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Enésima vida para la Torre del Fang

El Ayuntamiento acuerda, por unanimidad, rehabilitar y dar uso al histórico edificio del siglo XIV de la Sagrera, abandonado hace una década y ocupado en la actualidad

José Ángel Montañés
La Torre del Fang, masia del siglo XIV en la esquina de las calles del Clot con Espronceda, en Barcelona.
La Torre del Fang, masia del siglo XIV en la esquina de las calles del Clot con Espronceda, en Barcelona. Albert Garcia

Como lugar de ocio cuando al final de la Edad Media era propiedad de la familia del rico mercader y banquero Galzeran de Gualbes que llegó a ser miembro del Consell de Cent. Como masía agrícola, sobre todo de viñedos, entre los siglos XIX y XX, cuando acabó rodeada de industrias, como Fomento de Obras y Construcciones que en 1922 instaló allí sus oficinas y el almacén de los adoquines que se emplearon en las calles del Eixample. Y finalmente, como sede de entidades culturales desde que en 1984 lo compró el Ayuntamiento de Barcelona. La Torre del Fang, un edificio histórico que hunde sus raíces al menos al siglo XIV, situado en la esquina de la calle del Clot con la de Espronceda; en la frontera entre Sant Martí y Sant Andreu, y catalogado como bien cultural, ha tenido siempre una vida convulsa y al límite, tanto por el avance y crecimiento urbanístico de la ciudad, como por estar construida con un material tan débil como el que le da nombre. Pero el destino de esta construcción cambiará después de que todos los grupos municipales aprobaran el pasado martes crear una comisión para detener su deterioro y dotarla de un enésimo uso, seguramente social.

Dos de las personas que ocupan la Torre del Fang conversan en el exterior del edifico.
Dos de las personas que ocupan la Torre del Fang conversan en el exterior del edifico.Albert Garcia

Desde hace una década esta masía, una de las 30 que tuvo Sant Martí, está abandonada y cerrada a cal y canto, con sus bellas ventanas góticas cegadas. Pero eso no ha impedido que sus muros hayan acabado llenos de grafitis y que, desde hace meses, esté ocupada por una decena de personas que se dejan ver cuando salen o entran con sus carros cargados de trastos o se asoman por alguna de las ventanas que dan al solar situado junto a las vías y al puente de Santiago Calatrava. Cuando comenzaron las obras para la estación del AVE, el edificio estuvo a punto de demolerse ya que ADIF situó el túnel de ataque de la tuneladora debajo. La presión vecinal consiguió impedirlo y se pensó en desmontarla piedra a piedra para volverla a montar después. En 2009, el edificio acabó suspendió en el aire, mediante unos gatos hidráulicos, mientras se excavaba y construía debajo. Luego se dejó caer, en una operación que tuvo un sobrecoste de cinco millones de euros que pagó la entidad pública. Desde entonces, haya gobernado quien haya gobernado: CiU, PSC o Barcelona en Comú, no se ha hecho nada.

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La comisión que se creará, tras la aprobación de la propuesta del grupo municipal del PDeCAT, estará formada por representantes de los distritos, el Icub y las entidades vecinales y culturales del entorno. Definirá sus usos, el proyecto de remodelación y su puesta en funcionamiento. “El edificio está dentro del recinto de las obras y no se puede hacer una intervención abierta, pero si evitar que se degrade más. Por eso pedimos que se preserve”, explica Jaume Ciurana, portavoz del PDeCAT, que recuerda que cuando él era concejal con Xavier Trias se barajó musealizar allí el mosaico que apareció durante las excavaciones de la villa romana del Pont del Treball Digne. “Pero no había espacio suficiente y al ser un bien cultural no se pueden modificar las estructuras”, explica Ciurana.

400 metros útiles

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Los 400 metros cuadrados útiles del edificio son otro de los problemas de la Torre del Fang, tal y como recordó el comisionado de Cultura, Joan Subirats, el martes: “Más allá de la propia singularidad del edificio y su valor patrimonial, el edificio tiene un difícil encaje para una entidad o un equipamiento. La parte útil es muy pequeña y el nivel de inversión es muy alto”. Desde el distrito de Sant Andreu añaden que lo primero es que el edificio se desocupe. “El 20 de junio se incoó expediente de recuperación y el 9 de julio se informó a las personas que viven allí que tienen que abandonarlo. Tienen 10 días para presentar alegaciones”. También han pedido un informe para ver el estado de las estructuras. “Hay que conseguir revertir la situación actual”, insisten. No hay calendario ni presupuesto para el proyecto, pero sí que se hará “con el consenso total de los vecinos de Sant Andreu, como no puede ser de otra forma”.

Una zona cargada de historia

El gallego Belisario Pazo es, desde hace tres años, propietario del restaurante La Factoría, situado enfrente de la Torre del Fang. “Siempre la he visto cerrada. Nos vendría de perlas que le dieran un uso, a mí y a todo el barrio, y que hubiera algo de vida, porque ésto se ha quedado sin nadie que quiera venir a hacer nada aquí”, asegura. “Toda esta zona está cargada de historia. En la puerta de esta misma casa hubo un abrevadero para que bebieran los caballos de los carreteros que venían por el camino real desde Mataró y Sant Andreu de Palomar hasta el Portal Nou de las murallas de Barcelona”, explica, mientras señala las cuatro losas de hormigón que están en medio de la acera y que tapan el pozo de agua. “Sería bueno que trajeran el pasado al presente”, remacha.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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