”, explican.
Inversiones de Empúries a Tarragona
La ACPC prevé este año un nuevo proyecto museográfico para Empúries, la restauración del claustro mayor de Escaladei, el critopórtico de la villa romana de Els Munts y un centro de atención en el monasterio de Poblet. A todo ello se destinarán los últimos 1,9 millones de euros del programa Patrimonio en Acción de la Fundación La Caixa. También se invertirán 11,5 millones de euros (incluyendo fondos Feder, 1,5% cultural español y aportaciones de las cuatro diputaciones) en la fábrica de Cemento Asland de Castellar de n’Hug, el castillo de Escornalbou, el monasterio de Santes Creus y el museo de arqueología de Tarragona, así como en su teatro romano.
Pero también enumeran los fracasos: “La pérdida de autonomía en la gestión y los recursos humanos de los museos y centros. No se ha implementado el contrato programa entre la Agencia y la Dirección General de Patrimonio de la Generalitat de donde se escindió y de donde se nutrió de personal”. Tampoco se han creado los órganos colegiados de gestión de los museos, aseguran. Para los expertos, no se ha cumplido el principal objetivo de la Agencia: aumentar los ingresos. De hecho, el 85% de los recursos los sigue aportando la Dirección General, ya que los ingresos propios no llegan al 15%. El presupuesto de la agencia ha pasado de 15 a 19 millones de euros, pero tras convenios de patrocinio con La Caixa, aportaciones del 1% cultural catalán, subvenciones del Ministerio de Fomento y la tasa turística ha quedado en 21,6 y 25,7 millones.
Tampoco se han conseguido aumentar las visitas. En estos años solo han crecido en 100.000, alcanzando un total de un millón de usuarios: el 20% escolares y el 40%, turistas.
Los autores destacan dos hechos que hablan de la obsesión recaudatoria vivida por la ACPC estos años: en 2015 se propuso al director del Thetis, el barco del Centre d’Arqueologia Subaquàtica, que organizara cruceros para turistas VIP, con inmersiones incluidas. También que los directores de las excavaciones hicieran visitas personalizadas. “Afortunadamente, este tipo de actividades ya no son prioritarias. En cambio, se han perdido oportunidades, como cuando la productora de Juego de Tronos rodó en Girona y solo se ingresaron 2.230 euros por compensar la pérdida de taquillaje, arguyendo que la ganancia sería por el impacto económico y turístico”.
Un falso negocio
Otro de los déficits que destacan de la ACPC ha sido el de no crear servicios para todo el patrimonio. “La Agencia quería ser un buque insignia del patrimonio catalán, pero cada vez va reduciendo su ámbito de actuación y solo gestiona una parte de las políticas patrimoniales de la Generalitat, colocándose entre los museos y de la Dirección General”.
Según Menéndez y Solé, “son muchos los que opinan que la Agencia ha sido un fracaso, un instrumento fallido y lo mejor es que desaparezca para volver al modelo anterior. Pero eso es muy complicado”. Por eso proponen reformarla “buscando la agilidad y eficacia sobre la rentabilidad económica, anteponiendo el criterio de servicio público al servicio de museos y monumentos, y no al revés”.
Josep Manuel Rueda, director de la Agencia desde junio de 2018, reconoce que los ingresos “han aumentado, pero no lo que se pretendía. Por una idea inocente de personas externas al sector se pensaba que se podría hacer negocio, pero la realidad es la que es”. El ingreso se ha debido, sobre todo, por la subida del precio de las entradas, “que antes eran regaladas”, según Rueda.
El director reconoce que se trabaja para reformar la Agencia. “Será un proceso largo, en el que se modificarán sus estatutos por decreto y por modificación de ley”. La idea es que se centre en dos ámbitos: la gestión del patrimonio propio y en el fomento y uso del patrimonio, vinculado con políticas turísticas y de educación.
En cuanto a los museos, Rueda asegura que van recobrando su autonomía. “Ahora, la Agencia condiciona el plan de acción e interviene en la contratación de personal, pero muy poco en la dirección estratégica. De hecho, los museos pueden firmar convenios con un techo de 60.000 euros y gestionan sus ingresos propios”.
En cuando a su futuro, afirma: “Estoy convencido de que en años los museos saldrán de la Agencia, ya que unos acabarán gobernados por consorcios con otras administraciones, como el que resultará de unir el Museu de Història y el de Arqueologia de Catalunya, o por organismos autónomos, como en el caso del Museu de la Ciència i Tècnica”. Según el gestor, “más que un buque insignia, queremos que la Agencia sea un instrumento eficaz para hacer nuevas políticas de patrimonio y su uso. No intentar hacer lo que se quiso al principio, una sustitución de la Dirección General”.
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