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La renta media en Terres de l’Ebre es la mitad que la de Barcelona

Una encuesta del Indescat revela que la renta de la Terra Alta es de 8.807,2 euros, la misma que en plena recesión

Josep Catà Figuls
Una imagen de L'Aldea, de la comarca del Baix Ebre.
Una imagen de L'Aldea, de la comarca del Baix Ebre.Josep Lluis Sellart

La recuperación económica no está llegando a los hogares con la rapidez que se esperaba. En algunos casos, ni se percibe. Una reciente encuesta sobre condiciones de vida del Idescat indica que la renta media por persona y año se sitúa en Cataluña en los 12.660,3 euros, un 22,4% más que en 2011, en plena crisis. Sin embargo, hay territorios en los que la crisis caló hondo: ahuyentó empresas y despobló municipios que vivían de la construcción o del turismo. Es el caso de las Terres de l’Ebre, y especialmente en la Terra Alta: la renta media es de 8.807,2 euros, la misma que en medio de la recesión, y casi la mitad que la de Barcelona.

La encuesta del Idescat, en colaboración con el departamento de Trabajo, Asuntos Sociales y Familia de la Generalitat, incluye este año nuevos datos que permiten conocer al detalle las dificultades de los hogares catalanes. Uno de los más relevantes se refiere a las dificultades y privaciones económicas que declaran las familias en los distintos territorios: el 74,5 % de los habitantes de la zona del Ebro declara que no llega a fin de mes con facilidad, y solo tres de cada 10 hogares pueden hacer frente a un gasto imprevisto. Además, el 73,7 % de los hogares de este territorio recibe alguna prestación social, lejos de la media catalana, que se sitúa en el 57,7 %.

La situación de alta precariedad afecta también a otros ámbitos territoriales, como Ponent (Lleida) o el Pirineo y la Vall d’Aran, donde la renta media es de 9.849 euros. Sin embargo, el caso del Ebro y en concreto de la comarca de la Terra Alta es especialmente delicado. “Obedece a muchos factores: tiene una tasa de paro superior a la media, la poca población que hay está envejecida, y es una zona con muy poca densidad productiva”, explica Juan Antonio Duro, director de la cátedra de Economía Local y Regional de la Universitat Rovira i Virgili.

La crisis golpeó con dureza las Terres de l’Ebre, que sin contar con grandes empresas industriales ni mucho turismo, tenía en el sector de la construcción y el negocio inmobiliario su principal fuente de riqueza. El caso del municipio de La Sénia es elocuente: cuando su gran clúster de la industria del mueble se vino abajo con la crisis inmobiliaria, el pueblo pasó de tener un paro mínimo a tener un 36 % de su población desocupada. De ser un municipio que nadaba en la abundancia pasó a ser un pueblo rural con naves y fábricas desiertas que tuvo que pedir ayuda a la Generalitat. “Ahora se está recuperando gracias a que los productores se han asociado en cooperativas y han reinventado la industria del mueble, buscando el valor añadido y la creatividad”, asegura Duro.

El territorio cuenta con factores que compensan los bajos ingresos de sus habitantes, como un coste de vida más asequible y una vivienda más barata. La encuesta del Idescat indica que el gasto medio mensual de la vivienda es de 299 euros en las Terres de l’Ebre, mientras que la media en Cataluña está en 368 euros. Duro cree que este es un factor que puede atraer a la población joven, y es optimista ante las posibilidades de crecimiento que ofrece el territorio. “Si el corredor mediterráneo llega a ser una realidad, la zona puede aprovechar la situación y atraer empresas”, dice. El académico asegura además que el turismo en estas comarcas puede llegar a tener mucho recorrido y que, de hecho, ya explotan pueblos de costa como Sant Carles de la Ràpita o L'Ametlla de Mar: “La Terra Alta también tiene muchos recursos que pueden ser turísticos, como las experiencias gastronómicas, la cultura enológica, o el proyecto de una reserva de biosfera que puede ser muy importante”. De momento, para buena parte de la población de Terra Alta la dificultad de encontrar trabajo radica en que los empleos son de temporada, muy ligados al campo y ofrecen muy poca estabilidad.

"Poco trabajo y precario"

Latifa, de 37 años, llegó con su marido a Gandesa hace 10 años. “No encontraba nada más que empleos de dos o tres meses en el campo”, cuenta. Ahora él se ha ido a Alemania en busca de oportunidades y ella se ha quedado en la Terra Alta con sus tres hijos: “Necesitamos un trabajo fijo y estable. Tenemos que comer y pagar las facturas todos los meses, no solo los de la temporada de trabajo”. Latifa, que recibe ayudas para pagar el alquiler, es usuaria de Cáritas Tortosa, donde acude a recoger alimentos y productos de primera necesidad. “Casi el 80% de los personas que atendemos vienen por las ayudas para alimentos, ropa o calzado”, dice Agustí Adell, secretario general de la institución en el territorio. Patricia García, de 42 años, uruguaya, también acude a Cáritas. Llegó a Cataluña en 2002 con estudios de arquitectura y, después de que la crisis truncara una sólida carrera, se trasladó a la Terra Alta en 2010. “Vine por los precios bajos pero aún no he logrado un trabajo real y estable: hay mucha economía sumergida y el empleo es esporádico”, dice. Atenta al tirón de la cultura del vino en la comarca, García, separada y con dos hijos, estudió un grado en enología. Ahora trabaja en una bodega y confía en que pueda llegar a darle cierta estabilidad. No le sorprenden los datos del Idescat: “Casi no hay trabajo y si lo hay es en condiciones precarias. Para mucha gente, es una situación que te sumerge aún más”.

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Sobre la firma

Josep Catà Figuls
Es redactor de Economía en EL PAÍS. Cubre información sobre empresas, relaciones laborales y desigualdades. Ha desarrollado su carrera en la redacción de Barcelona. Licenciado en Filología por la Universidad de Barcelona y Máster de Periodismo UAM - El País.

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