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La historia del séptimo arte, a través de los 75 años del Cine Paz

En esta zona, los alrededores de la glorieta de Bilbao, había 14 cines. Quedan dos.

Sergio C. Fanjul
Carolina Góngora, responsable de comunicación del cine Paz.
Carolina Góngora, responsable de comunicación del cine Paz.KIKE PARA

A ver qué ponen hoy: muchos clientes del Cine Paz (Fuencarral, 125) llegan, alzan la cabeza y debaten sobre las películas que se ofrecen. “Pues a mí Cold war me parece que tiene buena pinta”, dice un señor. “A mí me llama más la atención Una receta familiar”, dice su amigo. Y luego se van a la cola, bien populosa, a deliberar amistosamente. “Para buena parte de nuestro público asistir a los Paz es ya una cita regular, así que vienen a ver qué les ofrecemos, sin planes previos”, explica Carolina Góngora García, responsable de Comunicación y miembro de la tercera generación de la familia que regenta estos cines, desde que los compró el abuelo Maximiliano García, en 1978.

Antes, hubo otras dos familias propietarias (Paz era el nombre de la esposa del fundador), que lo dirigieron desde sus inicios, en 1943, el año en que empezó a ser obligatoria la emisión del NO-DO en los cines.

El abuelo tenía una tienda de recambios de coche en la calle Génova, pero estaba abierto a otras oportunidades que la vida pudiera ofrecerle. “En aquella época el cine se estaba popularizando en España y empezaron a verse colas en las taquillas: el abuelo pensó que aquel podía llegar a ser un buen negocio”, explica su nieta. Y tenía razón: García compró su primer cine en 1941, el Urquijo, en Argüelles, y, aupado en el boom de los cines españoles de los años 60, el flamante empresario llegó a tener 14 salas en la ciudad, formando un potente grupo que llevaba su nombre: Maximiliano García Álvarez.

Entre ellos se encontraban el Cine Azul, el Carlton, el Candilejas, el Real Cinema, el Alexandra..., todo un emporio de pantallas diseminadas por la almendra central madrileña. El cine Paz, que fue el último en unirse a la lista, llegaría a formar parte del grupo con su compra en 1978. “Curiosamente, mi padre no tenía clara la compra de los Paz, pero ha resultado ser el último de nuestros cines que resiste”, comenta Góngora.

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Así que el cine Paz cumple 75 años, hoy bajo la dirección de Mariano Góngora, hermano de Carolina, y lo cierto es que es para estar de enhorabuena, después de los continuos cierres que han sufrido los cines en el centro de la capital. En esta zona, los alrededores de la glorieta de Bilbao, había 14 cines, de los que ahora solo quedan dos, el Paz y, casi enfrente, los Proyecciones, de corte más comercial. Los Roxy, vecinos inmediatos de los Paz cerraron en 2013, y los Palafox, en la cercana calle Luchana, están en proceso de reforma. Solo tres cines de Gran Vía (Capitol, Callao y Palacio de la Prensa) son más longevos. ¿Cuál es el secreto para sobrevivir cuando las salas han ido cayendo a través de los años como fichas de dominó?

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“Apostamos por películas independientes o europeas, dobladas, siempre de contenido muy humano, nada de terror, violencia o ciencia ficción, solo historias bonitas”, explica Góngora. Su público, además, suele estar de los 50 años para arriba, con lo que han adelantado los horarios para evitar acabar demasiado tarde. “Es un público muy fiel y mayoritariamente femenino”, dice la responsable, “nosotros mantenemos los acomodadores, que actúan también como prescriptores y dan un trato más cercano”.

La entrada del cine Paz, en la actualidad.
La entrada del cine Paz, en la actualidad.KIKE PARA

Eso de la cercanía es una cosa que ha cambiado en el negocio: si las anteriores generaciones dirigían mayormente desde la oficina, la nueva está más presente en las salas. “Pasan cosas como que mi hermano Mariano, que es el gerente, ayude a una señora en silla de ruedas a llegar a su butaca”, cuenta Góngora, “si tenemos que hacer de acomodadores o servir palomitas, nos ponemos a ello”. Aunque, según se ve a la entrada a la sesión, su clientela media no es muy aficionada a las palomitas y los refrescos. Y, como se sabe, el bar es uno de los pilares de la economía de los cines contemporáneos. No importa: aquí tienen otros atractivos más allá del maíz chisporroteante.

Seguir la historia del cine Paz es seguir la historia de todos los cines. Se inaugura en 1943 con la proyección en blanco y negro Antes de entrar dejen salir, con María Dolores Pradera, a cuatro pesetas la entrada. El color llega en 1951, con El sueño de Andalucía, un éxito que permanece 19 semanas en cartel. En 1959 son pioneros en España en la instalación del sistema TODD-AO. “Se trata de un sistema con buena definición de imagen que, además, permitía por primera vez el sonido direccional que salía de detrás de la pantalla, es decir, si el actor estaba a la derecha de la pantalla, su voz se oía por ese lado”, explica Góngora.

Más tarde, ya en 1990, innovan implementando el sistema THX, otra mejora en el sonido y la imagen que estrenan con la proyección de Regreso al futuro y a cuya inauguración acuden los Reyes de España. Otro ilustre visitante del cine fue el actor estadounidense Nick Nolte, que acudió a esta sala para la presentación de la película El príncipe de las mareas, de 1991. En 1997 llega una importante reforma que cambiaría para siempre la fisionomía de este cine: la sala única de 998 butacas se parte en las cinco salas actuales que suman las mismas butacas. Era hora de ampliar la oferta para ser más competitivos en el mercado de las salas de cine.

El cine Paz con el cartel de 'Doctor Zhivago' en 1968.
El cine Paz con el cartel de 'Doctor Zhivago' en 1968.KIKE PARA

Un último hito tiene lugar en 2017. “La reciente llegada de lo digital ha sido un punto de inflexión”, dice Góngora, “los proyectores cuestan 50.000 euros y no se sabía si se iban a amortizar. Nosotros hicimos la transición, pero muchos otros cines eligieron cerrar”.

La difícil historia de los cines ha pasado por diferentes escollos, como la llegada de los videoclubs en los ochenta pero, sobre todo, el pirateo que trajo Internet en los últimos 90, más dañino, según afirman, que las actuales plataformas digitales.

“Se pirateaban muchas películas, pero lo más importante fue el cambio cultural que conllevó, la pérdida del valor de ir al cine”, dice la responsable de comunicación, que recuerda también su infancia en este lugar: “Cuando era niña venir al cine era un gran acontecimiento, una cita especial, hoy no es un momento tan único, eso lo hemos perdido”.

Cambio en los hábitos

En general, con los cambios en los hábitos de consumo y la apertura de grandes cines multisala en los centros comerciales periféricos, dedicados a los blockbusters palomiteros, la estrategia para el cine en el centro es la especialización. La del Paz, pero también la de los cines en torno a Plaza España, donde se proyectan películas en versión original, la sala Artistic Metropol, dedicada al cine de género, los ciclos de la Sala Berlanga, los documentales de la Cineteca, los crecientes cines de verano o la Filmoteca Nacional y su Cine Doré, donde se guardan las esencias cinematográficas.

Una novedad en algunos grandes cines es la versión Luxury, que ofrece butacas de gran comodidad y amplia oferta gastronómica, para comer hamburguesas, pizza o perritos en el cine como en un restaurante, con camareros y todo. Para algunos, un sacrilegio. Pero lo cierto es que cada vez hay más formas de ver películas.

Cartel del primer filme proyectado en 1943.
Cartel del primer filme proyectado en 1943.

“Desde 2005 la normativa municipal permitió que las salas de cine se dedicasen a otros fines”, dice la responsable, “y eso permitió que muchas se convirtieran en negocios diferentes, como tiendas de ropa”. ¿No da tristeza ver como los cines de la ciudad se convierten en franquicias textiles y fast foods? “En cierta manera sí, pero cuando estás dentro lo entiendes: había familias que tenían un cine que no funcionaba y no podía hacer ya nada con su local”, dice Góngora. En este sentido, se han dado fenómenos interesantes: los multicines Luchana se han reconvertido en multisalas, pero de teatro; mientras que el cine porno que languidecía en la calle Duque de Alba, cerca de Tirso de Molina, el último de la ciudad, es ahora la Sala Equis, que combina las proyecciones independientes con la hostelería moderna: gin tonics, baos, hamburguesas veganas...

Entre los grandes éxitos del cine Paz se encuentran Doctor Zhivago, que estuvo 481 días en la cartelera, La leyenda de la ciudad sin nombre, El príncipe de las mareas o El hijo de la novia, que ha sido la película más taquillera en el Paz durante el s. XXI. West Side Story estuvo todo un año en cartel, y el cine recibió la visita estelar de uno de sus actores, George Chakiris. Estas y otras películas imprescindibles pueden verse en pantalla grande dentro del ciclo que el Paz han organizado, entre los días 9 y 15, para celebrar su aniversario.

“Esto ha cambiado mucho”, dice el proyeccionista Miguel Ángel Velix, que recibe en la abuhardillada cabina de proyección, donde cinco proyectores digitales hacen posible la magia del celuloide pero sin celuloide y con una calidad mucho mayor. Aún conservan uno de los viejos proyectores en 35 milímetros, que duerme melancólico en su jubilación. “Ahora es un trabajo menos exigente físicamente, porque las cintas podían pesar hasta 20 kilos, pero más cansado psicológicamente: la informática falla también y hay que estar pendiente de más factores. Antes era más bonito”, dice el proyeccionista, que lleva 20 años desplegando historias sobre las pantallas. “Aunque apenas puedo ver ninguna”, dice.

Aunque la situación de los cines pueda parecer catastrófica para el ciudadano de pie que asiste a su cierre y conversión en supermercados o franquicias textiles, los datos hablan de estabilidad. Madrid es la ciudad que más cine en sala consume, con tres visitas al año por habitante. “Muchos cines han cerrado en el centro, pero se han abierto en la periferia”, explica Borja de Benito, portavoz de la Federación de Cines de España (FECE), “aunque no lo parezca, el consumo va en aumento, y no está demostrado que plataformas como Netflix hagan daño a este negocio”.

Después del duro ajuste en las calles principales del centro (los icónicos carteles de películas hechos a mano ya han desaparecido de Gran Vía), la situación está estabilizada. “El futuro lo vemos bien”, dice el portavoz, “más allá de otras tecnologías el gran valor del cine es bien sencillo: la gran pantalla, la sala oscura, eso siempre ha estado y siempre va a estar”.

Según un estudio de la consultora PricewaterhouseCoopers se espera que el sector crezca un 3,6% hasta 2022. En la Comunidad de Madrid hay 486 pantallas de cine, el 98,8% digitalizadas, cifra que se ha mantenido estable en los últimos años, según datos de FECE. El último año se facturaron 128 millones de euros, a una entrada media de 6,58 euros.

En el Paz, además, diversifican con la celebración de eventos o la emisión de espectáculos (en directo o en diferido) de danza u ópera desde grandes centros culturales europeos como el Royal Opera House de Londres, La Fenize de Venecia o la Scala de Milán, que tienen gran éxito entre el público de estos cines. Son el primer cine en Madrid y cuarto en España en cuanto a asistencia a este tipo de retransmisiones culturales. ¿El futuro? “Somos supervivientes y vamos a seguir aquí”, concluye Góngora, “la experiencia del cine es insustituible”.

Una única sesión de grandes clásicos en la sala oscura

Los cines Paz celebran su aniversario por todo lo alto con un ciclo, titulado 75 años de cine contigo, entre el 9 y el 15 de noviembre, programado por la empresa mk2 Sunset Cinema. Entre las películas que se podrán ver, en una única sesión por película y en pantalla grande, se encuentran varias tipologías. Filmes que han sido sellos de identidad de este cine a lo largo del tiempo como West Side Story, Doctor Zhivago, Chinatown, El resplandor, La vida es bella, El hijo de la novia o La Gran Belleza. Grandes clásicos de la cinefilia como El guateque, Cabaret, La noche del cazador, 12 hombres sin piedad, Un tranvía llamado Deseo o My Fair Lady. Hitos de los años setenta, ochenta y noventa como Alguien voló sobre el nido del cuco, Barry Lyndon, Manhattan, Regreso al futuro o Amanece que no es poco. O muestras notables del nuevo cine latinoamericano como la argentina El hijo de la novia o la mexicana Amores perros. Las sesiones de tarde estarán dobladas y las nocturnas, en VOSE. Las celebraciones se complementarán con una exposición en el vestíbulo de las salas que recoge material acumulado de la historia de este cine, con imágenes de archivo inéditas y un vídeo conmemorativo del aniversario.

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Sobre la firma

Sergio C. Fanjul
Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980) es licenciado en Astrofísica y Máster en Periodismo. Tiene varios libros publicados y premios como el Paco Rabal de Periodismo Cultural o el Pablo García Baena de Poesía. Es profesor de escritura, guionista de TV, radiofonista en Poesía o Barbarie y performer poético. Desde 2009 firma columnas y artículos en El País.

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