El gran dilema: crecer sin excesos
La economía colaborativa llega para quedarse y hay que generar un espacio de convivencia justo
El turismo es clave en la conformación de la actual realidad económica y social andaluza y, por supuesto, un sector estratégico para el futuro de nuestra región. En 2017, Andalucía recibió 29,5 millones de turistas, lo que se tradujo en unos ingresos superiores a los 20,4 miles de millones de euros, que representan alrededor del 12,5% del PIB. Con toda probabilidad, durante 2018, alcanzaremos el récord de 30 millones de turistas, cifra que, en principio, estaba previsto conseguir en 2020.
Estos datos evidencian el tremendo potencial con el que cuenta Andalucía para el desarrollo de la actividad turística y su reconocimiento como un destino de primer orden, tanto en ámbito nacional como internacional. Pero también nos llevan a reflexionar sobre los desafíos que hay que afrontar para asegurar que el turismo continúe siendo uno de los motores del crecimiento económico de Andalucía en los próximos años.
Uno de los desafíos a los que se enfrenta Andalucía como destino turístico tiene que ver con su posicionamiento en los mercados. Sin notarse aún las consecuencias del Brexit, hay una evidente ralentización del crecimiento del turismo británico, muy importante para la región. A ello hay que unir la recuperación de algunos destinos competidores, como Egipto o Turquía, y la mejora de la imagen de nuestros principales competidores europeos en los mercados internacionales. Andalucía debe seguir apostando por mantener su importante presencia en el mercado nacional, fidelizar a los clientes internacionales, posicionarse en nuevos mercados y, sobre todo, por la diferenciación a través de la microsegmentación y los conocidos como turismos específicos, en los que nuestra región tiene un potencial casi infinito.
Otro de los retos que hay que afrontar con rapidez es la transformación digital. El turístico está siendo uno de los sectores en los que con más celeridad e intensidad se está incorporando la tecnología (tablets, smartphones, realidad aumentada, geolocalización, wearables, beacons, big data, etc.), y lo está haciendo en todos los eslabones de la cadena de valor, simplificando procesos y ahorrando costes. A ello hay que sumar las redes sociales y la economía colaborativa. Las empresas y los gestores de destinos andaluces deben aprovechar las tecnologías para innovar y ofrecer nuevos productos, servicios y modelos de negocio, así como para reinventarse.
La irrupción de plataformas web que facilitan nuevas maneras de relacionarse, intercambiar y monetizar habilidades y/o bienes económicos plantea un tercer reto. El consumo colaborativo surge como un elemento social disruptivo, consecuencia de la transformación radical en los hábitos de consumo, especialmente de los jóvenes, más interesados en acumular experiencias que en poseer bienes. Este fenómeno ha generado especiales problemas en los ámbitos de las viviendas de alquiler turístico y taxis. Por supuesto que hay que distinguir entre economía colaborativa y economía sumergida, y luchar contra esta última, pero también hay que asumir que este nuevo modelo ha llegado para quedarse y, en consecuencia, hay que generar un espacio de convivencia justo y equilibrado entre ambos modelos, que, en cualquier caso, respete a la población residente y la capacidad de carga de los destinos turísticos.
Aunque el principal reto de Andalucía para el futuro más inmediato es transformar su modelo de desarrollo turístico, poniendo el énfasis en el margen y no en el volumen. ¿Hay posibilidades para seguir aumentando el número de turistas? Sí. Aunque no en todos los destinos y de la misma forma. Para ello, hay una condición básica: respetar la capacidad de gestión sostenible de los destinos (la sostenibilidad hoy no es una elección, sino un factor clave para asegurar el futuro). Y tres estrategias: desestacionalizar los flujos turísticos; mejorar la conexión del litoral con el interior, para asegurar una mejor distribución; y garantizar una gestión activa e integral de los destinos turísticos, no focalizada solo en los visitantes, sino también en los residentes.
Andalucía cuenta con recursos, capital humano y visión para aumentar el gasto del turista
Pero el éxito de Andalucía como destino turístico no debe medirse por el número de turistas que recibe, sino por su capacidad (ya demostrada) para generar una oferta turística de calidad, diferenciada y variada, que lleve a un mayor gasto turístico que, a su vez, contribuya a seguir mejorando la calidad de vida de los andaluces (incluidos los trabajadores del sector, a los que continuamente pedimos esfuerzos de profesionalización, pero que están lejos de alcanzar empleos y salarios acordes con estas exigencias). El gasto medio diario por turista aún tiene mucho margen de crecimiento y es ahí donde tenemos que incidir. Andalucía cuenta con recursos, capital humano y visión estratégica suficientes para conseguir este objetivo.
Para finalizar, recordar que el turismo es una actividad compleja en cuyo desarrollo participan distintos tipos de actores. Su gestión requiere generar espacios de confluencia que permitan una actuación conjunta y coordinada. Todos deben asumir su cuota de responsabilidad. Ello exige aplicar procesos de gobernanza turística. Este es otro de los grandes retos.
Juan Ignacio Pulido Fernández es director del Laboratorio de Análisis e Innovación Turística de la Universidad de Jaén.
