Rosario Flores se une a la Orquesta de Instrumentos Reciclados Cateura
La artista acompaña a la agrupación de menores en su concierto del próximo jueves en el Teatro Real
Nada más empezar a hablar confiesa que sus dos puntos débiles son los niños y la música, así que Rosario Flores explica que no podía negarse a colaborar con la Orquesta de Instrumentos Reciclados Cateura, a la que acompaña el próximo jueves en un concierto en el Teatro Real. “Lo que yo quiero es ayudar y dar anhelo a todas esas personas que les hace falta amor y ayuda económica”, resume la cantante. Este proyecto, que nació en Paraguay, ayuda a niños y jóvenes de ambientes marginales a emprender una carrera musical integrándolos en un gran conjunto que tiene una particularidad: sus instrumentos están hechos a base de desperdicios. Junto a ellos estarán también los menores del proyecto La música del reciclaje, inspirado en esta orquesta pero que desarrolla su actividad en la Comunidad de Madrid.
La Orquesta Cateura proviene del barrio marginal de la ciudad paraguaya de Asunción. Los niños crecen sobre un basurero y allí es donde Favio Chávez, director de la orquesta, los va a buscar. La agrupación está formadas por unos 45 chicos pero son muchos más los que participan en el proyecto aprendiendo a tocar algún instrumento. La orquesta ha girado por todo el mundo con un repertorio de lo más variado, desde clásicos como Mozart y Vivaldi hasta versiones de los Beatles y bandas sonoras de películas. Han llegado incluso a telonear a la banda Metallica. Como reza su lema, el mundo les da basura, y ellos le devuelven música.
La creación de instrumentos
El luthier Fernando Solar se encarga de fabricar desde Malasaña los instrumentos con los que toca la agrupación madrileña La música del reciclaje. Lo más importante en su proceso de creación es la imaginación, saber encontrarle una funcionalidad a todo lo que va llegando a sus manos, desde bidones hasta utensilio de cocina. Los instrumentos resultantes tienen una sonoridad diferentes a la de una pieza convencional, pero no resta armonía a la melodía."Hay que saber adaptarse a ellos", concede Rosario Flores.
Su experiencia contagió a Ecoembes, que puso en marcha un proyecto similar bajo el nombre La música del reciclaje en la Comunidad de Madrid. Lo componen 91 niños de 8 a 16 años en riesgo de exclusión social. Rosario Flores incide en que no solo se trata de enseñarles a tocar un instrumento, sino de “llenarles de amor, abrir su corazón” y alejarles de la violencia que pueden llegar a vivir en la calle a través de una profesión que les proporciona también conocimientos culturales.
La artista ha optado por dos temas muy representativos de su carrera para su intervención: Qué bonito y No dudaría. El primero, que lo compuso para su hermano Antonio Flores, lo ha elegido porque tiene “muchísima magia” y, el segundo, porque considera que “en los momentos que estamos viviendo, no hay un mensaje más bonito para decir”.
Mientras la “magia” -como lo describe Rosario Flores- de ambas orquestas tiene lugar y los niños encuentran refugio en la música, a la vez están trabajando en el cuidado del medio ambiente, pues los instrumentos están elaborados con desechos. Así un violín pudo ser antes una bandeja de horno, unas monedas y un tenedor; una guitarra, unas cajas de galletas y la correa de un reloj y un saxofón, monedas, cubiertos y chapas. “Estos niños están reciclando, estamos ayudando a limpiar el medio”, apunta la cantante, que incide en que “lo que más nos tiene que preocupar es el cambio climático” pues como no le pongamos solución, “los demás problemas ni existen porque nos vamos todos”.
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