Los ‘millennials’, dueños del Liceo por un día
Éxito de la iniciativa del teatro dirigida a menores de 35 años
A las siete de la tarde, decenas de jóvenes se agolpaban ante las puertas del Liceo para asistir a la función de I Puritani, de Vincenzo Bellini, en una única función a un precio de 15 euros para menores de 35 años. Por una vez, no había chóferes ni coches negros en La Rambla. En lugar de cabellos canos —cuando no calvas— las melenas se imponían. Vestidos con tejanos, camisetas —algunas más arregladas— iban de un lado a otro del teatro descubriéndolo por primera vez. Decenas y decenas de selfies en las escaleras, en el Foyer, en el salón de los Espejos y, por supuesto, en la sala de conciertos. “Una experiencia para recordar”, reconocía una joven.
“No había venido nunca. Tampoco he escuchado ópera nunca, como mucho algo de música clásica. Quería venir para saber qué era y sobre todo por la historia del teatro. Me parece fantástico y es una pena que no hagan estas cosas más a menudo”, explicaba Judith, una joven de 22 años que ayer pisó el Liceo por primera vez. No era la única. Para más del 80% de los 1.800 jóvenes menores de 35 años que asistieron a la función del I Puritani, se trataba de su bautismo o iniciación en el bel canto y en el teatro barcelonés. “Lo veía más para gente mayor y sobre todo con poder adquisitivo porque a los precios de las entradas.....”, apuntaba Marc. Núria y Josep estaban encantados de poder “bautizarse” con una experiencia singular porque no se trataba solo de asistir a la función, al final del espectáculo les aguardaba una sesión de dj en el Foyer del teatro. “En una palabra: genial”, resumían.
El volumen de las conversaciones en el salón de los Espejos apenas dejaba oír los timbres que avisaban del inicio de la función. Muchos aprovechaban para tomar un cóctel Bellini —gentileza del Liceo— y otros para comprar los tickets y picar algo en el entreacto. En la sala, un silencio riguroso. La función estuvo precedida por una explicación de la ópera en forma de ilustración de Pol Montserrat. Una forma amable, también, de apuntar los tiempos y los rituales del Liceo.
La experiencia de ayer del programa Liceo Under 35 persigue sembrar la semilla entre un público joven. La idea de introducir ese programa, que se repetirá con Tosca, de Puccini, al final de la temporada, es captar nuevos públicos y vencer la resistencia que puede provocar un tipo de espectáculo que tradicionalmente se asocia con gente adulta y de poder adquisitivo alto. Con esa idea de renovar público, los teatros de ópera de París y Milán introdujeron preestrenos para jóvenes con tarifas super reducidas hace años. El buen resultado de esa experiencia fue lo que determinó al Liceo a probar, de momento, con dos títulos esta temporada. Para Valentí Oviedo, director general del teatro desde mayo, el futuro del Liceo pasa por la ampliación de la base de su público, un objetivo que es compartido por Christina Scheppelmann, directora artística.
El espectáculo que plantea I Puritani, la última ópera que escribió Bellini, plantea lo que es un clásico en la mayoría de las óperas: un drama en torno a un amor imposible que acaba en muerte. En la producción que llega al Liceo, la trama del drama romántico que trabó el compositor italiano de la guerra civil inglesa del siglo XVII, en torno al enfrentamiento entre protestantes y católicos, da un salto en el tiempo y se traslada a la década de los setenta del siglo pasado, en pleno conflicto de Irlanda del Norte. Un enfrentamiento social y religioso que plantea el montaje que dirige la irlandesa Annilese Miskimmon que sitúa a Elvira —papel que ayer interpretó la soprano española Maria José Moreno— en el Belfast de 1973.
Unos saltos en el tiempo y complejidad de la trama que, en opinión de los artistas que la interpretan, es lo de menos cuando se trata de un público joven que pisa un teatro de ópera por primera vez: “No hace falta tener idea del libreto, se trata de que emocione” apuntaba Javier Camarena, el tenor mexicano aclamado en todo el mundo que está previsto que cante hoy en el arranque de la temporada del Liceo.
Esa emoción a la que se refería Camarena, cada uno la siente a su manera. Y los comentarios en el entreacto de la función daban buena medida de ello: “A mí me ha impresionado ella por la voz y por la intensidad dramática”, “el coro es espectacular”, “no acabo de entender muy bien eso de ir atrás y adelante con el tiempo pero todo me parece fantástico”, “la música, la orquesta”, “la verdad es que no sabía muy bien cuando se tenía que aplaudir”.... .
Opiniones para todos los gustos pero que daban cuenta de una cosa: el espectáculo no deja indiferente. Algunos aprovecharon la pausa para comprar camisetas con el lema “Verdi és més que un carrer” —que también llevaba el personal de la sala y parte del staff del teatro— y, sobre todo, para tomar algo en un Foyer en el que sonaba a todo volumen Supersticion, de Stevie Wonder. Todavía les restaba el segundo acto de la ópera y otra sesión de música tecno con dj como broche final. Lo dicho: la juventud se adueñó del Liceo por una noche.
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