Noche de recuerdos sin nostalgia
Un grupo de cantautores de distintas procedencias rindieron tributo a Ramon Muntaner como artista, como compositor, como cantante
Mientras las rúas de carnaval ocupaban las calles, creando incluso algún que otro desbarajuste viario con docenas de coches vagando a la deriva para sortear los cortes de tráfico, en el centro de L’Hospitalet, en un pequeño reducto aislado del mundo exterior, se vivía una velada de emociones, recuerdos y bastantes lagrimitas.
Nada de disfraces, ni exteriores ni interiores, a cara descubierta un grupo de cantautores de distintas procedencias rendían tributo a Ramon Muntaner como artista, como compositor, como cantante. Nadie habló de la SGAE ni de cosas similares pretéritas, actuales o futuras, solo un puñado de poemas de lo mejor de nuestra literatura musicados por aquel Muntaner de nuestros recuerdos, de mirada fiera y pelo encabritado. Poemas cantados la noche del sábado con verdadera devoción por uno de sus maestros, varios coetáneos, rivales en su tiempo, y bastantes discípulos de generaciones posteriores. Todos unidos alrededor de una obra que no debería caer en el olvido a pesar de que ya hace décadas que su autor abandonó voluntariamente los escenarios.
Por la tarima del teatro Joventut desfiló, en primer término, el exquisito gusto de Muntaner para seleccionar poemas con todos los colores del arco iris en una España que todavía olía a franquismo. Del amor a la revuelta, de la carícia íntima a la crónica truculenta. De Sagarra o Salvat-Papasseit a Pere Quart o Palau i Fabre y Martí i Pol, sobre todo Martí i Pol. Poemas convertidos en canciones que, en casi todos los casos, se mostraron de una actualidad sobrecogedora.
El que fuera el mayor rival de Muntaner en aquellos tiempos de la novíssima cançó, Joan Isaac, orquestó un espectáculo magnífico, dinámico, sin altibajos ni lugar para divismos o largos discursos (estos, entrañables, llegaron solo al final cuando la música había concluido, antes nadie habló y se agradeció el detalle). Un cuarteto dirigido con seguridad por Antoni Olaf Sabaté (respetando además la mayoría de los arreglos originales) sirvió de base para que el desfile de voces se sucediera sin pausas ante una realización videográfica sumamente atractiva y diferente para cada canción.
El momento mágico llegó con Eduard Iniesta interpretando a Maria Mercè Marçal. El más estremecedor lo protagonizó Silvia Comes sobre un poema leído, cantado, gritado de Pere Quart. Y el más entrañable fue, ¿cómo no?, cuando sonó La plaça del diamant y dos generaciones separadas por los años dejaron claro que la sensibilidad nada sabe de edades: Gemma Humet y Joan Manuel Serrat cerraron la noche por todo lo alto. Es necesario cada vez más seguirle los pasos a esta chica. Por cierto, Serrat fue recibido y despedido con una gran y calurosa ovación, lo que en si mismo no es noticia pero que contradijo a los agoreros que, tras los gritos bastante unánimes que habían sonado unas canciones antes, Llibertat pressos polítics! (un breve momento pero ahí estaba), esperaban una recepción violenta ante la presencia del cantautor barcelonés. Y no, claro, los amores no se olvidan así como así. Noche emotiva en la que también estuvieron Coses, Enric Hernàez, Turnez & Sesé, Borja Penalva, Roger Mas, Rusó Sala y, lógicamente, Joan Isaac.
Es una lástima que un espectáculo de esta calidad se quede en una sola representación y no pueda girar por todo el país demostrando que los recuerdos, muchos y muy intensos, incluso con alguna lagrimita, no han de estar reñidos con la emoción en un tiempo que sigue siendo presente. La obra de Ramon Muntaner oída hoy carece de nostalgia y también es una lástima que no esté más presente en nuestro día a día.
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