Una comedia de estar por casa
Ventura Pons estrena "Sabates grosses", un vodevil en el que caben todo tipo de personajes disparatados, la independencia escocesa y la catalana
El director de cine catalán Ventura Pons vivió 21 años en una finca del Eixample dret, conocida como la Casa de las Columnas, en la esquina de Bailén con Casp con un peculiar vecindario en el que no faltaba un “facha” con una hija indepe, una mujer con ínfulas de no se sabe bien qué, una portera que lo controlaba todo –y si no se lo inventaba- , unos agentes camuflados del Cesid y, por si fuera poco, un despacho que atendía a los damnificados de la estafa de las preferentes. Con esos mimbres y unos cuántos recursos más, como un párroco dominico loco por una mulata y una escocesa que sermonea en pro de la independencia de su país y la de Cataluña, Pons ha urdido un vodevil de nombre Sabates grosses, en su versión catalana, y Cuanto más grande, mejor, en castellano.
Una disparatada historia que ha contado con la colaboración de actores tan conocidos como Joan Pere, Pedro Ruiz, Amparo Moreno y Vicky Peña que explicaba en la presentación de la película que cuando recibió el guion no entendió nada: “mi participación en la película no estaba prevista porque el papel era para otra. Ventura me pasó un vídeo de la mujer que es real, existe, y yo la tenía que interpretar. Así lo hice en una escena que rodé en un solo día, el 12 de octubre. Para mí la película es un lío como el de la 13, Rue del Percebe”, ha comentado. Si la loca historieta del humorista Francisco Ibáñez tiene a España y sus cosas como foco, Sabates grosses intenta explicar una zona del Eixample que antes fue de clase media alta y ahora es una mezcla de todo. Joan Pera es el “facha” que se empeña en hablar en castellano pero al que se le escapa el catalán que lleva dentro. Es un “devoto cristiano” que ha tenido algún tropiezo legal y pispa en el cepillo de la iglesia de los Dominicos de la calle de Ausias March, donde es muy amigo del cura, papel que interpreta el humorista Pedro Ruiz. Un dominico al que le preocupa la mengua de fieles en la misa pero, sobre todo, una disfunción eréctil que le imposibilita gozar de una mulata que le acompaña.
No hay película de vecindario que se digne que no tenga portera, así que el cineasta se inventa dos, la de la finca en cuestión, que interpreta la actriz Pilar Martínez, y la del edificio de al lado, que encarna Amparo Moreno. “La portera real de la finca sigue trabajando en ella y, como en la película que hemos hecho, se enteraba de todo”, ha apuntado Pons que defiende que es una cinta, estrenada en el festival de Guadalajara, que refleja la multiculturalidad de Barcelona, una ciudad en la que hay de todo. "Pero también he querido explicar lo que pasaba y veía a diario en lo que fue mi edificio durante muchos años, era mi casa", ha añadido.
Una película que pensó en unas tres semanas para hacer el guion y se realizó también en menos de un mes del otoño pasado, según ha reconocido. Mucho interior de pisos y apenas cuatro imágenes del Born, bastantes de los alrededores de la finca del Eixample en cuestión y un bar de la Ribera con un elenco de actores y actrices que han trabajado con Pons en más de una vez y de dos. Un ritmo de trabajo bastante habitual en el director catalán que desde la década de los 90 va a película por año aunque en 2017 está batiendo récords ya que tiene otras dos en pre-producción: Poderosa i Faraona y Miss Dalí, en la que interviene también Vicky Peña.
Él se produce a sí mismo aunque dice no recordar qué le ha costado Sabates Grosses que ha contado con subvención de la Generalitat. Pons dice que tampoco tuvo ningún problema para rodar la última escena en el altar de la iglesia de los dominicos que se convierte en una pista de baile de toda la tropa de personajes de la mano de la cantante Lucrecia con un salsero “Que baile el Papa”.
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