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Medio siglo atrás

Dentro de cincuenta años ¿qué dirán unos y otros de lo que fue el procés?

Pere Vilanova

El año 1968 nos invita a un ejercicio interesante, más allá de conmemorar el famoso Mayo francés, que consiste en intentar evaluar desde la actualidad algunos de aquellos acontecimientos. Insisto, desde la realidad actual. Por ejemplo, con las informaciones que hemos podido acumular en cincuenta años, ahora sabemos que en enero de 1968 Estados Unidos empezó a perder la guerra de Vietnam. Quedaban todavía algunos años, hasta abril de 1975, para que la derrota fuera definitiva, y sobre todo, televisada en directo, cosa que por aquel entonces nos hacía pensar que la Televisión sería la última de las grandes tecnologías. Pero entonces no estaba tan claro. Por supuesto, a pesar de que el Vietcong —la guerrilla comunista— alcanzó con la "ofensiva del Tet" entrar en la Embajada norteamericana en Saigon y ocupar hasta el tercer piso, los responsables políticos en Washington retorcían el lenguaje para aparentar que las cosas iban mejor que nunca.

Era evidente que no, pero una lección aprendida debió ser que la narrativa de la clase política nunca describe la realidad, describe lo que ahora Trump denomina con gran desparpajo "hechos alternativos". Otro ejemplo es la invasión soviética de Checoslovaquia. Ahora sabemos, cincuenta años después, que esa cruenta invasión, sumada a la de Hungría en 1956, o la represión en Polonia en 1968 y en 1981, mostraba un modelo que no solo era un zombi, sino que lo era en una modalidad que había durado setenta años, y del que queda hoy algún que otro parque temático (como Corea del Norte). Ahora sabemos, cincuenta años después, que la Guerra de Biafra, en Nigeria (1967-1970), sería el laboratorio de un genocidio que ni era el primero ni el último, pero que toda una generación de fotógrafos de guerra "mundializó" de forma inédita. Hablamos de la edad de oro de las grandes agencias de foto-reportaje de guerra: Gamma, Sigma, Sipa, que parecía iban a sobrepasar incluso a la agencia madre, Magnum (y que es la única que sobrevive). O la guerra de los Seis Días entre Israel y algunos de sus vecinos árabes, una gran victoria militar que llevó a varias décadas de ocupación israelí de los territorios palestinos, y hoy, cincuenta años después, a un escenario que —créanme— al octavo día de aquella guerra nadie preveía, ni siquiera entre los dirigentes políticos y militares israelíes. Ahora sabemos, cincuenta años después, que aquella guerra de 1967 sentó las bases de un cambio total del mapa de Oriente Medio.

Sería interesante intentar avanzarnos medio siglo en el tiempo, e imaginar cómo verán nuestros conciudadanos (mundiales) algunos hechos del mundo actual, y ejemplos para intentarlo tenemos muchos. Si lo aplicamos al caso Trump, la incertidumbre es la variable dominante de cualquier hipótesis. Si hay vida en Marte, más bien parece que no, y quizá habremos admitido por fin que la carrera espacial es cara, lenta y no muy importante al fin y al cabo. A este respecto es apasionante mirar desde esta óptica la película de Kubrick "2001 Odisea del espacio", que nos anunciaba en 1968 un futuro lejano (¡2001!) que era una mezcla de cómic y de conclusión tan intelectualmente confusa que hace pocas semanas algunos expertos (en Kubrick, en el autor del libro, Clarke, o en futurología en general) todavía no se ponían de acuerdo sobre el significado de la secuencia final. Y 2001 nos queda diecisiete años atrás…

Queda un último ejercicio de prospectiva para quien se anime: dentro de cincuenta años ¿qué dirán unos y otros de lo que fue el procés? Por un lado quienes lo vivieron y afirmen que fue como cada quien lo recuerde. Por ejemplo si Arrimadas y Rufian están todavía vivos (les deseo larga vida, en serio), ¿cómo explicarán su relato de una cosa que sucedió, pero….? ¿ Se habrá independizado Cataluña? ¿Existirá todavía la Unión Europea? O, por el lado más dramático, ¿Cuántos migrantes habrán muerto en el Mediterráneo?

Por otra parte, los historiadores que no lo vivieron, lo habrán investigado e “historiado”, y siempre quedarán las hemerotecas de soportes múltiples (prensa escrita, radio, televisión, redes y más redes) para quien quiera saber más. Nuestros nietos y biznietos quizá pregunten con curiosidad e incluso estupefacción, como le pasó no hace mucho a un buen amigo, uno de los principales líderes de mayo del 68, Henri Weber: “abuelo, visto lo visto hubo bastante agitación en las calles , pero ¿cómo es que os hacíais comunistas, trotskistas, maoístas, “situacionistas” (sic)? ¿Qué os pasaba por la cabeza?”.

Pere Vilanova , Catedrático de Ciencia Política (UB)

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