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Entrevista Rosa Maria Malet, directora de la Fundación Joan Miró

“Mi peor momento fue el día del robo”

Después de 37 años Malet deja el cargo por jubilación, y para sustituirla se ha convocado un concurso internacional. Es hora de hacer balance

José Ángel Montañés
Malet, directora de la Fundación  Miró, ante el edificio creado por Josep Lluís Sert.
Malet, directora de la Fundación Miró, ante el edificio creado por Josep Lluís Sert.Carles Ribas

Rosa Maria Malet, (Badalona, 1948) lleva 37 años al frente de la Fundación Joan Miró de Barcelona, siendo una de las personas que más años ha sido director de un museo español y quizá europeo. Ahora, con 69 años, esta licenciada en Filosofía y Letras, especializada en Historia del Arte por la Universidad de Barcelona, que ingresó en la fundación como ayudante de conservación, fue conservadora a cargo de la catalogación, el registro y el inventario de las obras donadas por Joan Miró y desde 1980 ha dirigido el centro, ha planteado al patronato de la entidad su deseo de jubilarse. Tras convocarse un concurso internacional para sustituirla es hora de hacer balance y de los reconocimientos. En mayo recibió la insignia de Caballero de la Orden Nacional del Mérito de Francia y hoy recoge el premio Ressenya de la Asociación de Periodistas Culturales por su rigor y por su apuesta por la cultura y la difusión de la obra de Miró.

Entre las razones de su larga permanencia en la dirección del centro, esta mujer discreta y tranquila, que transmite serenidad, quizá por haber trabajado en este agradable edificio blanco que parece una enorme casa mediterránea de veraneo, Malet alega el hecho de que el “el centro comenzó con un formato y unas ambiciones más reducidas y las pautas marcadas por el propio Miró. Me he sentido identificada con los intereses de Miró y lo que él quería y más o menos hemos ido tirando adelante por ese camino de una forma natural”. Modesta, alega para este inmovilismo “la falta de inquietud de mis jóvenes colegas” y el hecho de que “Miro que no es un personaje conflictivo, sino todo lo contrario”.

Ahora ha llegado el momento de su sustitución. “Tengo 68 años, lo planteé al cumplir los 65 y se ha aplazado un poco, aunque podía haber continuado, pero es el momento del relevo. La fundación está en un buen momento, no hay conflictos, ni temas graves y creo que es bueno renovar las ideas”, explica.

A la hora de hacer balance de casi cuatro décadas valora la transformación que ha sufrido el centro. “En vida del artista, cuando había que hacer una exposición temporal, se sacaban las obras de las paredes y no pasaba nada. Luego nació el Espai 10, más tarde Espai 13, dedicado a los artistas que comenzaban, en un momento en que no había salas de este tipo en la ciudad, permitiendo compaginar las actividades temporales y la exposiciones de la colección. Tras donar Miró los dibujos preparatorios se digitalizó este fondo; se ha creado la cátedra Miró; se ha desarrollado una serie de exposiciones temporales vinculadas con el pensamiento y la obra de Miró y también el Premio Miró bianual”, relata la gestora, que cree firmemente que la Miró, al cabo de más de 40 años, “ha conseguido formar parte de la familia cultural de Barcelona”.

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Miró había expuesto su obra y era reconocido en los años veinte en París y en Nueva York en los años treinta, pero hasta finales de los sesenta no se organizó una exposición importante de él en Barcelona que lo hizo salir del círculo de especialistas. “Fue en 1968 en el Hospital de la Santa Creu. Aquí nació la fundación”. Desde entonces el personaje se ha hecho popular, reconocido y cotizado. “Son pocas las obras que salen al mercado porque los coleccionistas de Miró hacen sus donaciones a museos y entidades. Miró tenía una relación de amistad con marchantes y coleccionistas, no comercial. Pese a eso salen obras al mercado que muestran que Miró es un pintor cotizado”.

Malet quita importancia al hecho de que de los 425.967 visitantes que recibió en 2016 la fundación, la inmensa mayoría fueran turistas extranjeros, tal y como se percibe recorriendo sus salas cualquiera de los días. “Es igual en todas las ciudades del mundo. Nosotros mismos cuando viajamos queremos verlo todo, pero en nuestra ciudad no encontramos el momento para ir”. Asegura que el descenso de visitantes de casi un 6% “me preocupa, pero más que la cifra es si la tendencia continúa”, aunque matiza que “dentro de la panorama de la ciudad no tengo la sensación de que el centro esté cojo en este sentido”.

“El continuismo sería bueno, pero también una mirada contemporánea y una renovación de ideas en cuanto a Joan Miró”

En cuanto a la crisis que han sufrido todos los museos, Malet asegura que la fundación la ha vivido “con grandes dificultades”, si bien “siempre nos hemos visto obligados a trabajar con recursos limitados y control del gasto extremo. Miró dotó a la fundación con una muy buena colección de obra y documentos pero no con un fondo económico”. Malet destaca el descenso de las aportaciones del Ministerio de Cultura que han pasado de 400.000 euros anuales a 70.000, pero destaca también “que fundación cuenta con el prestigio que le da Miró y su contenido y nunca ha sido una institución problemática y esto ha facilitado conseguir ciertas ayudas”. Como la que les da desde hace 30 años la Fundación BBVA para organizar una gran exposición cada año y Fundación La Caixa para financiar el Premio Joan Miró.

La contención del gasto les ha llevado a conseguir unos números envidiables, ya que generan el 80% de los ocho millones de presupuesto que cuentan este año. “Es gracias a la venta de entradas y los recursos que genera la tienda y la librería, además del par de exposiciones itinerantes que organizamos cada año”.

Malet considera que el modelo de gobernanza de la fundación continúa siendo válido: “Miró previó un patronato de 25 personas en las que estuvieran representada la familia y personas próximas, artistas, algo poco habitual, críticos, arquitectos y abogados, además de cinco representantes de la administración: dos del Ayuntamiento y Generalitat y uno del Ministerio”.

En cuanto al bello edificio creado por Josep Lluís Sert parta acoger el centro, la gestora asegura que los materiales tradicionales con que está realizado “obligan a un continuo mantenimiento y un gran esfuerzo; a un repinte de salas continuo” y sorprende cuando asegura que los baños que utilizan los visitantes se han de renovar cada tres o cuatro años por completo.

En 2015, coincidiendo con el 40 aniversario de la Fundación, Malet y el patronato decidieron hacer un reset, pasando la sala de exposiciones temporales al primer piso, según el espíritu de Sert y Miró. “Teníamos claro que éramos uno de los pocos edificios en los que el fundador y arquitecto habían trabajado de forma conjunta y habían pensado en lo querían poner en cada una de las salas; mas que pensar en un proyecto museográfico o cronológico. Con el tiempo y con la idea de respetar la unidad de donaciones como la colección de Kazumasa Katsuta y la de Joan Prats, esto se había desvirtuado y pensamos que era el momento de volver a los orígenes. Y la respuesta de crítica y público ha sido excelente”.

En estos cuarenta años ha habido momentos en los que Malet le hubiera gustado tirar la toalla. Como en 1988 cuando unos ladrones robaron seis obras tras romper un cristal. “Coincidió con la muerte por accidente de tráfico de uno de nuestros trabajadores. Ha sido, sin duda el peor momento". El robo se produjo ante las nulas medidas de seguridad del edificio. “Nadie pensó que el dialogo entre naturaleza y edificio fuera aprovechado para robar. Obligó a cambiar todos los cristales por otros de seguridad y a implantar unas medidas de alarmas que hasta entonces no había”. Por suerte las obras fueron recuperadas.

En cuanto a su sucesor al frente de la institución se ha convocado un concurso internacional. Lo más fácil serán las comparaciones. “Había que evitarlas. Espero que podamos elegir a la persona más adecuada, sin tener nada que ver conmigo. Estamos en otro momento y otra época. Todo ha cambiado. Espero que sea una persona más joven y con otra perspectiva”.

En cuanto a que suponga una ruptura con lo hecho hasta ahora, Malet defiende que “en ciertos aspectos el continuismo sería bueno; sobre todo, en lo que se ha iniciado hace poco tiempo en relación con el estudio y conocimiento y difusión. No dudo de que se pueda hacer mejor. Celebraría que apareciera la persona que pudiera dar más empuje y marcha. Lo ideal es que fuera una persona que diera una mirada contemporánea a aquellos temas relacionados con la generación de Miro, y que esto nos haga pensar y renueve las ideas con respecto a Miró”. Pero, sobre todo, que sea capaz de encontrar nuevos recursos. “Si se consigue un mínimo presupuesto para adquirir, no grandes óleos, sino documentos o piezas de pequeño formato, pero gran interés, sería estupendo”. Como único consejo a su sucesor pide “que piense que va a tener en sus manos un valor único intangible, que lo valore y lo quiera y que transmita ese sentimiento”.

Miró no desaparecerá de la vida de Malet. Seguirá vinculada a la fundación al ser nombrada miembro del patronato. Además recientemente fue nombrada miembro de la Asociación para la Defensa de la Obra de Miró, ADOM, para certificar la obra gráfica del artista. “Miró va a seguir muy presente en mi vida y si en algún momento interfiero en algo de la fundación que me avisen, porque es lo último que quisiera”.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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