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Arrancan las obras en los Roxy, dos cines históricos que se convertirán en un espacio comercial

Ambos locales, que cerraron en 2013, suman casi 4.000 metros cuadrados

Entrada de los cines Roxy-B, en la calle Fuencarral, en una foto de archivo.
Entrada de los cines Roxy-B, en la calle Fuencarral, en una foto de archivo.Samuel Sanchez
Pablo León

La semana pasada arrancaron unas obras en la calle Fuencarral. Concretamente en el número 123, donde abrían sus puertas las salas de cine Roxy A y Roxy B. La primera fue inaugurada en 1953 —era una de las salas clásicas de la capital—; la otra, en 1996. Ambas hicieron fundido a negro en 2013 y ahora, tras un cambio de uso realizado por el Ayuntamiento a finales de 2015, han comenzado las obras para que se conviertan en un gran espacio comercial.

Los casi 4.000 metros cuadrados (3.965) que suman ambas salas se convertirán en una enorme galería comercial, con cuatro alturas (sótano, planta baja y dos más por encima, según los planos que adelantó SomosChamberí). El inmueble es propiedad de la familia Hernández-Beitia, que hizo su fortuna gracias a las salas cine, pero que diversificaron sus inversiones dedicándolas también al negocio inmobiliario. Tanto el Roxy A como el B están gestionados por la empresa de la familia, Gorbea de Arrendamientos.

El cambio de local cinéfilo a comercial (el paso de uso recreativo a comercial) se realizó a finales de 2015, cuando el pleno del Ayuntamiento aprobó la propuesta con los votos a favor de Ahora Madrid y el Partido Popular. Ciudadanos se abstuvo y el PSOE, socio principal del Ejecutivo de Ahora Madrid, votó contral del cambio de uso: “Fuencarral estaba viva culturalmente. Ahora depende de las tiendas. Cuando los comercios cierran, la calle está muerta”, dijeron entonces fuentes socialistas que ya adelantaron que se iba a erigir un supermercado. También hubo movilizaciones vecinales contra el cambio de uso

Las Roxy no fueron las únicas salas de cine que sufrieron el azote de la crisis. En la calle Fuencarral, que se caracterizó por ser un eje cinéfilo —hubo hasta ocho salas en la zona—, acoge ahora mismo solo dos abiertas (Paz, que acaba de cumplir 75 años, y Proyecciones) y una en remodelación (Palafox que tras anunciar su cierre fue adquirida por la cadena Yelmo).

Las salas de cine estaban protegidas por el Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) hasta el año 2005, cuando el Ayuntamiento, gobernado por Alberto Ruiz-Gallardón (PP) modificó la norma. Un cambio que rompió el blindaje cultural de las salas de cines y permitió su transformación en comercios o viviendas siempre y cuando se respetasen los elementos arquitectónicos así como “palcos, tramoyas y escenarios”. Solo un año después de su aprobación, 11 salas cerraron.

Si en 2003 había, en la comunidad 123 salas de cine, actualmente solo quedan 76, según los datos del INE. A pesar de ese recorte en espacios, un estudio de la consultora PriceWaterHouseCoopers espera que el sector crezca un 3,6% hasta 2022. En la Comunidad de Madrid hay 486 pantallas de cine, el 98,8% digitalizadas, según datos de FECE. El último año se facturaron 128 millones de euros, a una entrada media de 6,58 euros.

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Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

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