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Akram Khan baila magistralmente el miedo de un soldado

El coreógrafo y danzarín cosecha una ovación con ‘Xenos’ en el festival Grec

Akram Khan, en 'Xenos'
Akram Khan, en 'Xenos'JEAN LOUIS FERNANDEZ

 Embriagador, brillante, hermoso, ancestral y de rabiosa actualidad es Xenos,que significa extranjero y desconocido, un solo ideado e interpretado por Akram Kham, el magnífico bailarín y coreógrafo británico de origen bengalí con el que se inauguraban las actuaciones de danza de la presente edición del Grec.

El martes por la noche la sala principal del Mercat de les Flors de Barcelona se convirtió en un campo de batalla, donde un soldado se debatió entre la vida y la muerte, entre la desolación y la rabia. Su profunda mirada destilaba un miedo atroz ante una guerra que sentía ajena.

Xenos es una coproducción del Grec junto a otros festivales y significa la despedida de los escenarios de este magnífico artista, que en este solo se pone en la piel de una bailarín indio de danza kathak —danza tradicional de norte de la India— que se convierte en uno de los cuatro millones de soldados coloniales que lucharon en las trincheras de la I Guerra Mundial, bajo las órdenes del Imperio Británico.

El embrión de este magnífico solo se encuentra en Dust la brillante coreografía que Khan creó para el English National Ballet por encargo de su directora, Tamara Rojo, para conmemorar el centenario de la I Guerra Mundial y que se pudo ver en el Festival de Peralada de 2014, su friso humano se convirtió una imagen imborrable para el espectador. Este mismo tema también palpita en la última creación de este artista para la citada compañía británica, Giselle, en la que Khan sitúa a la heroína romántica en un campo de refugiados, montaje de gran éxito y que ojalá pueda verse en Barcelona.

Pese a que Xenos es un solo, el bailarín ha concebido esta pieza como un trabajo coral junto a cinco magníficos músicos: Nina Harries (contrabajo y voces), Andrew Maddich (violín), B.C. Manjunath (percusión y konnakol) Tamar Osborn (saxo) y Aditya Prakash (voz), que interpretan una banda sonora muy ecléctica concebida por Vinzenzo Lamagna, que abarca desde la música tradicional india al Réquiem de Mozart. Los fragmentos en que la música tradicional india se mezcla con el ruido de los bombardeos resultan fascinantes. Sin embargo la protagonista absoluta de esta pieza es la amenazante escenografía, obra de Mirella Weingarten: se trata de una gran trinchera en la que los sueños y los anhelos del protagonista desaparecen para dar paso al enfrentamiento bélico.

En la primera parte de la pieza, de 60 minutos, se ve al protagonista bailando kathak en un palacio de la India, su baile remite al público a un país milenario, el zapateado de Akram Khan es fulgurante y el braceo de acero, sabe que una amenaza le acecha. Ya en la trinchera como soldado en un país extranjero, el intérprete mostrará su miedo a través de una baile fértil en el que el gesto urbano se inserta con talento en las ricas frases de danza contemporánea; su giro veloz es un quejido indómito, mientras que la presencia contante de los músicos en escena impregna a la pieza de una embriaguez visual que clava al espectador en la butaca. El miedo en la mirada del bailarín, el ruido del mar, la muerte en la playa, otorga a esta pieza una gran actualidad. Los ojos de Khan son los ojos incrédulos, atemorizados y desesperados de miles de personas que se acercan a las costas del Mediterráneo huyendo del terror. Al final, el numeroso público que llenaba e Mercat de les Flors estalló en un gran aplauso y sentida ovación.

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