Y ahora qué...
El autor muestra su estupor ante el cierre el próximo 1 de diciembre de la Gran Vía sin que haya alternativas a una calle que soporta el paso de más de 40.000 vehículos diarios
Si pudiéramos preguntar a Pedro Rico o a cualquiera de los concejales que después de veinte años de obras, en 1930, inauguraron la Gran Vía, qué piensan de que vayamos a cortarla definitivamente al tráfico, seguramente pensarían que estamos locos y acto seguido nos preguntarían cómo hemos resuelto el problema de la movilidad en el eje este-oeste de Madrid.
Porque ese fue el gran problema de nuestra ciudad, aún no resuelto del todo, que vino a solucionar la Gran Vía, la avenida con la que Madrid dejó de ser una ciudad para convertirse en metrópoli. Y es que Madrid tiene grandes ejes que facilitan los desplazamientos norte-sur en la ciudad, sin embargo, escasean las vías que facilitan el tránsito entre el este y el oeste.
Hoy por la Gran vía transitan unos cuarenta mil vehículos al día y es una de ese 15% de calles que soportan hasta el 80% del tráfico de la ciudad.
Después de la desastrosa experiencia del año pasado, Carmena y sus concejales nos anuncian el cierre definitivo de la Gran Vía tras esta Navidad. Y sin mostrar una oposición frontal a la peatonalización sí nos preocupa que esta medida se adopte con una ausencia total de informes, sin debate previo y sin ninguna alternativa de movilidad.
Hasta la policía municipal ha manifestado sus dudas por la falta de estudios y pronostica “problemas de congestión graves tanto en las calles cortadas como en las aledañas”.
Nuestra postura no puede ser más clara: no estamos en contra de que se ensanchen aceras y que el centro sea cada vez más transitable para el peatón, pero sí nos oponemos a que se haga sin alternativas de movilidad a los madrileños. Nos oponemos a que la única respuesta municipal a quienes necesitan atravesar a diario la Gran Vía sea “búsquese la vida” o peor, que el 25% de los madrileños vaya en bicicleta como defendió el concejal de Urbanismo, José Manuel Calvo, en una reciente comisión municipal.
En esta materia a Carmena y a su equipo les faltan análisis, alternativas e ideas y les sobra soberbia y radicalidad. No se puede justificar que todo es para paliar la contaminación, cuando con los atascos que están provocando lo que consiguen precisamente es que se contamine más, mientras ocultan su responsabilidad al no acelerar la renovación de la flota de la EMT hacia autobuses menos contaminantes.
Si Carmena está abierta a buscar alternativas para la movilidad de los madrileños encontrará nuestra mano tendida, si lo que pretende seguir por el camino actual, de cerrazón e imposiciones que no cuente con nosotros pues seguiremos al lado de los madrileños que es donde debemos estar.
José Luis Martínez-Almeida Navasqües es portavoz del Grupo Municipal del PP en el Ayuntamiento de Madrid
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