La producción catalana pisa fuerte en el DocsBarcelona
41 documentales de 31 países en el festival que concluye el 27 de mayo
DocsBarcelona es un compendio de miradas. Miradas feministas, doloridas, intransigentes o contemplativas. Bajo el leitmotiv “miradas inquietas” ha arrancado el miércoles la 21ª edición del festival especializado en documentales, que reúne heterogéneas visiones en los 41 trabajos que se proyectarán en Barcelona, en el Centre de Cultura Contemporánea (CCCB) y los cines Aribau hasta el 27 de este mes. Una programación que este año destaca por la notable presencia del sello catalán, con 14 de los títulos presentados, entre los que se encuentran algunos de los más relevantes del evento. Fue, precisamente una producción catalana, Petitet, obra de Carles Bosch —nominado a los Oscars en 2003 por Balseros— la que abrió el festival. En ella, Bosch hace un seguimiento del músico gitano que quería llevar la rumba catalana a los escenarios del Liceo. Y como ya vaticinó su director, la proyección despertó “buen rollo” en la sala del CCCB.
También será otra producción catalana, Sinfonía, de Gilbert Arroyo y Andrés Locatelli, la que pondrá un broche de oro. Un documental que trata sobre el poder que puede tener la música para transformar la sociedad a partir de la historia de tres jóvenes peruanos en riesgo de exclusión.
Que sean producciones catalanas las que abran y cierran el DocsBarcelona es “una paradoja”, en opinión del director del festival, Joan González, que destaca que eso pasa por primera vez en uno de los momentos más difíciles que ha atravesado la industria catalana de la creatividad cinematográfica en los últimos años. Para Francisco Vargas, director del área audiovisual del Instituto Catalán de las Empresas Culturales, que ocurra algo así “no es gratuito”, sino que “obedece al talento de nuestros profesionales”. Fuera de programación, el DocsBarcelona ha contado con la excepcional emisión de 25 minutos de Dos Cataluñas, de Álvaro Longoria y Gerardo Olivares, que narra el procés en un documental de Netflix.
Creadores que representan esa mirada local son Jordi Rovira y Xavier Baig, que en Eugenio muestran a la persona que había detrás del reconocido humorista. Otro caso es el de Shootball, de Fèlix Colomer, que recoge el testimonio estremecedor de víctimas de abusos de menores del caso Maristas, así como el relato que hace el propio acusado y pendiente de juicio. Sofi Escudé y Liliana Torres ponen el foco en Hayati, sobre el refugiado sirio que en 2015 fue víctima de la zancadilla de una periodista.
En la esfera internacional, participan 31 países, con títulos que apuntan alto como Of Fathers and Sons, de Talal Derki, —quien con su Return to Homs obtuvo el premio a la mejor película del festival en 2014 y también el del Gran Jurado del World Cinema en Sundance—, que regresa a su tierra para vivir dos años con la familia de Abu Osama, miembro de Al-Qaeda en Siria; o Bobby Jene, de la danesa Elvira Lind, sobre una famosa bailarina israelí que empieza de cero en EEUU; o Dolphin Man de Lefteris Charitos, la historia de Jacques Mayol, primero que llegó a los 100 metros de profundidad sin respiración artificial.
El festival aspira a ser el gran escaparate del género: “El documental sirve para mover el mundo y la sociedad”, subraya González. A través de tres secciones oficiales, Panorama, Latitud y What the Doc, el evento incluye, respectivamente, propuestas internacionales, de la península y América Latina y filmes más arriesgados. Entre otras secciones están DOC-U, espacio dedicado al talento universitario, o Docs&Teens, para los más jóvenes.
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