Rescate a medio gas
El formato del concierto no deja lucir todos los encantos de 'La viuda alegre' en el cierre de temporada del Liceu
A Josep Pons le encanta La viuda alegre. En 2013 cerró la temporada de la Orquesta Nacional de España (ONE) con una versión en concierto de esta extraordinaria opereta de Franz Lehár en el Auditorio Nacional de Madrid; cuatro años después, ha vuelto a mostrar su pasión por esta partitura cerrando la temporada del Gran Teatro del Liceu con una inspirada lectura, también en concierto, en la que triunfaron más el coro y la orquesta del teatro que las voces solistas. Rescate parcial, puesto que, en su regreso al Liceu tras 37 años de ausencia, el clásico de Lehár no pudo lucir todos sus encantos por las carencias que impone siempre el formato concertante.
Para darse cuenta del inmenso éxito de esta célebre opereta en tres actos, con libreto de Victor Léon y Leo Stein, estrenada en Viena en 1905, basta señalar que en sus cinco primeros años de vida alcanzó las 18.000 representaciones y fue traducida a 10 idiomas. Su carrera en el Liceu, sin embargo, ha sido muy discreta: desde su estreno en 1913, en italiano, sólo se ha cantado en el alemán original en un montaje de la Ópera de Graz programado en 1980. Fue la última representación, aunque el famoso dueto, a ritmo de vals, aparece de vez en cuando en alguna que otra gala.
La viuda alegre
De Franz Lehár.
Angela Denoke, Bo Skovhus, Vanessa Goikoetxea, Ben Bliss, José Luis Casanova. Coro y Orquesta del Gran Teatre del Liceu.
Director: Josep Pons. Versión de concierto.
Gran Teatro del Liceu, 27 de julio
Tratándose de una de las cumbres del género, bien merecía algo más que este rescate a medias —programar teatro musical sin la escena siempre es una opción decepcionante—, con una selección de piezas de una obra que respira teatralidad por todos sus poros.
Disfruta Pons subrayando los hallazgos de la genial orquestación y ese entusiasmo se nota en el acabado de los detalles, la frescura rítmica y la musicalidad de una lectura que, sin sobrecarga de azúcar, luce la inspiración melódica y el encanto de unos valses cargados de nostalgia, tan decadentes como la gran Viena burguesa que acabó aplaudiendo su estreno.
Con agudos cortos y destemplados, la soprano Angela Denoke se refugió en el centro de una voz que ha perdido brillo para perfilar a ráfagas una musical y elegante Hanna Glawari, formando pareja con el teatral y pleno de carácter Conde Danilo del barítono Bo Skovhus. La soprano Vanessa Goikoetxea y el tenor Ben Bliss aportaron frescura lírica en los papeles de Valencienne y Camille de Rosillon, pero quienes elevaron el listón de calidad fueron las masas estables, con una orquesta fina y atenta a los detalles, y una excelente actuación del concertino Kostadin Bogdanoski.
Bravos, sin reservas, al coro del Gran Teatro del Liceu, entregado en su conjunto y en las solventes intervenciones solistas de seis de sus voces masculinas —destacó, por la importancia de su cometido, el tenor José Luis Casanovas como barón Mirko Zeta—, mientras que seis voces femeninas dieron gracia al conjunto de Grisetten que en el tercer acto cantan junto a Valencienne una picante canción a ritmo de cancán.
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