El uso de las Taser por los Mossos acumula cuatro meses de retraso

La pistola eléctrica, conocida como Taser, se está haciendo de rogar. Los Mossos tienen desde hace dos años luz verde del Parlament para poder utilizarlas. Las últimas previsiones eran que en enero, los agentes ya contasen con las armas eléctricas. Pero por ahora, las 134 pistolas siguen en un almacén, a la espera de un trámite para que los agentes puedan manejarlas. La Comisión de Control de Dispositivos de Videovigilancia de Cataluña debe dar el visto bueno para el uso de las cámaras aparejadas a las armas.

“Cuando eso pase, se podrán utilizar”, explica una portavoz del cuerpo policial en referencia a la autorización de la Comisión. Pero cuándo podrá cumplirse el trámite es una incógnita. La Comisión se reunió el jueves pasado, y según una portavoz del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña (TSJC, que preside la comisión) no había ningún punto del día que hiciese referencia a las cámaras que deberán llevar los agentes. Desde los sindicatos policiales, se daba por descontado que el jueves se aprobaría. Una portavoz de Mossos ni confirma ni desmiente si se debatió, y asegura que no tienen ninguna respuesta oficial de la comisión, que suele tardar unos días en informar de las decisiones que se toman. La siguiente reunión está prevista para el próximo 6 de junio.

Fuentes cercanas al uso de este dispositivo dan por descontado que a mediados de verano los Mossos ya estarán usando las pistolas eléctricas Taser. Será la policía más grande en España que empleará las pistolas eléctricas, que es más popular entre las policías locales (unas 200 la utilizan). La Ertzaintza, la policía autónoma vasca, también la usa desde hace un tiempo. “Estamos en la fase de promoverlas entre Policía y Guardia Civil para ver si existe alguna voluntad”, explica Vitor Rodrigues, portavoz de Axon, la empresa adjudicataria de las armas.

El debate del uso de la Taser por parte de los Mossos cogió un impulso definitivo a raíz de la muerte de Juan Andrés Benítez en una reducción policial, en el barrio del Raval, en octubre de 2013. Poco después, el Departamento de Interior, que hasta entonces había sido reticente a utilizarlas, abrió la puerta a este arma eléctrica, que los sindicatos policiales defienden unánimemente desde hace años. “Entre la porra y la pistola, que no suele usarse, no tenemos nada”, explica el portavoz de USPAC, Josep Miquel Milagros.

Desde entonces, se han hecho diversos cursos de formación, de varios días cada uno, para que los agentes sepan manejarla. Pero todavía no se ha aprobado el protocolo interno con las normas a seguir en el uso de este arma, que lleva asociada la activación de una cámara, que portará el agente, para grabar la actuación policial. La patrulla además contará con un desfibrilador para poder actuar inmediatamente en caso de que quien reciba la descarga eléctrica de la pistola sufra una complicación cardíaca. Cada comisaría tendrá una Taser, que únicamente podrá utilizar el jefe de turno. Los Mossos harán una prueba piloto en cuatro comisarías, y progresivamente se irá ampliando al resto: de Girona, a Barcelona y Tarragona y, finalmente, en Lleida. 120 estarán en las comisarías y se guardarán otras 14, que la policía no ha aclarado con qué finalidad.

Peligrosidad

La asociación STOP Taser, que nació hace dos años para intentar frenar su uso, pide que no se utilicen en las zonas de custodia de las comisarías. Y sigue alertando de la peligrosidad de las pistolas eléctricas. Según un informe de Amnistía Internacional, 500 personas han fallecido desde 2001 en Estados Unidos tras recibir una descarga de una pistola Taser, aunque aclaran que no siempre es la descarga el motivo directo de la muerte.

“El trabajo de STOP Taser ha servido para que esté limitado y controlado el uso del arma”, asegura el abogado de la plataforma, Andrés García Berrio. Y lamenta que se hayan llevado a cabo los cursos de formación en los Mossos d’Esquadra sin tener el protocolo de uso listo, que piden que sea público. También reclaman que la cámara no grabe desde el momento que se desenfunda, sino antes y después, para poder ver toda la secuencia de los hechos.