Un diablo ruso toma el Liceo
El teatro de la Rambla estrena 'Demon', uno de los títulos más populares de Anton Rubinstein, con una producción propia
El diablo se paseará —literalmente —por una gran estructura cilíndrica que ocupará todo el escenario del Liceo. Demon fue una de las óperas del siglo XIX del repertorio ruso más populares en ese país después de Boris Gudonov, de Músorgski. También tuvo un amplio recorrido en otros teatros de países europeos hasta principios del siglo pasado, cuando decayó la fama de su autor, el pianista, director de orquesta y compositor ruso Anton Rubinstien. El drama, una historia de amor y pasión, llega ahora al Liceo que lidera la producción compartida con el Helikon Ópera de Moscú, la Ópera National Bordeaux y la Staatstheater Nürnberg. Con una impactante puesta en escena de Dimitry Bertman, uno de los directores más innovadores de Rusia —que dirige el Helikon Opera— y con la dirección musical de Mikhali Tatarnikov.
Se trata del estreno mundial de una nueva producción de la ópera en ruso. En ese idioma cantará el barítono que protagoniza Demon, el letón Egils Silins (el demonio) y la soprano lituana Asmik Grigorian (Tamara), la última triunfadora del Festival de Salzburgo, que debuta en el Liceo. Un montaje en el que se empezó a trabajar hace dos años: “una buena noticia después de años de no poder producir nada por el coste que representaba”, reconocían en el teatro. Años de ajustes en los que se ha mirado con lupa los costes de las producciones que, en la mayor parte de las ocasiones, se han alquilado salvo alguna excepción, como Il Trovatore coproducida por el teatro de La Rambla en 2017. La producción de Demon ha supuesto un coste de cerca de 400.000 euros.
La ópera de Rubinstein —que actuó como concertista en el Liceo en dos ocasiones— se estrena el lunes con un gran cilindro de 13 metros de altura por otros tantos de profundidad y 9,5 de alto, con una escenografía del austríaco Hartmut Schörghofer. Al fondo de esa estructura penderá una voluminosa esfera hinchable con un proyector en su interior que generará a lo largo de la obra diferentes realidades, cambiando de aspecto para plasmar diferentes acciones de la historia. La esfera ha sido diseñada por el taller del catalán Quim Guixá, el mismo que creó la figura de Cobi que salió volando del Estadio Olímpico en la clausura de los Juegos Olímpicos de 1992.
180 piezas de vestuario con pocas tallas
Al liderar el Liceu la coproducción de Demon, correspondía al teatro el diseño del vestuario. Han sido 180 piezas diferentes, los personajes principales y todo el coro, que se confeccionan con un margen de una o dos tallas que es la norma habitual. Porque el vestuario, como el resto de los elementos de la escenografía, viajará a los otros tres teatros que la han coproducido.
Otro de los elementos singulares es que el gran cilindro en el que se sitúa toda la acción se puede desmontar con relativa facilidad para que viajé en dos o tres camiones. En el caso del Liceo, además, las funciones de Demon se intercalan con otros espectáculos por lo que la estructura se desplazará a uno de los boxes situados junto al escenario.
Será ese contexto el que generará un “gran túnel en el que los personajes reproducen la tragedia del amor”, explicaba el director de escena que apuntaba que no siempre el demonio era el malo y el ángel el bueno. Es una historia de amor, basada en un poema de Mikahïl Lérmontov, que en la versión del Liceo durará dos horas y 35 minutos, bastante más corta que en otros montajes anteriores.
Bertman presentaba al demonio como un personaje “enamorado, envejecido, de largos cabellos canosos y mirada fría y ausente”. “Una obra sobre la seducción, la pasión, en la que se transmite que en cada uno de nosotros vive un demonio y un ángel, y cómo van cambiando uno y otro, y cuál es el poder que tienen en el mundo y cómo las personas se comportan en ese mundo”. Un demonio que se enamora de Tamara, personaje que encarna la soprano Grigorian.
El reparto lo completan el contratenor Yuriy Mynenko, en el papel de Angel, el tenor Igor Morozov, que se convertirá en el Príncipe Sinodal y el bajo Alexander Tsymbalyuk, que será el Principe Gudal. Todos ellos son ucranianos y debutantes en el teatro barcelonés.
El estreno de la ópera se dedicará a la memoria del barítono ruso Dmitri Hvorostovsky, fallecido el pasado mes de noviembre y que participó en la creación de la producción, que estaba previsto que protagonizara en el teatro de La Rambla.
La soprano Grigorian llegó a decir que decir que después de la muerte de Hvorostovsky pensó que no haría nunca más esa ópera que había interpretado anteriormente en Moscú con Hvorostovsky. Aclaró que después de las funciones de Barcelona no volverá a encarnar a Tamara, la figura femenina de Demon: “puedo cantar otras óperas, tampoco es nada trágico”. El barítono Silins ya la ha representado en cinco ocasiones y confiaba que el estreno en el Liceo sirviera para que otros teatros europeos la programen. Para que ese Demon ruede.
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