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Tribuna
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Veinticuatro años después

Los autores destacan que la nueva Operación Chamartín es proyecto que prioriza la remodelación de la estación y se ajusta a la capacidad real del territorio.

Zona afectada por la paralización. En vídeo, presentación del proyecto.Vídeo: ÁLVARO GARCÍA | efe

En 1993, siendo Borrell Ministro de Fomento y Leguina presidente de la Comunidad de Madrid, se gestó la denominada Operación Chamartín: una actuación de remodelación de la estación del norte de Madrid financiada con los aprovechamientos urbanísticos generados en su entorno. El ministerio sacó a concurso la gestión y venta de sus suelos, que fueron adjudicados a la corporación Argentaria, absorbida poco después por el BBV. Desde entonces, ha transcurrido casi un cuarto de siglo en el que se han ido sucediendo gobiernos de todos los colores en las distintas administraciones implicadas, pero en todo este tiempo, y por muy diversos motivos, la operación nunca ha llegado a realizarse. 

El último episodio de esta historia interminable tuvo lugar poco antes de las elecciones municipales de 2015. Parecía que había acuerdo. Los gobiernos municipal y autonómico, el Ministerio de Fomento y la empresa Distrito Castellana Norte (DCN), perteneciente al grupo BBVA, habían redactado un nuevo plan y estaban en disposición de aprobarlo en el pleno municipal. Un plan, por otra parte, muy contestado por la ciudadanía, como demuestran las más de 2.200 alegaciones presentadas durante el periodo de información pública. Sin embargo, la campaña electoral se les echó encima y el proyecto no llegó a aprobarse.

Y entonces llegamos nosotros, con un plan que ya generaba una gran controversia en amplios sectores ciudadanos y profesionales. Al tratarse de una operación tan trascendente para el desarrollo presente y futuro de Madrid, decidimos analizarla con todos los actores agentes implicados, desde las asociaciones vecinales de la zona hasta los propietarios del suelo. Para ello, impulsamos unas mesas abiertas donde pudimos valorar, entre otras cuestiones, el modelo urbano, las cargas para las administraciones, los sistemas de gestión o las afecciones a la movilidad. El diagnóstico de aquel proceso fue claro: el plan no era compatible con un modelo de ciudad racional, equilibrada y sostenible, por lo que tomamos la decisión de no continuarlo y plantear una alternativa: Madrid Puerta Norte. La anulación fue ratificada por el pleno del Ayuntamiento con los votos de Ahora Madrid y PSOE. De nuevo, se sucedieron las acusaciones de rechazar y paralizar las inversiones.

Pero pasado un tiempo, y tras la renovación de la dirección del ministerio y ADIF, surgió la posibilidad de iniciar una nueva etapa. Las partes implicadas nos dimos seis meses para elaborar una propuesta sobre la base de Puerta Norte. Ayer presentamos el acuerdo: un nuevo proyecto, pilotado desde el Ayuntamiento de Madrid, que prioriza la remodelación de la estación y rebaja las edificabilidades para ajustarlas a la capacidad real del territorio. Con un incremento sustancial en la vivienda protegida. Esta vez, tiene que ser la definitiva. Madrid debe cerrar esa herida. Esta vez sí, despega el norte.

Manuela Carmena es alcaldesa de Madrid y José Manuel Calvo es delegado Desarrollo Urbano Sostenible

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