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Año 2100: Barcelona se queda sin playa

La bienal de la Ciudad y Ciencia marca la futura línea de mar en la Barceloneta

Carlos Garfella
Las futuras líneas de costa en la playa de Somorrostro, en la Barceloneta.
Las futuras líneas de costa en la playa de Somorrostro, en la Barceloneta. Albert Garcia (EL PAÍS)

El sueño de esa Barcelona olímpica que empezó a mirar hacia el mar puede acabar, literalmente, engullido por las olas. Este es el escenario sombrío que la Bienal de Ciudad y Ciencia ilustró ayer en la playa de Somorrostro con Línea Blava, una actividad científica que permitió imaginar hasta dónde llegará el mar en el futuro debido al calentamiento global. “Impuesto específico para los plásticos” o “hacer leyes para reducir las emisiones de CO2” fueron algunos de los mensajes que padres e hijos pegaron sobre los carteles que marcaron la previsible línea costera para 2035, 2050 y 2080. El año 2100 se quedó sin espacio en la arena porque según el científico Ricard Solé “Barcelona ya no tendrá playa”.

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Los futuribles límites costeros que el acto de la bienal marcó sobre la arena fueron de todo menos alentadores. Los tres carteles (con los años 2035, 2050 y 2080) que partían desde la actual línea de mar se acercaban hasta llegar al paseo marítimo, límite entre la arena y el cemento. A escasos metros, en el restaurante Arenal, situado a pie de la playa del Somorrostro, frente al Hospital del Mar de Barcelona, un camarero respiraba aliviado. Como mínimo, la terraza en la que a diario sirve cervezas no acabará engullida por el mar hasta 2080. “Aunque no creas, hay días de tormenta en los que tenemos que poner sacos de arena para protegernos de las olas”, añadía el trabajador.

Los deportistas que a diario practican deporte en las barras instaladas en la playa del Somorrostro, sin embargo, se pueden quedar ya sin espacio en el 2035. “Eso, asumiendo que no se toman medidas. A nivel de gestión de las playas, igual habrá que plantearse soluciones alternativas. No diría que todo pueda acabar con una estructura de hormigón, pero es posible que haya que renunciar a ciertos de los usos actuales en algunas zonas”, explica Gonzalo Simarro, científico del Institut de Ciències del Mar (CSIC), quien advierte de la necesidad de aumentar las inversiones para poder mantener los usos actuales.

“En la zona costera que bordea el paseo marítimo nos quedaremos sin playa. Pero es que en la zona de la Barceloneta más cercana al mar el agua inundará el barrio. Infraestructuras como el metro se verán todavía más afectadas”, decía ayer Solé mientras algunos niños dejaban mensajes reivindicativos en la arena.

Antes, Jordi Salat i Umbert, oceanográfico y matemático del CSIC, había explicado en la Fàbrica del Sol los efectos del cambio climático. Entre otras cosas, Salat i Umbert explicó que desde el año 1700 el nivel del mar ha subido algo más de 20 centímetros. Y que la previsión es que en el 2100 el aumento sea de 1,2 metros. “Esto supone que en episodios de tormentas con olas de hasta dos metros el Paseo marítimo de la Barceloneta pueda romperse”, auguró.

“Perder playas o que Venecia acabe inundada no será lo más grave, sino las vidas humanas de países como Bangladesh”, añadió el científico ante la atenta mirada de las decenas de niños que ayer participaron en la acción.

La arena, un quebradero de cabeza para el Ayuntamiento

Clara Julià

La regresión de la arena en el litoral es un quebradero de cabeza constante para el Ayuntamiento de Barcelona. Las tormentas que sacuden la costa no salen baratas. Como en enero de 2017, cuando una tormenta causó daños en las playas de Sant Miquel y las zonas de baño del Fòrum. Entonces el Consistorio calculó que los costes para reponer la arena eran de 350.000 euros. Antes, en 2016, el gobierno municipal reclamó al Estado 800.000 para reponer las playas de la Barceloneta, Somorrostro y Nova Icària.

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Sobre la firma

Carlos Garfella
Es redactor de la delegación de Barcelona desde 2016. Cubre temas ambientales, con un especial interés en el Mediterráneo y los Pirineos. Es graduado en Derecho por la Universidad de las Islas Baleares, Máster en Periodismo de EL PAÍS y actualmente cursa la carrera de Filosofía por la UNED. Ha colaborado para otros medios como IB3 y Ctxt.

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