Sant Jordi: más inquietos por la lluvia que por el ‘procés’
“La jornada es una fiesta de todos”, asegura la presidente de los libreros catalanes
Preocupa más la posibilidad de lluvia (algunas previsiones apuntan a algún ligero chubasco primaveral) que las hipotéticas movilizaciones ciudadanas sobre el procés pudieran tener lugar ese día. Así encara el sector del libro la próxima diada de Sant Jordi, optimista en mejorar la facturación del año pasado —poco más de 21 millones de euros (un 4% más que en 2016) a partir de la venta de 1,5 millones de ejemplares—, sobre la premisa de que siendo este año un lunes, día laborable (las dos últimas convocatorias cayeron en festivo, si bien fueron provechosas) las ventas se incrementarán, especialmente en Barcelona.
“Sant Jordi no tiene nada de político; es una fiesta de todos”, zanjó rápidamente y con supuesta naturalidad la presidenta del Gremi de Llibreters de Catalunya, Maria Carme Ferrer, durante la presentación ayer de la logística del sector ante la Diada. En realidad, durante la casi una hora que duró el acto parecía que los diferentes portavoces quisieran pasar de puntillas sobre el hecho, hasta el extremo de que la palabra procés apenas salió una vez y en relación a la abundante literatura que ha generado. Según los organizadores, tampoco se espera que esos libros tengan demasiado protagonismo ese día: “Desde octubre se han ido vendiendo muy bien algunos títulos, pero no creo, sinceramente, que sean los libros de este Sant Jordi, ni siquiera los más vendidos”, aventura la presidenta de los libreros.
Dos ‘pasillos’ para oxigenar a 1,5 millones de personas
Desde hace tres años, el Ayuntamiento de Barcelona y el sector del libro intentan esponjar la aglomeración humana que se da por Sant Jordi en Paseo de Gràcia, Rambla de Catalunya y La Rambla. En ellas se concentra el 66% de las paradas de libros de la capital catalana, donde el consistorio concedió en 2017 más de 800 licencias para vender libros, entre las librerías agremiadas y entidades que ese día quieren promocionarse con su publicación. El consistorio calcula que transitan ese día entre 1,2 y 1,5 millones de personas. Para dar aire a ese circuito y por motivos de seguridad desde el atentado de La Rambla, por vez primera se generan, cortando el tráfico, dos ejes transversales: uno, de 90 metros, en Consell de Cent (entre Balmes y Paseo de Gràcia; en la confluencia con Rambla de Catalunya, se organizará un ágora con paradas), y otro, de 80 metros en la Diagonal, a modo de pasarela entre Rambla de Catalunya y Paseo de Gràcia. Ello deja la ruta expedita para la potencial colonización de los Jardinets, en Gràcia, el distrito con más librerías. El eje de libros infantiles y cómic de Paseo de Sant Joan se consolida al superar la plaza de Tetuán.
La inquietud no sería tan descabellada si se recuerda que el sector registró, como otras ramas comerciales, un notable descenso de ventas en el último trimestre del pasado año, que coincidió con las constantes y numerosas movilizaciones tras los sucesos del 1-O. “Es cierto que la gente tenía la cabeza en otras cosa, en escuchar la radio o ver la tele y no en leer, pero no creo que se boicotee la diada, es muy icónica de lo que es Cataluña y la imagen que se quiere dar fuera”, admiten en privado representantes del sector del libro.
La prueba de la importancia del eco internacional de Sant Jordi es que este año están previstas unas 150 actividades en otras tantas ciudades del mundo vinculadas a la diada, que pueden verse en la web booksandroses.cat. El año pasado, la fiesta del libro y la rosa se celebró en 25 países. Aprovechando que el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo han declarado 2018 Año Europeo del Patrimonio Cultural, la Agencia Catalana de Turismo de la Generalitat ha decidido destinar 2,8 millones de euros a promover este año el turismo cultural, a la búsqueda de un visitante con valor añadido más allá de sol, playa y paella. En esa línea, “queremos que los valores intrínsecos de Sant Jordi queden asociados a la marca Cataluña”, reconoce Patrick Torrent, director ejecutivo de la agencia. Entre las actividades previstas está la visita de 21 periodistas extranjeros para que puedan vivir la Diada, que tendrán como centro de operaciones la modernista Casa de les Punxes. También se ha organizado un concurso internacional de escaparates de librerías.
Desde la crisis económica, el mundo del libro ha constatado un cambio de hábito de consumo: “Ahora nos movemos más en dientes de sierra, con buenos momentos de compra como Navidad, Sant Jordi y los meses veraniegos de junio y julio; en el último medio año estamos en una situación plana que deseamos la Diada reactive”, apunta Patrici Tixis, presidente de la Cambra del Llibre de Catalunya, que aúna a todos los sectores del libro. A esa sacudida espera que contribuya el hecho que se permitirá la apertura de las librerías el domingo previo. “En Barcelona lo harán casi todas seguro; en el resto de Cataluña, irá más a libre elección”, apunta Ferrer, que corre a precisar que el famoso descuento del 10% que se aplica en Sant Jordi “sólo se podrá conceder el lunes”.
A la situación de calma chicha del mercado no es ajeno que en este arranque de temporada no se ha dado una conjunción de grandes best-sellers como sucediera en el primer trimestre de 2017, con libros de Ildefonso Falcones, Dolores Redondo o la eclosión sorpresa de Patria, de Fernando Aramburu, aún ahora, un año después, con buena demanda. En cualquier caso, la lista de los más vendidos apenas proporciona entre el 5 y el 6% de las ventas totales que se dan en la jornada.
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