Los catalanes pobres viven ocho años menos de media que los ricos
La situación socioeconómica también afecta a la morbilidad y a la salud mental
La pobreza pasa factura a la salud y acerca a la muerte. Un estudio del Departamento de Salud cifra en ocho años la diferencia entre la esperanza de vida de una persona de renta muy baja (con ingresos de subsistencia, no contributivos) y otra de rentas superiores a los 100.000 euros. La investigación, que prueba que el riesgo de morir aumenta a medida que baja el nivel de renta, constata una máxima que la comunidad científica ya advirtió en numerosas ocasiones: el 80% de los determinantes de la salud son sociales y las condiciones socioeconómicas de la población influyen en su estado de salud.
Las personas con menos recursos económicos, las que están en situación de pobreza o se encuentran en riesgo de exclusión social sufren peor salud. También utilizan mucho más los servicios sanitarios y tienen una esperanza de vida ocho años inferior a los de rentas altas. Según el estudio realizado por la Unidad de Información y Conocimiento del Observatorio del Sistema de Salud de la Agencia de Calidad y Evaluaciones Sanitarias (AQuAS), las personas de renta alta (más de 100.00 euros al año) tienen una esperanza de vida de 83,8 años. Por el contrario, las personas que menos cobran —las que subsisten con ayudas y prestaciones no contributivas como único ingreso— tienen una esperanza de vida de 76,6 años.
“La equidad en salud es el mejor indicador de justicia social. La situación socioeconómica afecta a todo, a la mortalidad, a la morbilidad, a la salud mental…”, apunta Joan Benach, experto en salud pública y coordinador del Grupo de Investigación sobre Desigualdades en la Salud (GREDS-Emconet) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF). El estudio apunta que en el nivel de renta bajo (personas que cobran menos de 18.000 euros anuales) también se encuentra el mayor porcentaje de población de 75 años o más. Sin embargo, los investigadores ya han tenido en cuenta este elemento para ajustar las conclusiones del estudio. “Se ha calculado la esperanza de vida de los individuos, ajustando por grupo de edad y sexo”, explican a este diario fuentes del Departamento de Salud.
La investigación sostiene que el riesgo alto o moderado de enfermar o morir en la población de rentas altas es del 8%; entre el colectivo con menos ingresos, este riesgo asciende al 27%. “Las personas de renta baja tienen un 25% más de mortalidad que los de renta media; y los de renta muy baja, un 50% más”, apuntan los investigadores en el estudio.
La mortalidad entre la población con más ingresos, sin embargo, es más elevada que entre la gente de renta media, un extremo que los científicos de Salud achacan a que “la morbilidad puede estar infravalorada porque es el grupo en el que hay más doble cobertura”. Los datos disponibles para el estudio son de la red sanitaria pública, por lo que los investigadores no disponen de la información que recojan las mutuas privadas que tienen los pacientes.
Más visitas al médico
Más allá del riesgo de muerte, la situación socioeconómica de los catalanes se cristaliza perfectamente en una simple consulta del médico de cabecera. A menos ingresos, más nivel de hiperfrecuentadores, como se conocen en el argot médico a los usuarios que visitan más de 24 veces al año los servicios de atención primaria o más de seis al especialista. “La utilización de servicios aumenta a medida que baja el nivel de renta”, apuntan los investigadores en este informe, que recoge los resultados preliminares de un estudio más amplio que están cocinando.
Incluso entre las rentas más bajas, las diferencias entre el uso de los servicios sanitarios ya son significativas. La probabilidad de convertirse en hiperfrecuentadores de atención primaria es del 32% en rentas bajas y del 48% en rentas altas. Las derivaciones a las consultas del especialista, concreta el estudio, también aumentan a medida que se reduce el nivel renta.
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