El área de Barcelona avanza en su conexión por carril bici
El proyecto Bicivia prevé conectar 36 municipios metropolitanos con nueve grandes ejes para bicicletas con un total de 414 kilómetros y una inversión de 60 millones de euros
La red de carriles bici no solo crece en Barcelona. El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) sigue avanzando en Bicivia, un proyecto de 2016 para conectar los 36 municipios y sus áreas de actividad con nueve grandes ejes para bicicletas, como si fueran líneas de metro. Se trata de un total de 414 kilómetros de carriles bici, divididos en red básica y secundaria, que requerirán una inversión de 60 millones de euros, financiados por el AMB y los ayuntamientos. Por ahora, se han gastado 10 millones de euros.
El director de Servicios de Movilidad Sostenible de la AMB, Carles Conill, explica que ya se ha ejecutado el 30% de la red y que el objetivo es llegar a 100 kilómetros en 2020 y a 200 en 2025. “Cuando empezamos hace tres años, vimos que los Ayuntamientos habían trabajado en sus ciudades, Barcelona especialmente, pero no estaban resueltas las conexiones intermunicipales”, relata.
Conill pone también en valor que, a la hora de invertir, la administración apuesta por el uso cotidiano (por trabajo o estudios) de la bici, y que los recorridos que se han mejorado hasta ahora, “antes se hacían con mucha dificultad”. Los técnicos están muy satisfechos con el uso de los nuevos carriles y como ejemplo citan el que une Barcelona con Esplugues de Llobregat y que arranca en la Diagonal y pasa por encima de la Ronda de Dalt. “Colocamos un contador, y cualquier día a las 10 de la mañana ya han pasado 300 bicis. En cuatro meses llevamos 80.000”, celebra.
El de Esplugues de Llobregat, que además lleva la firma del despacho de arquitectos Batlle i Roig, es la perla de la Bicivia. El proyecto, al que cualquier técnico se refiere como ejemplo de una buena conexión, consiste en casi 900 metros que han tenido un coste de 1,7 millones de euros. Además, enlazará con los carriles bici de la avenida de los Països Catalans y de la calle de Laureà Miró del municipio, formando “un gran eje ciclable metropolitano que conectará de manera directa y segura el Baix Llobregat con Barcelona”.
Dos otros proyecto relevantes, por el peso que tienen en la movilidad diaria por motivos de trabajo, son la conexión de L’Hospitalet de Llobregat con Barcelona, por la avenida de Joan Carles I y la Zona Franca y el que conectará el paseo de la Zona Franca con la calle A, que por ahora está aparcado. Conill también apunta al futuro carril central hacia Badalona, por Sant Adrià de Besòs y Montgat, que conectará la capital —desde la rambla de Guipúscoa con Alfons XIII en Badalona cruzando el puente del arco de Sant Adrià y Pi Margall— con el Barcelonès Nord.
La conexión entre Barcelona y Santa Coloma de Gramenet está prevista con un carril central por la avenida de Santa Coloma (desde la Meridiana, a la altura de Rio de Janeiro), una vía que como otras pagarán a medias el Ayuntamiento y el AMB. Y también se están ejecutando carriles en Ripollet y Sant Andreu de la Barca. O el puente de la C-245 en Sant Boi. Donde la cuestión está resuelta es entre Barcelona y Sant Adrià, desde el final de la Diagonal por Eduard Maristany. Ahí el carril se ha pasado de la acera que pasa por el campus universitario del Besòs al centro de la avenida. Luego enlaza con el puente y si se continúa por las Tres Xemeneies se llega por calzada, aunque sin carril, hasta Badalona.
Críticas a Bicivia
Con todo, como suele ser habitual cuando se trata de cualquier infraestructura, hay entidades que critican cómo se están implantando las conexiones metropolitanas de la Bicivia. Desde el Bicicleta Club de Catalunya (BACC), Carles Benito, celebra el proyecto “porque hay que entender la ciudad como una metrópolis donde la trama es continua y no eres consciente del paso de un municipio a otro”. Pero dicho esto, arrecian las críticas a una infraestructura “donde el único a quien no se toca es al coche, no se le afecta lo más mínimo”.
Y aquí sale de nuevo el carril entre la Diagonal y Esplugues. Un carril que para sortear la Ronda de Dalt tiene un desnivel considerable, y que las entidades ciclistas pidieron que cruzara el nudo viario por abajo. “Las bicis tienen que pasar por abajo, porque tienen un gálibo muy inferior, puedes hacer túneles bajos y porque al pedalear siempre es mejor comenzar un descenso, para coger carrerilla, y luego la subida. Tal y como se ha hecho es antinatural”, entiende Benito.
Conclusión, según el BACC: “Para no molestar, siempre sale perjudicada la movilidad sostenible”. La entidad también es muy crítica con los carriles bidireccionales que van por el centro de las grandes avenidas, como ocurrirá en el paseo de Santa Coloma (modelo Eduard Maristany).
Compaginar el interés de los ciclistas con peatones y coches
Desde el Área Metropolitana de Barcelona (AMB) Carles Conill responde a las críticas de asociaciones como el Bicicleta Club de Catalunya (BACC) que los responsables de movilidad “trabajan para atender las demandas y recomendaciones de las entidades, pero haciendo viables las alternativas”.
En el caso del carril de Esplugues la entidad metropolitana valoró soterrarlo. Sin embargo, se consideró que que “también es para peatones”, de modo que “meterles en un túnel tampoco era la mejor opción”. “En este caso”, dice, “afectar un ramal de La Ronda no era abordable”.
El director de Servicios de Movilidad Sostenible de la AMB añade que las administraciones también afrontan “gestionar los equilibrios” de cada municipio. Eliminar plazas de aparcamiento, por ejemplo, no siempre es fácil. “Se trata de buscar un balance con la mejor solución posible para todos”, concluye Conill.
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