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El mercado de Santa Caterina limita el acceso de turistas

Los paradistas quieren evitar que la plaza se convierta en “otra Boqueria”

Alfonso L. Congostrina
Pasillos del Mercado de Santa Caterina
Pasillos del Mercado de Santa CaterinaMassimiliano Minocri (EL PAÍS)

El mercado de Sant Antoni reabrió el pasado mes de mayo tras más de ocho años de obras. Una reforma que se fue alargando en el tiempo. Algo parecido le pasó al Mercado de Santa Caterina, que abordó una reforma integral entre 1997 y 2004. Durante ese tiempo, sus arquitectos Enric Miralles y Benedetta Tagliabue modificaron la instalación y crearon una nueva cubierta de colores inspirada en la técnica del trencadís modernista. Tagliabue argumentó años más tarde que fue la transformación urbana que vivió más de cerca. En la revista de arquitectura e interiorismo Icandela, la arquitecta destacó: “El mercado estaba absolutamente en un interior. Abrimos parte del barrio e hicimos que éste se abriera a la ciudad y fuera más visible y parte de un espacio público”. La pareja de arquitectos consiguió tanto su propósito que ayer el Consistorio puso en marcha medidas para desacelerar el éxito. El Ayuntamiento ha anunciado que regulará el acceso de grupos de turistas para evitar que Santa Caterina se convierta en punto obligado para los visitantes y que los paradistas acaben abandonado la clientela del barrio.

El concejal de mercados, Agustí Colom, anunció ayer que el Ayuntamiento de Barcelona ha aprobado un decreto que entrará en vigor el próximo viernes 10 de agosto mediante el cual se anuncia que se prohibirá el acceso a grupos de visitantes con guía de más de 15 personas durante los fines de semana del 1 de abril al 30 de octubre durante el horario de apertura del mercado. El Consistorio pretende evitar así que los turistas entorpezcan el normal funcionamiento de clientes y tenderos.

El Consistorio asegura que antes de tomar esta decisión se llegó a un consenso con los paradistas y los guías turísticos que habitualmente llevan a los grupos al mercado.

Colom, acompañado por la concejal de Ciutat Vella, Gala Pin, destacó que a partir del viernes cuando se detecte la presencia de grupos organizados dentro de la instalación, los servicios de vigilancia del mercado les informarán de que no pueden continuar la visita y les acompañarán hasta el exterior. También se puede dar el caso que los vigilantes detecten a los turistas organizados en el exterior y, entonces, no se permitirá el acceso al mercado. Según los concejales, el Ayuntamiento dispone de unos informes que demuestran que teniendo en cuenta la anchura de los pasillos, la concentración de 15 personas es suficiente para impedir el normal flujo de gente en el interior del mercado.

El decreto también prevé que los vigilantes de seguridad inviten a abandonar el recinto a las personas que, ya sean de forma individual o en grupo, toquen o manipulen alimentos y productos expuestos “con el objetivo de hacer fotografías”, estén comiendo o bebiendo en cualquiera de los espacios del mercado no destinados a estos usos o produzcan ruido que perturbe el normal funcionamiento del mercado.

David Barrosos de la Asociación de Paradistas de Santa Caterina destacó que los tenderos comenzaron a detectar que grupos turísticos paseaban por el mercado semanas después de que se prohibiera la entrada en la Boqueria. Barroso reconoció que los paradistas ven positivas estas medidas y no quieren que “Santa Caterina se convierta en otra Boqueria”.

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