Una isla sonora para jugar a través de la música
Tres colectivos presentan en Matadero un parque infantil que convierte los movimientos en melodías
Un volcán sonoro se ha instalado en Matadero. Está ubicado en una isla en la que todos los elementos que la conforman hacen ruido y, en conjunto, producen música. El puente de madera suena cuando pasas por encima gracias a unos sensores piezoeléctricos, el volante del barco amarrado en la orilla determina la velocidad de reproducción y el loro que habita la isla repite lo que le dices con un tono distinto cada vez. Se trata de La isla de los sonidos, una instalación creada por Pequeño Club Sonoro (formado por los colectivos DART, Supermanazas y Chico-Trópico) y pensada para acercar la música electrónica y los juegos sonorizados a los niños de Madrid.
La idea partió de la experiencia que la propia Sara Brito, del colectivo Chico-Trópico —dedicado a realizar acciones artísticas vinculadas con el sonido—, tuvo cuando fue a visitar una exposición de arte sonoro con su hijo. Aunque al pequeño le fascinó, no podía tocar nada ni interactuar con ninguna de las piezas, lo que resultó bastante frustrante. Por eso, comenzaron a darle vueltas a la idea de crear un entorno de juegos sonoros para los más pequeños, en el que ellos pudieran hacer ruido y música y entender las bases de la electrónica.
El resultado es un parque sonoro visualmente muy poderoso —la pieza central es un volcán del que los niños pueden entrar y salir— en el que todo se puede tocar y donde se invita a explorar de forma intuitiva a través de los sonidos. "El objetivo era construir una instalación en la que no hiciera falta explicarle a los niños cómo utilizarla, sino que ellos ya supieran cómo hacerlo a través del juego", cuenta Sara Brito. Y añade: "Para nosotros es importante crear una pedagogía musical menos academicista, más vivencial, que acerque el arte sonoro y la música electrónica a los niños de una manera no reglada. Queremos que sea el primer paso de un proyecto más amplio sobre la conexión entre infancia y música".
El colectivo DART, que trabaja sobre las relaciones entre arte y tecnología, se ha ocupado de la parte tecnológica, es decir, de hacer posible que todo suene. Supermanazas ha realizado el diseño y la construcción de la isla física con materiales orgánicos y reciclados, y desde Chico-Trópico han desarrollado el diseño sonoro, las grabaciones y el procesamiento de sonidos. Muchos de ellos, como los que se pueden escuchar en el interior del volcán y que reproducen los ambientes de La isla —la jungla, el mar, la tormenta, la cueva—, han sido creados por niños, que participaron en unos talleres previos a bordo de La C.O.S.A., el estudio de grabación ambulante de Chico-Trópico en el interior de una caravana. Todos estos samples están recogidos en la Biblioteca Virtual del Sonido Infantil, un repositorio que irá en aumento y en el que invitan a participar a todo aquel que tenga niños a su cargo, enviándoles las grabaciones que registren de sus pequeños. Más adelante, diferentes artistas integrarán estos sonidos en canciones y experimentos sonoros.
El proyecto Pequeño Club Sonoro ha sido posible gracias a las Ayudas a la creación del Ayuntamiento de Madrid y fue presentado en Matadero el pasado 30 de junio en las jornadas de Los Madriles / Edición Especial Infancia. Los días 11 y 12 de julio, de 17.00 a 20.00 horas, estará abierto al público infantil de todas las edades —especialmente a niños de entre 4 y 14 años— para que jueguen y experimenten en La isla de los sonidos. La participación es abierta y gratuita, pero se recomienda inscribirse a través del correo electrónico pequenioclubsonoro@gmail.com o chicotropico@gmail.com mail.
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