Infierno, la fiesta de electrónica más esquiva de Madrid
En menos de seis meses, y sin publicidad, la propuesta de Fernandito Kit-Kat ha logrado arrastrar a un público entregado
Puede que Infierno sea la fiesta más esquiva de la capital. No hacen ningún tipo de publicidad, no manejan las redes sociales y no anuncian su line-up. Pero cada vez que llega la fecha, la sala de San Vicente Ferrer donde tiene lugar, Taboo, se pone a rebosar. En menos de seis meses han conseguido que el boca a oreja vaya de un lado a otro de esta ciudad. Detrás de todo se encuentra Fernandito Kit-Kat, uno de los miembros de los extintos PXXR GVNG, que ahora reside en la capital. Su lema es sencillo: sexo, música y drogas. Una mezcla completamente apetecible para un día como el jueves, que se transforma a ritmo de trap, reguetón, dancehall o bachata. Público entregado, formado en su mayoría por millennials y aficionados al perreo más extremo.
Cada semana los invitados son diferentes, aunque reconocibles. Forman parte del círculo cercano a La Vendición, el sello que desde hace un año viene marcando el presente de la música más inquieta y dinámica de nuestro país. Hoy no será diferente, la apuesta es segura.
Muy próximos a este imaginario, compuesto por la música de ascendencia latina y el futurismo del UK Bass, se mueven Bananarama, que el viernes celebran en Caracol una nueva cita. El sandungueo, como ellos mismos lo llaman, vendrá de la mano de Fabianni, integrante de Agorazein; Flaca, agente activo de Chica, otra de las fiestas más especiales de la noche madrileña; Silvia Bianchi, mente inquieta de la escena diurna y nocturna de la ciudad; y Tony Karate, pilar de muchas de las bacanales organizadas por el gang bananero.
El mismo día, pero en el Café Berlin, en su edición de club, se puede disfrutar de Juan Ramos gracias a los chicos de Discoteca. Desde el año 2009 viene organizando Cocktail D’Amore, uno de los eventos más queridos del concurrido panorama berlinés.
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