La familia del exbatería de Los Piratas pide cuatro años de cárcel para el guardia que le disparó
El fiscal sostiene que el agente actuó en defensa propia y no presentó cargos contra él
Las circunstancias que rodearon la muerte de Javier Fernández, exbatería del grupo Los Piratas, por el disparo efectuado por un guardia civil en agosto de 2015 se abordarán este viernes en una vista oral que se celebrará en el juzgado de lo penal número dos de Pontevedra. Mientras la acusación particular que defiende a la familia del músico pide cuatro años de prisión y seis de inhabilitación para el agente, la fiscalía y el abogado del Estado sostienen que este desenfundó su arma reglamentaria para defenderse de la actitud agresiva de la víctima cuando intervenía en un posible caso de violencia de género.
En su escrito de conclusiones, el fiscal expone que el 26 de agosto de 2015 el guardia, acusado de homicidio imprudente y otro agente acudieron a la casa del músico en Ponteareas. “Una vez allí, Andrea Montes, refugiada con una vecina, les manifestó haber sido agredida por su marido Javier Fernández, que su bebé (de ocho meses) seguía dentro de la vivienda y que su esposo estaba muy agresivo y padecía una enfermedad psiquiátrica”.
Añade el fiscal que “los agentes intentaron dialogar con Javier Fernández”, cuando entraron en la casa donde ya había acudido personal médico y se encontraba un amigo de la familia, Telmo Barciela que consiguió sacar al bebé de la vivienda. Relata que el músico “se encontraba muy alterado y descompensado de sus problemas psiquiátricos y gritó que los mataría a todos”.
Entonces, Javier Fernández abrió un cajón de cubiertos, agarró un cuchillo y un tenedor y se abalanzó sobre uno de los agentes, “golpes susceptibles de causar la muerte”, según el fiscal. Fue entonces cuando el guardia “con intención de salvar la vida de su compañero” desenfundó su arma y disparó a las piernas del músico.
Pero “el agente no era tirador selecto ni había recibido formación ni entrenamiento específico para el uso del arma a corta distancia en situación de tensión, lo que provocó que la bocana del arma se elevara algún centímetro y que el proyectil no alcanzara a su destinatario en el lugar pretendido sino en la región abdominal, alcanzando la vena cava y causando la muerte de Javier Fernández”, concluye el fiscal.
Versión de la familia
Sin embargo la versión de la acusación particular, ejercida por el abogado Gerardo Gayoso, difiere de la del Ministerio Fiscal. Sostiene en su escrito de acusación que a mediodía del 26 de agosto emergencias 112 recibió la llamada de una persona solicitando ayuda y narra que “Andrea Montes está muy nerviosa porque su marido es un paciente psiquiátrico que se ha puesto muy agresivo y está en el interior del domicilio conyugal con el bebé de ambos”.
Emergencias 112 inicia el protocolo de actuación para asistir a este tipo de pacientes con un brote o fase maníaca nerviosa. Cuando un médico y dos técnicos sanitarios llegan al chalé, se encuentran con una patrulla de la Guardia Civil, según varios testigos. Estos declaran que en ese momento “todos ellos bajan por el camino de acceso a la casa y que el amigo de la familia, Telmo Barciela, le entrega al bebé a su madre que de forma voluntaria le había dado su padre”.
Los agentes piden a Telmo que suba las escaleras de la casa en busca de su amigo que estaba en la planta superior tocando la batería. “Javier obedece y atiende al requerimiento que le hace Telmo y baja en calzoncillos y camiseta hasta el recibidor. La puerta está abierta y en su quicio se encuentra 5 personas desconocidas para él, totalmente uniformadas, una de ellas con chaleco antibalas que vestía el guardia encausado”, expone la acusación particular.
“El brote psicótico del enfermo fue en aumento”, y subraya el informe de la acusación que “la situación provocó un efecto negativo en el ataque maníaco que estaba padeciendo Javier Fernández”. Insiste que en ese momento, el médico pidió a los guardias que lo redujeran para ponerle un calmante “mientras él se desatendía del asunto, marchándose hacia la zona de la piscina con uno de los técnicos sanitarios”.
Entretanto, llega a la casa otro amigo de la víctima. Este observa que uno de los guardias entra en la casa y recorre el pasillo hasta el final, momento en el que retrocede al ver al músico salir de la cocina con tenedores y cuchillos, tropieza con el amigo que acaba de llegar y cae hacia la pared perdiendo el equilibrio. “Entonces nota un impacto en su cara y se cubre con los brazos en cruz, cuando de repente se produce un disparo que se efectúa a escasos dos metros de la víctima y desde el exterior de la vivienda”, relata el informe.
La acusación particular ha calificado los hechos como un delito de homicidio con imprudencia grave profesional y solicita que se declare al Ministerio del Interior como responsable civil subsidiario para que indemnice a la familia de Javier Fernández.
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