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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Katia Kabanova paga el precio de la libertad

Una de las obras maestras de la ópera del siglo XX no agota las entradas en el Liceo

La soprano Patricia Racette, en un momento de su intervención como Katia Kabanova.
La soprano Patricia Racette, en un momento de su intervención como Katia Kabanova.A. BOFILL

En 2002, en una emocionante velada, se estrenaba en el Liceo el polémico y espectacular montaje salzburgués de Katia Kabanova ambientado por el director de escena Christoph Marthaler en un deprimente bloque de pisos de Brno en la Checoslovaquia de antes de la caída del muro de Berlín. Fue un triunfo de Gerard Mortier en el Festival de Salzburgo que llegó al Liceo en un feliz y excitante momento artístico. Dieciséis años después, todo es más gris en el coliseo de la Rambla, la taquilla flojea y, aunque el montaje alquilado tiene calidad, el intenso drama de Leos Janácek no levanta las mismas pasiones.

Ni con promociones, descuentos y ofertas, Katia Kabanova, obra maestra de la ópera del siglo XX que llena los teatros de primera división, agota las entradas en el Liceo. El jueves, incluso registró un goteo de espectadores en fuga que aprovecharon las breves pausas técnicas en los cambios de acto para salir pitando. Urge cargar bien las pilas si quieren recuperar el prestigio y el respaldo del público, hoy tan menguados.

La acción de esta ópera en tres actos con libreto de Vincenc Cervinka basado en La tormenta, de Alexandre Ostrovski, transcurre en la pequeña ciudad de Kalinov, a orillas del Volga, a mediados del siglo XIX. El montaje de la English National Opera traslada la trama a la época de su estreno -tuvo lugar en Brno en 1921-, cuando Janácek sufría tormento por su pasión por Kamila Stösslaba, una mujer casada, casi cuarenta años más joven que él, musa y objeto del deseo del anciano compositor.

Con una dirección de actores eficaz y detallista, David Alden opta por una mirada fría y distante, de tintes expresionistas. En un escenario muy inclinado y con pocos elementos -una pared medio pintada, con una puerta torcida, una silla, una reliquia, una valla publicitaria demoníaca que cae al suelo en la bien resuelta escena de la tormenta-, la austera escenografía de Charles Edwards y la sensible iluminación de Adam Silverman pintan entre sombras la tragedia de un mujer que muere buscando la libertad.

En la maravillosa partitura, en un estilo rapsódico de rica orquestación, suena el río Volga desde el inicio del drama, frente a la casa de los Kabanov, hasta el desolador final de Katia, que, tras confesar su infidelidad, se suicida arrojándose al río. Mantiene bien Josep Pons la tensión implacable del drama, dejando espacio para que el lirismo melancólico asome su cara entre aguas turbulentas. Suena bien la orquesta del Liceo, muy aplaudida por su notable trabajo.

Janácek aporta a la ópera del siglo XX una galería de grandes personajes femeninos y Katia es un buen ejemplo. La soprano Patricia Racette, bregada en papeles de Puccini -otro genio dando vida operística al alma femenina- retrata con angustiosa intensidad y agudos algo tirantes el drama que vive Katia, atenazada por una suegra desalmada y odiosa, un marido alcoholizado bajo el yugo materno y una sociedad que rezuma amargura en sus estrictas normas. Al final, se lanza al Volga con la misma determinación de Floria Tosca en su salto mortal desde la terraza del castillo de Sant´Angelo.

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Vivaz y con impulso lírico la soprano Michaela Selinger en el papel de Varvara, que ayuda a Katia y actúa como contrapunto emocional frente a la dictatorial Kabanicha, bien interpretada por la mezzosoprano Rosie Aldridge. Más discreto el tenor Nikolai Schukoff en el papel de Boris, joven amante de Katia y sobrino del prepotente y borracho comerciante Dikoi, resuelto con tablas por el bajo Aleksander Teliga. En el resto del reparto destacan los tenores Francisco Vas y Antonio Lozano en sus respectiva caracterizaciones del débil Tikhon y el joven maestro Kudriash.

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