La danza se confronta con el arte en el Macba
20 bailarines actúan en el museo este fin de semana en un proyecto de Boris Charmatz
La danza confrontada con el arte plástico en el museo. Una extraordinaria iniciativa, 20 dancers for the XX century(20 bailarines para el siglo XX) llega este fin de semana, sábado y domingo, al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) de la mano del coreógrafo Boris Charmatz y el Mercat de les Flors. Durante los dos días, veinte bailarines de diferentes generaciones interpretarán célebres solos de la historia de la danza del siglo pasado. Unos solos originalmente concebidos o interpretados por algunos de los coreógrafos, bailarines o artistas de performance más significativos de la escena moderna y posmoderna.
Entre las piezas que se verán, desde La muerte del cisne de Anna Paulova, La siesta de un fauno, de Nijinski o una obra de Isadora Duncan, hasta danzas de la cultura pop o tradicionales del Magreb, coreografías de Alain Platel y Anne Teresa de Keersmaeker, pasando por fragmentos de creaciones de Merce Cunningham y Martha Graham e incluso un extracto de Tiempos modernos de Chaplin.
En el Macba, cada intérprete circulará libremente por los espacios del centro ofreciendo con su cuerpo una versión de ese otro museo, el inmaterial y cambiante museo de la danza.
La iniciativa se ha presentado ya en otros importantes museos y centros artísticos de todo el mundo, como en el MoMA de Nueva York (para el que se creo inicialmente en 2013), la Tate Modern de Londres, el Palau Garnier de París, o el Reina Sofía de Madrid.
Boris Chamartz, que ha sido artista asociado en el festval de Aviñón y lo es en la actualidad de la Volksbühne de Berlín, dirige desde 2009 el Centro Coreográfico Nacional de Rennes y la Bretaña (Francia), que ha convertido en Musée de la danse, alumbrando diversos proyectos renovadores entre ellos el de 20 dancers for the XX century. Charmatz ha presentado estos día en el Mercat Flip book y ofrecerá en marzo próximo 10.000 gestos, una de sus obras más emblemáticas.
El coreógrafo y director recalca que los bailarines, intérpretes y actores del proyecto de danza en el museo (en el que él mismo baila) pueden buscar y elegir libremente el solo que más les interese y rememorarlo, enseñarlo a bailar, hablar de él, dar una conferencia, o volverlo a interpretar. Se los puede hacer de manera exacta como homenaje, versionándolos respetuosamente o reinventándolos. Algunos de estos solos, señala, han sido olvidados, mientras que otros los recuerda todo el mundo. Se interpretan en el museo allá donde el artista cree que son relevantes, sin ningún tipo de reglas o indicaciones sobre cómo han de hacerse.
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