Un piano suspendido en el aire para invocar a Carles Santos
TNC y OBC presentan hoy un homenaje al músico de Vinaroz
En un espectáculo concebido como homenaje a Carles Santos, artista y uno de los más significados compositores de música contemporánea fallecido en diciembre de 2017, no podía faltar uno de sus elementos centrales: el piano. Y de una forma nada convencional: suspendido en el aire sobre las cabezas de los músicos. Ésa será la imagen que tendrán los espectadores de Se’ns n’ha anat el SANTos al cel, el espectáculo que se verá este martes en el Teatre Nacional de Catalunya con la Orquesta Simfònica de Barcelona i Nacional de Catalunya (OBC). Ambos centros culturales han diseñado un espectáculo que parte de la propia música de Santos en el que el elemento escénico será de impacto. “Está pensado como un concierto/espectáculo, algo que le hubiera gustado escuchar al propio Carles”, comentaba Jordi Oriol, director escénico del montaje y que trabajó con el músico de Vinaroz en Esquerdes parracs enderrocs en el TNC hace tres años.
La dirección musical correrá a cargo de la “irreverente” batuta de Wanda Pitrowska, algo así como la personalidad femenina de Xavier Albertí, director del TNC, que para el concierto ha creado la composición Homenatge glòtic a Johny Weissmüller que será interpretado por el tenor —y colaborador de Santos — Antoni Comas. “Estoy seguro que el público se lo pasará muy bien”, avanzó Comas. “Es un homenaje al actor que dio vida a Tarzán que era todo un prodigio vocal. La composición se inspira en la Cavalcada de las Valquírias de Wagner que se pone en relación con los famosos gritos de Tarzán en la selva”, comentaba Albertí. En esa representación, Comas empezará vestido de frac para acabar semidesnudo y volando —no con una liana pero sí algo parecido— sobre el escenario.
Wanda —que irá vestida con un aire a lo Marlen Dietrich — mantendrá en el escenario una “relación musical-copulativa con el espíritu de Santos” , avanzó Albertí, momento en el que el piano descenderá hasta posarse en el escenario. Serán unos 80 minutos de Santos en espíritu total. El programa se iniciará con los siete movimientos de pianola de L’esplèndida vergonya del fet mal fet, en una grabación del propio Santos, y proseguirá con Sama Samaruck Suck Suck, que se representó en el TNC en 2002. Después la OBC acometerá los siete movimientos de Belmonte (Uníson, Obstinació, Esplendor de la por i de la violència, Sortida del bou, Banderilles, Pasodoble y Mort) que por primera vez se podrán escuchar en versión de orquesta sinfónica. Para Albertí, es una obra destinada a “ser la catedral gótica de la composición de la música catalana”. El programa se cerrará con Ricardo y Elena, el espectáculo que Santos realizó partiendo de la figura de sus padres que se vio en el TNC en la temporada de 1999/2000.
Auditori y TNC se reivindican en el eje del ‘hub’ de Glòries
“Estamos en el que se está proyectando como el segundo hub de Barcelona, el de la plaza de las Glòries vertebrado en la misma plaza, el Museo del Diseño y Els Encants. Y el TNC y nosotros somos dos piezas fundamentales de esa nueva centralidad”, apuntaba Robert Brufau, director del Auditori que presentó junto con Xavier Albertí el espectáculo en homenaje a Carles Santos. Los dos tienen la sensación de estar al frente de dos grandes equipamientos de ciudad que, además de darse la espalda literalmente, no son muy tenidos en cuenta.
Probablemente los intereses políticos de las administraciones que impulsaron los dos centros —la Generalitat el TNC en 1996 y el Ayuntamiento el Auditori en 1999— sean el origen del problema junto con los puntos de vista de dos arquitectos estrella: Ricardo Bofill (TNC) y Rafael Moneo (Auditori). Durante décadas, los dos centros, separados físicamente por la calle Padilla—, han tenido sus propios caminos que apenas se cruzaban. En lo últimos años, TNC y Auditori han propiciado proyectos conjuntos, entre los más destacados el Rèquiem per a Salvador Espriu, además del de Santos de hoy. Una colaboración que los responsables de los dos centros aseguran que irá a más: "Nosotros tenemos que ser los que impulsemos, en buena parte, esa nueva centralidad y la musculación de la llamada Plaça de les Arts", apuntaba Albertí que no ocultaba la falta de impulso político a que eso sea posible y confiaba en que el nuevo equipo de gobierno que surja de las próximas elecciones municipales se lo tome "en serio de una vez por todas".
Por los dos equipamientos pasan una media de 700.000 personas cada año, entre los que asisten al TNC como público de las representaciones y las otras actividades que organizan; y los conciertos del Auditori, el Museo de la Música y los jóvenes y familias que participan en el amplio programa educativo. “Tampoco sería tan complicado, de salida, peatonalizar la calle de Padilla y buscar el encuentro de dos grandes piezas urbanas que, por tener, no tienen ni siquiera plantados los mismos árboles”, se quejaba Albertí.
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