Razones para aislarse
Laurie Anderson presenta una instalación que ofrece experiencias inmersivas personalizadas con gafas de realidad virtual
Paredes que aparecen y desaparecen. Pasillos infinitos. Lugares en los que todo parece posible. Chalkroom es una estructura inabarcable que se forma y transforma continuamente. Una instalación de Laurie Anderson en la que aislarse y dejarse llevar. “Cada cual decide hacia donde andar, volar o deslizarse. Hay cientos de situaciones en esta pieza. Todavía no se han desentrañado todos los secretos que esconde”, comparte la artista. Al ponerse las gafas de realidad virtual comienza la experiencia. Ninguna es igual a otra.
En la cuarta planta del Espacio Fundación Telefónica, en Fuencarral con Gran Vía, se encuentra lo último de la cineasta, dibujante, compositora, cantante, instrumentista, fotógrafa y escritora. El tiempo de cada entrada está limitado a 15 minutos. Hasta el 13 de enero, previa inscripción gratuita, se puede visitar esta creación que fue premiada hace unos meses en Venecia.
“La realidad virtual mezcla percepción y memoria. Te aísla”
El jueves por la tarde ella misma presentaba la instalación en una charla abierta al público. Lleno total para escucharla. “La realidad virtual mezcla memoria y percepción. Es una vivencia extraña. Te aísla del mundo. Te pones las gafas y desapareces”. Ahora está entregada a esa tecnología y sus posibilidades, pero al principio no le convencía. Rechazaba su lenguaje visual. “Es muy plano”. Junto a Hsin-Chien Huang exploró nuevas vías. En ‘Chalkroom’ sólo hay trazos en blanco y negro. “Quise hacer algo polvoriento”.
El resultado es una cámara oscura llena de dibujos y palabras. Una especie de gran pizarra en la que adentrarse y perderse. “No hay principio, medio ni final. No hay ningún camino establecido. Hay que tomar las decisiones sobre hacia donde ir. Hay quien es como Ícaro y quiere volar hacia el Sol, sin mirar alrededor”. Tras su paso por Taipei o Sao Paulo, la instalación es una muestra más de la necesidad continua que la viuda de Lou Reed tiene de investigar nuevas formas de creación. Un espacio donde también se puede flotar. “Si tienen vértigo no es aconsejable”.
Laurie Anderson siempre ha querido contar historias, de una manera u otra. Ha explorado indistintamente las artes visuales, la performance, la música, la literatura o el cine. Estudió Historia del Arte en el Barnard College de Nueva York, que se fundó en respuesta a la negativa de la Universidad de Columbia a admitir mujeres en sus aulas. En los primeros 70, se buscó la vida escribiendo para revistas como Artforum, ilustrando libros infantiles y dando clases como profesora. “A veces no me acordaba de nada y me inventaba las historias para mis alumnos. Hablaba de un faraón o de otro inventándome las historias”, recordaba el otro día en Madrid.
Cuando tenía 27 años pasó una larga temporada deprimida. “Decidí que me iba a pasar el día en la cama hasta que encontrara una razón para levantarme”. Pasaba más horas durmiendo que despierta. Los sueños siempre le han interesado mucho. Hace una década publicó un diario de sueños titulado ‘Vida nocturna’. En sus páginas dibujaba el espectáculo mental de cada noche a lo largo de un año. “Mis sueños se volvieron salvajes, vívidos, cada vez más implacables. Comencé a dibujar estos sueños en defensa propia. A menudo eran versiones alternativas de lo que me ocurría por el día. A veces eran atmósferas muy cargadas, sensaciones, emociones. Representaciones de desconcierto, éxtasis, ingravidez, abandono, libertad”, escribía a modo de introducción en un libro que aún no se ha editado en España.
Invitada por el Festival Rizoma, Laurie Anderson llegó el martes a Madrid. El miércoles por la tarde fue al Reina Sofía, donde ofreció la perfomance ‘All the Things I Lost in the Flood’, partiendo del libro que escribió después de que el huracán Sandy inundara su sótano y arrasara con todo lo que guardaba. Las entradas se agotaron a la media hora de salir. Tras introducir ’Chalkroom’ el jueves en el Espacio Fundación Telefónica, regresó ayer para profundizar sobre sus procesos creativos en un nuevo encuentro. Después se acercó al Cine Doré para presentar la proyección de su película ‘Home of the Brave’, dentro del ciclo que le dedica la Filmoteca Española titulado ‘Todo está conectado’.
‘Heart of a Dog’, donde comparte reflexiones al hilo de la muerte de su perra Lolabelle y de su marido Lou Reed, es otra de las cintas seleccionadas. Su voz suave narra una historia que explora el dolor de la pérdida. Una película conmovedora que combina metraje animado y Super 8. Además, en la sala de la calle Santa Isabel se podrán ver ‘Hidden Inside Mountains’, con Anohni y ella misma; varios videoclips con su firma o ‘Rugrats: La película’, en la que se le escucha junto a Patti Smith o Iggy Pop poniendo voz a los personajes popularizados por la serie de animación de Nickelodeon.
La primera artista en obtener una residencia en la NASA no ha dejado de firmar vinilos, películas y otras cosas estos días. En los 80 Laurie Anderson ya visitó Madrid para actuar. La musa underground ha vuelto repetidamente a una ciudad que conoce bien, en dos ocasiones dentro del Festival de Otoño. Siempre ideando, siempre crítica y atenta, a sus 71 años es una leyenda viva. “Mi mayor motivación artística es desaparecer. Mi objetivo secreto en ‘Chalkroom’ es llegar a esa voz que se escucha y convertirme en ella”.
Los tentáculos de Rizoma
Con la llegada de Laurie Anderson se inicia la programación a lo largo de tres semanas del Festival Rizoma. El certamen que dirige Gabriela Martí, que convenció a John Waters y David Lynch para que vinieran a Madrid en anteriores ediciones, celebra su sexta convocatoria con un cartel dibujado por Yuko Shimizi, en el que destacan los tentáculos de un pulpo.
Roku, el número 6 en japonés, es el concepto sobre el que gira esta edición, que pone énfasis en los temas de género y sexualidad. En la Sala Equis se proyectarán documentales como ‘Kusama Infinity’, sobre la artista Yayoi Kusama y ’Samantha Hudson’, una historia de fe, sexo y electroqueer. Y en Cineteca, como estreno absoluto, ‘RGB’, que narra la excepcional vida de Ruth Bader Ginsburg, jueza de la Corte Suprema de Estados Unidos.
Tampoco faltarán las películas que compiten por el Premio Rizoma, en apoyo al cine independiente, que en anteriores ediciones ganaron Carlos Vermut con ‘Diamond Flash’ o Adrián Silvestre con ‘Los objetos amorosos’. Entre las finalistas, que se podrán ver entre el 29 de noviembre y el 2 de diciembre, se encuentran ‘Trinta Lumes’, de Diana Toucedo, ‘Puta y amada’, de Marc Ferrer, y ‘Ainhoa, yo no soy esa’, de Carolina Astudillo. Tres cineastas a tener en cuenta.
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