Cuando el sueño se torna real
La Jorcam interpreta el próximo domingo el Concierto de Aranjuez en el teatro de San Lorenzo del Escorial
Hay historias dentro de la música que merecen la apreciación de un acontecimiento casi divino. La que nos ocupa sucedió en un piso del Barrio Latino de París dos días después de que comenzara la Segunda Guerra Mundial que convertiría la capital de las vanguardias en una ciudad otrora valiente en una capital irreconocible abandonada a su suerte por aquellos que la hicieron grande. En aquel París turbulento, un exiliado llamado Joaquín Rodrigo componía su monumental Concierto de Aranjuez. El domingo que viene, dentro del Festival de Verano de San Lorenzo de El Escorial, podremos escucharlo con más frescura que nunca de la mano de la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid.
Quienes vean en esta composición solo una pieza agradable para la escucha solo se están quedando con la cubierta del libro. El concierto que Rodrigo compuso para guitarra abre una nueva etapa en la Historia de la Música. La inclusión de la guitarra, hasta entonces instrumento popular y rechazado, como instrumento solista al que la orquesta le debe sumisión y respeto es en sí una declaración de intenciones. Al maestro Rodrigo le vino la idea cuando, privado de la visión, creyó sentir en los Jardines de Luxemburgo de la capital francesa que estaba en los prodigiosos jardines del Palacio Real de Aranjuez. Las fuentes y la brisa acariciando los árboles le inspiraron para crear una de las obras más bellas jamás creadas para la guitarra. Con este concierto, un Rodrigo ciego y exiliado creó una maravilla que luego Paco de Lucía haría doble reivindicación: la guitarra es digna de la música sinfónica, y el flamenco es digno de ocupar los escenarios de los templos de la clásica.
Rodrigo es, en sí, los Jardines de Aranjuez. Tanto que el rey lo convirtió en Marqués de los Jardines de Aranjuez. Muy cerca de allí descansan sus restos. El domingo, en la otra punta de la comunidad, Rodrigo volverá a estar vivo si es que alguna vez, Dios no lo quiera, estuvo muerto.
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