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Por qué adaptar el voluntariado a tu vida es más fácil de lo que parece

Madrid cuenta con 13.200 personas que compaginan su día a día con la ayuda desinteresada en diferentes actividades. Y aseguran que ellos son los que salen ganando

Varias de los personas que forman parte de Voluntarios por Madrid.
Varias de los personas que forman parte de Voluntarios por Madrid.D.G.

En Madrid, donde sus habitantes presumen y lamentan ir siempre con prisa, 13.200 personas dedican una parte de su tiempo libre en ayudar a otros. Y lo llaman inversión porque consideran que al final los que salen ganando son ellos. Con motivo del Día Internacional del Voluntario, unos cuantos voluntarios nos explican que hacerlo es más fácil de lo que parece.

Adrián Pena (31 años), azafato de vuelos

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¿Qué es un voluntario?

"En un momento de inactividad, en el que estaba cambiando de trabajo, me apunté. Ahora sobre todo ayudo a personas mayores. Yo tengo que estar muy comunicado con mi coordinador, porque en mi trabajo los horarios son muy cambiantes. Él sabe mis días libres y si hay actividades esos días me llama. Pero tengo la suficiente confianza como para decirle si estoy cansado, o quiero ir a hacer otra cosa, y buscan a otra persona. En mi caso yo soy lo que se denomina como golondrina, que somos los sustitutos de alguien que falla a cualquier actividad fija".

Ana García (73 años), jubilada

"Yo le dedico alrededor de cinco horas cada semana. Dos de ellas estoy ayudando a una señora mayor y otras tres con unos niños en Vicálvaro colaborando con sus deberes y sus tareas. Ahora, como estoy también un grupo de baile, hay días que no tengo posibilidad de ir. En ese momento llamas al voluntariado y les dices: 'oye, que me doy de baja este día' y se acabó. Ellos buscan a otros y no hay absolutamente ningún problema".

Carlos Viñas (44 años), psicoterapeuta

Los Voluntarios por Madrid delante del Palacio de Cibeles.
Los Voluntarios por Madrid delante del Palacio de Cibeles.D.G.

"Esto exige un cierto compromiso, pero no interfiere para nada en tu ocio ni en tu trabajo. Depende del momento del año, pero yo voy entre 5 y 10 horas a la semana y hago de todo. Cuando tú llegas, los coordinadores se adaptan a ti y a tus necesidades, pero como tú lo acabas incorporando según tus horarios y tus prioridades, lo ajustas con lo demás y no molesta en nada".

Luisa Milano (51 años), fisioterapeuta

"Al final, acabas yendo porque te sientes comprometida y ves que no puedes faltar, pero ellos siempre te insisten en que si no puedes no ocurre absolutamente nada, que somos muchos y hay sustitutos. Pero tú misma estás tan comprometida que no te supone ningún esfuerzo, todo lo contrario, porque te acabas viendo que de esta forma eres útil, y da muchísima satisfacción".

Alejandro García (19 años), estudiante de Derecho y Relaciones Internacionales

"Tenemos mucho tiempo libre que no aprovechamos. Yo como estudiante un día me senté y pensé: 'todos estos ratos muertos lo podría utilizar para hacer algo bueno para lo demás'. Acabé dando clases en un colegio a niños que no podían acceder a profesores. Solo me suponía una hora y media a la semana. Son muy flexibles. Eso sí, lo mejor es no faltar a no ser que no puedas ir por algo. En cuanto fallas un día porque no te apetece, ya tienes la excusa para no ir al siguiente. No supone para nada un estorbo para mi carrera. Ahora que tengo exámenes, por ejemplo, se lo comunico y les digo que no puedo".

Inés Arias (52 años), ayuda a domicilio a personas mayores

"Cuando no tenía trabajo, iba a ayudar por la mañana repartiendo desayunos en un colegio. Pero cuando conseguí un empleo, tuve que dejarlo y ahora hago cosas puntuales, cuando ellos me llaman y tengo tiempo. Siempre que puedo les ayudo, aunque ahora tenga menos tiempo. Cuando veo que voy a librar un día les llamo. Si te gusta no te supone ningún esfuerzo. Hay mucha comunicación y eso te permite ayudar sin perder tiempo".

Cesia Rojas (22 años), estudiante de un grado medio de Gestión Administrativa

"Yo no tengo un día fijo a la semana. Hay semanas que te proponen actividades de viernes a domingo, y otras que no hay nada. Te preguntan si te apetece participar en una actividad y tú aceptas o no, en función de tu tiempo y ganas. Intento estar comprometida y estar siempre que puedo a su disposición, pero hay veces que es imposible y siempre hay alguien que te puede sustituir".

Fernando García (70 años), jubilado

"Durante 40 años he estado colaborando como voluntario. Antes, cuando trabajaba, compartía el horario laboral y trabajaba media jornada y ellos se amoldaban a mis horarios. Desde que tengo más tiempo libre, al estar jubilado, por lo menos le dedico al voluntariado 10 horas a la semana, y algunas semanas incluso más. Siempre que llaman estoy dispuesto, sea la tarea que sea".

Juan Ángel Martín (69 años), jubilado

"Yo me acabo de apuntar hace un mes. Todavía no sé muy bien como afectará a mi rutina, pero todo lo que he hablado con gente que lleva trabajando tiempo con ellos me indica que no hay problemas a la hora de compaginarlo con cosas como ir a ver a mis nietos. Eso sí, una vez que me he apuntado, tengo claro que hay que ser responsable, y en función de mis posibilidades, cumplir con lo que me asignen".

Fernando Cabadas (66 años), jubilado

"El coordinador te llama, y te pregunta cómo te viene ir a ayudar en la actividad que sea. Y si puedes acudes. Como a todos nosotros nos encanta ayudar, no solemos tener ningún problema. Como ahora tengo bastante tiempo, se coordina bien. Ellos avisan con tiempo y saben que por las mañanas suelo estar más liado, así que me suelen ofrecer cosas por la tarde, sobre todo ayudar con niños pequeños, que me encanta. En todo momento se preocupan de saber tu disponibilidad y tú no te tienes que preocupar de casi nada. Y tienes la libertad suficiente para decir no voy, porque ellos saben que somos voluntarios, y te respetan".

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