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Una decisión con sus pros y contras

Elegir colegio es un gran quebradero de cabeza para los padres. Varias familias comparten sus motivos

De izquierda a derecha, Sergio Chala Lafuente y Carolina Arias Cuevas, Montse Martínez, Marta Díaz y Jaime Monjo, y Javier Fonseca y María Ángeles de Vicente.
De izquierda a derecha, Sergio Chala Lafuente y Carolina Arias Cuevas, Montse Martínez, Marta Díaz y Jaime Monjo, y Javier Fonseca y María Ángeles de Vicente.VÍCTOR SAINZ

Es una mañana soleada de domingo en Madrid. Cuatro parejas de padres se encuentran para hablar de sus hijos. Algunos, los más pequeños, juegan en el parque, y los más mayores les echan un vistazo y se animan a hacer castillos de arena. Son familias que llevan a sus hijos a centros muy diversos en barrios distintos. Pero todos coinciden en lo mismo: la decisión de elegir el adecuado tiene que ver con la felicidad de sus hijos. Pero hasta que lo resuelven, y especialmente en el caso de padres primerizos o con malas experiencias en otros centros, el proceso les desgasta. Especialmente por el miedo a equivocarse. Para todos los entrevistados se trata de una decisión “peliaguda” a la que, sin embargo, hay que quitarle drama. “Hay que perder el miedo a equivocarse”, explica Javier Fonseca, padre de dos niños. Marta Díaz, con tres hijos pequeños, lo secunda: “En la vida pueden pasar muchas cosas, que te cambies de ciudad o de barrio, por eso hay que restar peso a la decisión, aunque no es fácil”.

Una de las primeras dudas se debe a los referentes de los padres, los colegios a los que fueron en su infancia. A los que les fue bien suelen querer repetir modelos parecidos y los hay que buscan lo contrario de lo que vivieron en su niñez. La sociedad ha cambiado y, en general, el panorama educativo y los planteamientos y valores son tan distintos —inteligencias múltiples, educación emocional, trabajos por proyectos, escuelas sin deberes— que casi todos quieren innovar y sumarse a las nuevas tendencias educativas. La diversidad y la atención personalizada son aspectos que todos ponen en valor. Pero, en general, cada uno tiene una historia y escala de prioridades muy distintas. El barrio, el poder adquisitivo, la atención a necesidades especiales… Todos los aspectos condicionan, pero también ayudan a dirigir la elección.

Potenciar capacidades

“Tendemos a querer que nuestros hijos repitan las buenas experiencias que vivimos cuando teníamos su edad y alejarles de las malas, en esto y en otros aspectos de la vida. Son como un espejo”, cuenta Ángeles de Vicente. Una de sus hijas, de 14 años, ya está en el instituto; la otra, de 12, en el colegio público Gabriela Mistral, en Las Tablas. En el mismo barrio viven Marta Díaz y Jaime Monjo, que llevan a sus hijos al Estudiantes, situado cerca de su casa. “El formato no tiene nada que ver con lo que nosotros habíamos visto en nuestro colegio. Es un sistema que se centra en las capacidades del niño, en potenciar sus habilidades. Sin duda, es mucho más efectivo. A veces tengo la sensación de que aprenden casi por ósmosis, jugando, y se divierten”.

Hay que perder el miedo a equivocarse, dicen los padres, y desdramatizar el tener que cambiar a los hijos de colegio si se necesita

No siempre se acierta a la primera. En el caso de Ángeles y Javier, el Gabriela Mistral es el tercer centro por el que pasan sus chicas, por eso insisten en quitarle drama al error, porque tiene marcha atrás y porque en cada centro sus hijas han aprendido de situaciones diversas. “Para decidirnos por el primer colegio habíamos mirado y pensado mucho, así que sentimos como un fracaso cambiarlas, pero hay que asumir que no siempre se acierta; no hay que obsesionarse, ni con esto ni con los grupos de WhatsApp de padres. Lo que debe primar es la felicidad de tus hijos”, apunta Javier Fonseca. Estos progenitores están muy implicados en la asociación de madres y padres. Ahora mismo sus hijas van solas al centro educativo. “Los centros por los que pasaron antes de este —donde son muy felices— les dieron muchas herramientas; el segundo era muy diverso, en un barrio de bajo poder adquisitivo. No tiene sentido vivir en una burbuja, la diversidad es importante porque este mundo es heterogéneo”.

Integración y valores

Esto es lo que defienden a capa y espada Sergio Chala y Carolina Arias, que llevan a sus hijas de cuatro y ocho años al CEIP Bellas Vistas, en Alcorcón. El centro prima la diversidad desde la integración de niños con problemas motores, y es el caso de su hija pequeña. Así que por ella se decidieron. La sorpresa llegó al poco tiempo cuando consideraron llevar allí también a la pequeña. “Bastante problema es tener una niña que necesita cuidado especial como para no poder ni siquiera llevarlas al mismo centro. La gente tiene el concepto de que los colegios adaptados solo son para niños que lo necesitan, pero este centro es un ejemplo de que la integración y la diversidad son muy enriquecedoras para nuestros hijos”, cuenta Carolina. Su marido le da la razón: “Creemos que el problema de esta sociedad es precisamente que no se mezcla a los niños. Y me pregunto por qué tienen que estar encasillados los de necesidades especiales”. Los dos hablan de su colegio con pasión: “Tienen de todo, fisioterapeuta, enfermera…; están muy bien atendidas. Yo las dejo por la mañana y respiro aliviada, me voy tranquila”, apunta Carolina.

Montse Martínez y su mujer llevan a su hijo Bruno, de ocho años, al colegio concertado Montserrat. “Por convicción y coherencia, queríamos que fuera laico total”, explica Montse. En el centro se trabaja por proyectos, prima la diversidad y es pionero en la integración de niños con autismo. Su hijo entró con tres años y, antes de decidirse, estas madres quisieron reunirse con el equipo directivo, una posibilidad que exploran muchos padres. “Queríamos decirle qué tipo de familia somos para confirmar cómo respiraban ellos. Ya nos habían dicho que había varias familias con dos papás o mamás, pero queríamos prevenir cualquier discriminación. Y en este sentido el colegio es tolerancia cero”. Les convenció también que, en vez de primar por encima de todo la formación académica y las notas, se haga un esfuerzo “por ser autónomos, con valores, es un centro que no está dirigido a la competitividad sino a la colaboración”. También estas madres valoran muy positivamente que haya aspectos convencionales a los que no se dé tanto valor. “No se vive como en el resto el Día del Padre o de la Madre, importan otras cosas”. Entre ellas, la implicación de las familias en la vida del centro, que les ofrece talleres para los padres: de género, de transfobia, de diversidad… “Esto no lo tienes en un colegio tradicional”, resume Montse.

La diversidad se valora muy positivamente: “No tiene sentido vivir en una burbuja, este mundo es heterogéneo”, dicen

Marta Díaz y Jaime Monjo también creen que acertaron de pleno con su colegio. Y entre otras muchas cosas, por la relación que se establece con otros padres. “Ya nos hemos ido de vacaciones juntos, quedamos para ir a la Casa de Campo algunos fines de semana. Somos un grupo muy poco ortodoxo, pero tenemos en común haber tomado una decisión parecida para nuestros hijos en cuanto a valores”, explican. Les parece importante tomar en consideración la opinión de otros padres a la hora de elegir un centro. “Que no les dé vergüenza preguntar, aunque sea a la salida del colegio. Está bien hacerlo a padres de distintas etapas educativas”, dicen. Los dos tenían claro que querían un centro que diera valor al deporte y los idiomas y que fuera público o concertado. “Porque queríamos tener más de un hijo y porque en Madrid hay colegios estupendos que no son privados”, apuntan. El Estudiantes era el que más cerca estaba de su casa. “Para nosotros es muy importante no tener que coger el coche para ir al colegio, fomentar su autonomía”. No disimulan su entusiasmo cuando cuentan cuánto les gusta el centro de sus tres hijos. “Nos encantaba que fuera laico y de la Institución Libre de Enseñanza, es un modelo que nos gusta mucho. A todos nos preocupa que el entorno sea coherente con tus principios y con lo que quieres aportar a tus hijos”, explican.

Acoso escolar

Algo que ayuda a decidir a las familias son las asignaturas complementarias. En el Bellas Vistas de Alcorcón, por ejemplo, todos los niños, sin diferenciar sus dificultades motoras, pueden asistir a baile moderno —“hay un día de break dance”, destaca Carolina Arias—, piscina, baloncesto, etcétera. En el colegio de las hijas de Javier y Ángeles, la sala Cuarta Pared es la responsable de impartir los talleres de teatro. “No queríamos extraescolares, excepto teatro, que ayuda a la expresión personal, a los sentimientos, las emociones. Nos sirvió para que una de ellas venciera la timidez”.

El acoso es otro de los temas que más resuenan y más preocupan a los padres. Por eso a todos les importa que, sea público, privado o concertado, los chicos estén cuidados. Javier y Ángeles animan a que después de Navidades se haga una reflexión sobre cómo están los hijos. “Medir su grado de felicidad, cómo se relacionan con los profesores, con los alumnos y con las profesoras”, aconsejan. De esta manera, creen, hay margen para tomar decisiones. Marta y Jaime opinan que la clave para que los chicos se sientan cuidados es que el colegio sea muy familiar, independientemente de su tamaño. “Que los coordinadores de etapa siempre estén disponibles y realicen seguimiento”. Finalizada la charla, Jaime pregunta a su hijo mayor, de seis años: “¿Podrías decirle a los del periódico por qué te gusta tu cole?”. “Me gusta mucho porque mis amigos siempre juegan conmigo, me encanta el cole, además aprendo muchas cosas… ¡Adiós!”.

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