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La plaza mayor de Vic recibe con una ovación las proclamas patrióticas del Ayuntamiento

Vecinos de la ciudad apoyan los mensajes que emite la megafonía municipal pidiendo “no desviarse del objetivo de la independencia”

Los vecinos de Vic despliegan una pancarta frente al Ayuntamiento.Vídeo: MASSIMILIANO MINOCRI
Cristian Segura

Los curiosos se van concentrando alrededor de las cámaras de televisión a medida que se acerca la hora del mensaje patriótico en Vic (Barcelona). “Llibertat presos polítics”, gritan unos chavales de ascendencia marroquí cuando ven el micrófono de La Sexta. A las ocho en punto de la tarde, los altavoces de la sede del Ayuntamiento emiten las palabras por las que periodistas y vecinos se han congregado en la plaza Mayor: “No normalicemos una situación de excepcionalidad y de urgencia nacional. Recordemos cada día que hay presos políticos y exiliados. No nos desviemos de nuestro objetivo, la independencia de Cataluña”. Cuando la voz grave del actor Lluís Soler termina de sonar, la plaza irrumpe en una ovación procedente de las terrazas de los bares colindantes y de los que se han concentrado frente a la sede consistorial.

El Ayuntamiento de Vic emite periódicamente este mensaje por la megafonía municipal, en acción coordinada con entidades independentistas. Las palabras de Soler van acompañadas por el repicar de campanas de lo que se conoce históricamente en Cataluña como “toc de sometent”, la llamada al somatén, las unidades civiles armadas que eran convocadas cuando un pueblo se encontraba en peligro, fuera frente a la amenaza de los bandoleros, de las tropas borbónicas en la guerra de Sucesión, de los ejércitos napoleónicos o de los liberales en las guerras carlistas. Ninguna de los diez vecinos de Vic entrevistados ayer jueves por EL PAÍS veía nada anormal en el mensaje institucionalizado por el Ayuntamiento. “¿Qué tiene esto de malo?”, se preguntaba María, de 54 años, presente en la plaza para no perderse el espectáculo, mientras cargaba una coca que había comprado para la cena. “Aquí en Vic se organizan muchas cosas como esta, y nadie se queja”, añade María, que subraya que tampoco se quejarían sus padres, que nacieron en Andalucía y que son más independentistas que ella, según su relato.

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El casco antiguo de la capital de Osona está ornamentado por multitud de banderas y carteles a favor de la independencia y por la libertad de los dirigentes independentistas encarcelados. Vic fue noticia por el campo de cruces amarillas –símbolo de los muchos agravios que sufre Cataluña, según los organizadores– que estuvo plantado en la plaza mayor y que un hombre arrolló el pasado julio con su vehículo, poniendo en peligro a los transeúntes. “¿Por qué pierden tanto tiempo hablando de los lazos si lo importante es la pérdida de derechos? Hemos retrocedido a los años 70, cuando pedíamos libertad y amnistía”, añade María. Elisa Llorens, dependienta en un establecimiento del centro de Vic, descubrió ayer el mensaje y no lo consideró inusual ni grave: “A mí no me molesta y si a alguien le molesta, pues es como cualquier ruido de la calle; no creo que moleste”. Llorens destaca que no es radical y que hasta hoy había sido neutral en el debate sobre la independencia: “La situación empieza a ser extrema, hemos llegado a un punto que la cosa empieza a incomodar a gente de todas las partes, incluso a los que éramos neutrales. Hay gente en prisión, lejos de sus familias, y no creo que hayan cometido ningún delito, que hayan hecho daño a nadie”. 

Un acción “espontánea”

Un grupo de simpatizantes de la Asamblea Nacional Catalana (ANC) se concentra frente a la torre del Ayuntamiento para dar apoyo a la arenga de las ocho. Preguntados sobre su opinión, responden que todo lo que tienen que decir sobre el tema son las palabras del mensaje emitido por megafonía. Josep Pla despliega con otra persona una pancarta de los Comités de Defensa de la República (CDR) de Vic con el lema “Somos República. Basta Represión”. Pla, que dice hablar a título personal, asegura que el toque de somatén y el mensaje de voz no es responsabilidad de ninguna institución en concreto: “Ni del Ayuntamiento ni de la ANC, esto surge espontáneamente de la ciudad de Vic”. Una portavoz del gobierno municipal informó el miércoles a este periódico que se trata de una acción pactada entre el consistorio, la ANC, Òmnium Cultural y Procés Constituent.

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Montserrat Roca, jubilada y vecina de la plaza Mayor, vuelve de un paseo con su hermana. A las dos les parece adecuada la iniciativa municipal y no ven conflicto alguno con la neutralidad institucional: “Los que son de fuera de Cataluña tendrían que pensar que si tuvieran a los suyos en la cárcel, les gustaría que la gente les apoyara. Porque no es justo que por tener una opinión, te metan en la cárcel. Hay gente que ha hecho cosas mucho peores y están en la calle, y a ellos, sin juzgarlos, los tienen en la cárcel”. Roca, como otros entrevistados, considera que no existe fractura o tensión en Cataluña, y que si se habla de ello es instigado por Ciudadanos: “¿Ha visto a alguien que discuta aquí? Nunca he visto una discusión en esta plaza. No sé qué les hemos hecho a esta gente que viene de fuera de Cataluña, que en vez de estar agradecidos, como la loca esta [Inés Arrimadas, líder de Cs]... Llegó hace poco a Cataluña y dice que es catalana, y tiene de catalana lo que yo de rusa. Donde vayas, haz lo que hacen allí. Pues ella quiere hacer lo que le parece y agredirnos a todos”.

La única voz pública crítica de Vic con la iniciativa del Ayuntamiento ha sido la de Arnau Martí, el concejal de Vic per a Tots –coalición local de los Comunes y Podemos-. El PDeCAT controla el gobierno municipal con nueve concejales; la segunda fuerza en el consistorio es ERC, con 5, y le sigue la CUP, con 4. Ni el PSC, ni PP ni Cs cuentan con representación en el pleno municipal.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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