Sentirnos cerca
El Instituto Cervantes organizó un diálogo con poetas de las distintas lenguas habladas en España y de Argentina
Esta semana he participado por primera vez en un acto en el Instituto Cervantes, con sede en calle Alcalá. Un lugar emblemático que me provoca una reverencia cada vez que paso por su puerta. El Cervantes es la institución pública cultural más importante a nivel mundial, me atrevería a decir. Sus objetivos son la promoción y enseñanza de la lengua española y la difusión de la cultura de España e Hispanoamérica. Hay centros repartidos por toda la geografía: desde Casablanca a Salvador de Bahía pasando por Alburquerque, Yakarta, Sídney o Nueva Delhi, lo que me lleva a una de tantas reflexiones al respecto: la lengua no entiende de distancias, es un vehículo de unión, de conexión con las raíces, de seguridad ante lo nuevo.
El caso es que cuando llegué pude ver por primera vez uno de los grandes tesoros que esconde el Instituto Cervantes: la Caja de las Letras. La sede cultural tiene una cámara acorazada, ya que antiguamente era el edificio del Banco Central, y ha decidido aprovecharla de la mejor manera: convirtiéndola en una bóveda literaria de carácter invaluable. En ella, varios personajes de la cultura hispánica como Antonio Gamoneda, Carmen Balcells, Ana María Matute, Miguel Hernández, Caballero Bonald, Juan Marsé, Victor Ullate, Chus Visor, Beatriz de Moura o Jorge Herralde, entre otros, han dejado en una caja de seguridad un legado secreto, así como la fecha de apertura para que el público descubra lo que custodia. Algunas ya se han abierto, a otras les queda muy poco y otros se decantaron por una fecha imposible.
La curiosidad es inevitable. Al visitarlo, me pareció que la iniciativa reunía todos los ingredientes de una buena novela de misterio, aparte de ser un acto de justicia poética: un banco convertido en una cámara de secretos literarios.
El acto, organizado por el director y poeta Luis García Montero, consistió en un diálogo entre las lenguas habladas en España así como con el castellano hablado en Argentina. De este modo, reunió a un poeta gallego (Miguel Anxo Fernán Vello), uno catalán (Àlex Susanna), una vasca (Miren Agur Meabe), uno asturiano (Xuan Bello), una argentina (María Negroni) y una española (yo misma). De todos ellos aprendí, con sus lecturas disfruté y a través de sus versos comprendí sus lenguas. La magia de la poesía, supongo. Ojalá, como apuntó Àlex, pueda volver a repetirse como se hacía antes: sin crispaciones, con respeto, por el puro placer de escucharnos y de disfrutar de nuestra riqueza idiomática.
Fue un gran acto, una mano entrelazada en un momento necesario, y no faltó el debate. Al final, todos nos quedamos con la reflexión de un joven de Almería que se pasó a escucharnos: “es la primera vez que escucho un poema en euskera y, aunque no he entendido nada, me he sentido más cerca que nunca”.
Así es. Así debe ser. Sentirnos cerca aunque no nos entendamos. Madrid me mata.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.