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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Jordi Graupera, matar al padre

Las palabras del filósofo suenan a un destierro de Convergència, su viejo progenitor

Oriol Güell
Jordi Graupera, en el teatro Victoria de Barcelona este martes.
Jordi Graupera, en el teatro Victoria de Barcelona este martes.Joan Sánchez

Han crecido, se han hecho influyentes y creen que ya ha llegado su hora para tocar poder. Jordi Graupera formalizó anoche el paso al frente de una nueva hornada de independentistas que, acunados por los sectores más liberales de la antigua Convergència, irrumpe de pleno en la política catalana. Y lo hace pisando fuerte. Si todo proceso de maduración tiene algo de matar al padre, las palabras de Graupera suenan más a un destierro del viejo progenitor.

Nada de lo hecho hasta ahora sirve. Los partidos han “decepcionado” a la gente tras el 1-O. Barcelona es un lugar en el que “para triunfar hay que renunciar a ser uno mismo”. El catalanismo ha sido cómplice del Estado autoritario. El poder vive subyugado “por una renuncia que traslada a todas las esferas de la vida”. E incluso la Unión Europea —“esta Europa china”— queda fuera del mundo que Graupera imagina para los catalanes.Todo cambió el 1-O, el día en el que se produce la “ruptura definitiva entre la política institucional y la gente”. Tras ello, los responsables políticos que lideraron el procés hasta el 30 de septiembre han quedado “totalmente quemados”.

La conferencia de Graupera era el anuncio de sus aspiraciones a la alcaldía de Barcelona, pero el discurso es de mucho más calado. Tiene una base sólida, pero con muchas facetas aún por articular. Solo así se entiende que Graupera alerte contra el populismo mientras su discurso está impregnado de él, con constantes apelaciones a la “gente” frente a unas élites e instituciones que solo saben “agachar la cabeza” frente al Estado.

Tampoco se salva su discurso de cierto aire de supremacismo. “Solo el independentismo conoce la parte más profunda de las raíces de la ciudad”, sentenció. Y aún más: “El 1-O la gente pasó de ser catalanista a ser catalana”, dejando al margen de tal categoría al resto de los ciudadanos.

Se ha escrito que Graupera forma parte de una nueva derecha independentista, expresión que disgusta a sus protagonistas. Sin embargo, los 50 minutos de discurso de ayer dan cobijo a muchas de las ideas que ha caracterizado a este movimiento en Estados Unidos. Si Barcelona tiene que ocupar un lugar en “la vanguardia del mundo”, el único camino para lograrlo es la plena “autonomía personal” de sus ciudadanos, como si ahora no la tuvieran.

Lo que sí detalló Graupera es qué le ha llevado a dar el paso para entrar en política. El 1-O recogió en la calle el cartucho de una bala de goma. “Cada día cogía la cartera, el móvil y el cartucho. Y luego lo miraba y me ponía triste”. Así varias semanas hasta que, ya de vuelta en Estados Unidos, una compañera de universidad le sentó en la cafetería y le espetó: “¡Tú no eres una víctima!”. Y Graupera decidió aspirar a la alcaldía de Barcelona

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Sobre la firma

Oriol Güell
Redactor de temas sanitarios, área a la que ha dedicado la mitad de los más de 20 años que lleva en EL PAÍS. También ha formado parte del equipo de investigación del diario y escribió con Luís Montes el libro ‘El caso Leganés’. Es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Autónoma de Barcelona y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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