La construcción de viviendas se estanca en Lleida y Tarragona
Desde 2013, el crecimiento en la superficie visada de la ciudad de Barcelona ha sido del 128%; en las Terres de l’Ebre, solo el 17%
“De Tarragona para abajo, todo es un agujero”. Así de crudo lo resume Àngel Auré, un constructor de Amposta (Montsià) que ha visto pasar la crisis económica y cómo se ha llegado al desierto de la construcción cuando se venía de un oasis de ladrillos y licencias. Con la salida de la crisis, el sector de la construcción vive un tímido crecimiento en la obra nueva y en la rehabilitación, pero según el Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña (COAC), las zonas de Lleida, Tarragona y las Terres de l’Ebre se han descolgado de esta recuperación.
El crecimiento de los proyectos en esas provincias es, según el decano, Lluís Comerón, “imperceptible”, mientras que Barcelona y Girona lideran el incremento del conjunto de Cataluña. Esto ha llevado a arquitectos, constructores e inmobiliarias a alertar de que los esfuerzos son insuficientes no solo para garantizar la supervivencia de las empresas, sino también la salud de un parque más de cuatro millones de viviendas.
Los últimos datos de proyectos visados por el COAC muestran que la superficie visada en Cataluña en 2017 fue de 3,9 millones de metros cuadrados, un 9% más que el año anterior. Este porcentaje es inferior al de los últimos dos años, que rondaban el 20%. En 2017 se visaron 11.250 vivendas, mientras que en la época anterior a la crisis se alcanzaban las 100.000 viviendas visadas al año. Por todo ello, al partir de un pozo en el que se cayó muy hondo en 2013 —ese año se visaron en Cataluña solo 2.888 viviendas—, cualquier porcentaje de crecimiento parece insuficiente. El COAC considera que, para que el parque de viviendas se renueve, tendría que haber cada año, como mínimo, 40.000 proyectos.
Pero la recuperación, además de ser pequeña, no está bien repartida en el territorio. En los últimos años, solo las provincias de Barcelona y Girona muestran un crecimiento constante, y también son las únicas en las que se llevan a cabo, de manera regular, proyectos de obra nueva o rehabilitación de más de 10.000 metros cuadrados. Desde 2013, el crecimiento en la superficie visada de la ciudad de Barcelona ha sido del 128%; en el resto de la provincia de Barcelona, el incremento ha sido del 101%, y en Girona ha sido del 69%. En comparación, el estancamiento del resto de provincias es evidente: en Lleida solo se creció un 29%, en Tarragona, un 20% y en las Terres de l’Ebre, un 17%.
En esta última zona las consecuencias de este parón son muy palpables para quienes vivieron los años de bonanza. “Construimos demasiado y ahora pagamos las consecuencias”, admite Auré, quien ahora se ha centrado en la construcción de parques infantiles. “Si la empresa pública es la más grande, tenemos un problema”, concluye.
El panorama que este constructor define como un agujero es más bien un escenario donde todavía quedan muchas de las viviendas que los bancos no han podido vender. Si en España, según los últimos datos, todavía queda casi medio millón de casas sin vender, solo en Tarragona ciudad, según el COAC, hay 10.000.
“Hay zonas con mucho stock todavía, y donde ya no hay, el sector no se anima a invertir”, explica Joan Tous, presidente del Colegio de Arquitectos de la demarcación de Tarragona. “El problema no solo está en los pisos que todavía tienen los bancos, sino también en las viviendas vacías en las que no se han hecho las reformas necesarias: la rehabilitación es una asignatura pendiente”, recuerda Tous. En el año 2006, en la provincia de Tarragona se visaron 4,3 millones de metros cuadrados. En 2016, la cifra es de 265.397 metros cuadrados. “Hay un crecimiento latente pero está muy estancado”, explica el presidente de la demarcación, que considera que ahora es el momento de impulsar la inversión en las zonas donde hay demanda, como en la ciudad de Tarragona. “Un dato positivo es que en los últimos años han incrementado los proyectos medianos, cosa que da más estabilidad que los grandes”, detalla.
A pesar de todo, hay quien ve luz al final del túnel. En Lleida, los responsables de la inmobiliaria Finques Farré, que copa el 80% de las promociones que se emprenden en la provincia, creen que este 2018 será el año en el que la ola de la recuperación también llegará al interior de Cataluña. “Hemos estado siete u ocho años vendiendo solo restos bancarios, pero el año pasado ya empezamos con algo de obra nueva”, explica Jordi Piqué, director comercial de la firma.
En 2006, la inmobiliaria gestionaba alrededor de 35 grandes promociones. Después de años de sequía, en 2017 sacaron adelante cuatro promociones y la previsión para 2018 es de 12 proyectos de vivienda. “Ahora hay mucha demanda de obra nueva, aunque volver a aquel momento no es posible, no era lógico ni ético”, reconoce Piqué, que señala a los bancos: “En aquella época te daban el 100% de la financiación, solo necesitabas una nómina, así que había mucha reventa. Ahora el comprador es el que vivirá efectivamente allí. De todo aquello, hemos aprendido a ser ordenados y a asumir la demanda que tenemos”, reflexiona.
En el Mirador del Ebro sigue sin vivir nadie
Uno de los símbolos de la burbuja inmobiliaria es el llamado Mirador del Ebro, en L'Aldea (Baix Ebre), una gran urbanización de casas adosadas que emprendió la inmobiliaria Martinsa-Fadesa en 2006 y que, con la irrupción de la crisis, quedó a medias: solo se han terminado 170 de las 1.000 viviendas previstas en un inicio, y sigue sin vivir nadie allí.
El Ayuntamiento de L'Aldea ha impulsado recientemente una iniciativa para invertir cuatro millones de euros y dar salida a los hogares ya construidos. Otro ejemplo de pisos vacíos se encuentra en la zona de playa de Sant Jaume d'Enveja (Montsià), donde muchos de los apartamentos están cerrados o por vender.
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